La semana había pasado volando para Agatha. Entre las reuniones en la empresa y sus nuevos proyectos, apenas tuvo tiempo para reflexionar sobre lo que realmente estaba sucediendo a su alrededor. Su relación con Samer había avanzado sin que ella pudiera detenerla, y aunque disfrutaba de cada momento, no podía evitar sentir que algo se estaba gestando en su interior.Había algo que la inquietaba profundamente, algo que se había vuelto más evidente después de esa última reunión en la que se sintió tan integrada. Era un sentimiento ambiguo, un deseo de avanzar pero al mismo tiempo una resistencia interna que no lograba identificar con claridad. Por un lado, Samer la hacía sentir especial y valorada, pero por otro, existía un miedo que surgía de la nada, un miedo a perder el control.Ese miedo no tenía mucho sentido, ¿verdad? Samer nunca había intentado forzarla a nada, ni en lo profesional ni en lo personal. De hecho, su forma de apoyarla y de hacerla sentirse incluida en cada parte de su
La noche había caído en la ciudad, y la luz suave del escritorio iluminaba el rostro de Agatha mientras revisaba los informes que había dejado pendientes. Su mente seguía ocupada, pero esta vez no solo con los números y las tareas laborales. El diálogo con Samer en la tarde había dejado una huella profunda en ella. Sentía que algo dentro de ella había cambiado, pero aún no estaba segura de qué exactamente.Al principio, había tenido dudas. No estaba segura de si podía realmente avanzar en su relación con él sin sentirse abrumada por el peso de la diferencia entre ambos. Sin embargo, las palabras de Samer habían calado hondo en su corazón. La forma en que la había escuchado, su disposición a comprender sus miedos sin presionarla, le había dado la paz que necesitaba. Aunque aún no todo estaba claro, sentía que, por primera vez, podía respirar.El sonido de su teléfono interrumpió sus pensamientos. Miró la pantalla y vio que era un mensaje de Samer. Su corazón dio un pequeño salto en su
La mañana siguiente llegó con una ligera brisa que se colaba por las ventanas de la oficina de Agatha. El sol brillaba tímidamente, y ella se encontraba en su escritorio, repasando las tareas pendientes de la semana. A pesar de la calma exterior, su mente seguía ocupada con la conversación de la noche anterior. Algo había cambiado en ella, algo que no podía ignorar.Mientras organizaba algunos documentos, su teléfono vibró en el escritorio, interrumpiendo sus pensamientos. Miró la pantalla y vio el nombre de Samer. Su corazón dio un pequeño salto, pero esta vez no fue por nerviosismo, sino por curiosidad."¿Tienes un momento para hablar más tarde? Quiero seguir lo que hablamos anoche", decía el mensaje.Agatha suspiró, sintiendo una mezcla de emoción y ansiedad. La conversación había sido sincera, pero también sabia que aún quedaban muchas preguntas sin respuesta. Samer no le había presionado, lo que había hecho que se sintiera más tranquila, pero aún así, sabía que dar el siguiente p
La mañana se había desvanecido en la penumbra de la tarde cuando Agatha se encontró frente a frente con Samer en el café de siempre. Aunque el lugar estaba casi vacío, un extraño aire de tensión lo llenaba todo. Agatha trató de evitar su mirada, pero él, con su usual intensidad, no dejó de observarla mientras se acercaba.Samer estaba diferente, con una energía que no podía describir. Algo en su postura, en la forma en que sus ojos se fijaban en ella, le hacía sentir como si todo a su alrededor se estuviera desmoronando, aunque, al mismo tiempo, quería que todo se resolviera de una vez por todas. La atracción que sentía por él estaba cada vez más presente, pero también lo estaba el miedo a lo que eso significaba.“¿Cómo estás, Agatha?”, preguntó él, su voz grave y profunda llenando el espacio entre ellos.Ella asintió, pero no pudo evitar notar que su respiración se volvía más irregular al escucharlo. “Estoy bien. ¿Y tú?”Samer dejó caer su chaqueta sobre la silla y se sentó frente a
La siguiente semana transcurrió con una mezcla de emociones para Agatha. El acuerdo tácito que había hecho con Samer seguía presente en su mente, pero a medida que pasaban los días, la duda volvía a asomarse, como una sombra persistente. Aunque las palabras que Samer había dicho la habían dejado con una sensación de esperanza, las inseguridades seguían nublando su juicio. ¿Cómo podía estar tan segura de que esto no sería otro juego del destino, algo efímero que se desvanecería con el tiempo?En la oficina, las cosas también se habían vuelto más complicadas. Aunque ella y Samer habían decidido no hablar del asunto fuera de su conversación en el café, su cercanía era más evidente que nunca. Los demás empleados empezaban a notar pequeños gestos, miradas furtivas que solo ellos compartían, y Agatha no podía evitar sentir una mezcla de incomodidad y emoción al mismo tiempo.El viernes, cuando Agatha terminó su jornada laboral, recibió un mensaje de Samer. “Nos vemos más tarde, ¿te parece?
La semana después de su conversación con Samer se sintió extraña para Agatha. Las horas de trabajo pasaban rápido, pero cada momento fuera de la oficina parecía arrastrarla en un torbellino de emociones. A veces, se encontraba pensando en la conversación que había tenido con él, cuestionando lo que realmente sentía y lo que quería hacer a continuación. Había un espacio en su corazón que sentía vacío, una duda persistente que no lograba disipar.El lunes por la tarde, mientras Agatha revisaba unos correos electrónicos en su escritorio, se dio cuenta de que Samer la había estado observando más de lo habitual. No era la primera vez, pero hoy parecía distinto. Él no era del tipo de persona que mostrara sus emociones a simple vista, pero había algo en su mirada que la hizo sentirse vulnerable. Agatha decidió, sin embargo, no hacer un drama de ello. No quería abordar el tema inmediatamente. Sentía que aún necesitaba procesar todo lo que había sucedido.Ese día, cuando la jornada laboral lle
La mañana siguiente, Agatha despertó con la sensación de haber dormido poco, a pesar de las horas transcurridas. La conversación de la noche anterior seguía resonando en su mente, y aunque había intentado descansar, sus pensamientos no la dejaban tranquila. Samer había abierto una puerta, una puerta que, aunque le aterraba, parecía ofrecerle una oportunidad que nunca había imaginado. Sin embargo, algo en su interior le decía que no debía apresurarse. La última vez que se entregó sin pensarlo, las consecuencias fueron complicadas y dolorosas.A lo largo del día, Agatha se mantuvo ocupada, sumida en el trabajo. Sin embargo, no podía evitar que su mente vagara hacia Samer. A lo largo de los años, había aprendido a ser independiente, a no depender de nadie emocionalmente. Pero ahora, de alguna forma, Samer había logrado desafiar esa independencia, despertando en ella sentimientos que no había experimentado en mucho tiempo. La cuestión era: ¿quién era ella realmente sin las paredes que hab
La mañana siguiente, Agatha despertó con una sensación de calma que la sorprendió. A pesar de la tormenta emocional que había experimentado la noche anterior, el sol brillaba con fuerza a través de las cortinas de su habitación, llenándola de una luz cálida que la invitaba a enfrentarse al día. Decidió que, aunque las dudas seguían rondando su mente, no dejaría que eso la frenara. Samer había sido claro, y ella también debía serlo consigo misma.Se levantó rápidamente y, tras una ducha reconfortante, se vistió con algo sencillo pero elegante. Elegir qué ponerse nunca había sido una tarea difícil para ella; sin embargo, hoy sentía una presión interna, como si cada elección estuviera relacionada con una decisión más grande que la que imaginaba. Al salir de su departamento, respiró profundamente, dándose una última mirada al espejo. No sabía si ese día sería el inicio de algo nuevo o solo una prolongación de lo que ya había estado viviendo, pero estaba lista para enfrentarlo.A lo largo