La noche continuaba siendo una trampa oscura, y aunque el refugio en el que estaban les ofrecía una ilusión de seguridad, Agatha no podía sacudirse la sensación de que algo estaba muy mal. Samer se había retirado a la otra habitación con Amir, dejándola sola de nuevo. Sin embargo, el sueño no regresaba.Agatha caminó lentamente por la habitación, con sus pies desnudos apenas haciendo ruido sobre el suelo de madera. Su mente era un remolino de pensamientos. Todo lo que había aprendido en los últimos días, todos los secretos no revelados y las medias verdades, la hacían sentir como si estuviera caminando en la cuerda floja.Escuchó un leve golpe en la puerta. Se detuvo de inmediato, su cuerpo tensándose. ¿Quién podría ser a estas horas?"Samer…" murmuró para sí misma, acercándose a la puerta con cautela.Al abrirla, encontró a Samer en el umbral, su rostro serio pero suave, como si ya supiera lo que iba a decir."Necesitamos hablar," dijo él, su voz baja pero clara.Agatha asintió y lo
La mañana llegó rápidamente, pero el descanso había sido superficial. Agatha se despertó con una sensación de inquietud que no podía sacudirse. El aire estaba cargado de tensión, como si el mismo mundo estuviera conteniendo la respiración, esperando que algo inevitable ocurriera.Samer ya no estaba en la habitación cuando abrió los ojos, pero podía escuchar su voz hablando en voz baja desde el otro lado de la puerta. Se levantó lentamente, sintiendo los músculos tensos por la falta de descanso. La conversación que habían tenido la noche anterior todavía resonaba en su mente. Samer le había dicho la verdad, pero esa verdad no le ofrecía paz. De hecho, solo había alimentado sus dudas y miedos.Caminó hasta la puerta y, con un gesto cuidadoso, la abrió lo suficiente para escuchar mejor lo que decían. Samer estaba hablando con Amir, y aunque intentaban mantener sus voces bajas, las palabras alcanzaban a Agatha claramente."No podemos quedarnos aquí mucho más tiempo," dijo Samer. "La infor
El coche avanzaba por las estrechas carreteras rurales, dejando atrás el último rastro de civilización. Agatha miraba por la ventana, sintiendo el peso de la incertidumbre sobre sus hombros. A pesar de la promesa de Samer de mantenerla a salvo, no podía dejar de preguntarse si realmente podrían escapar del alcance de quienes los perseguían.Samer estaba al volante, su expresión fija y seria, mientras Amir estaba en el asiento delantero, observando el camino con atención. No había música, ni ruido, salvo el leve zumbido del motor y el viento que pasaba a través de las rendijas de las ventanas."¿A dónde vamos exactamente?" preguntó Agatha finalmente, rompiendo el tenso silencio que había llenado el coche desde que partieron.Samer tardó un momento en responder, como si estuviera eligiendo cuidadosamente sus palabras. "A un lugar seguro. Es una casa de un conocido de confianza. Nadie nos encontrará allí."Agatha asintió, pero la respuesta no la convenció del todo. Todo le parecía tan am
El camino sinuoso continuaba, aunque el peligro inmediato había quedado atrás. El silencio dentro del coche era palpable, cargado con la tensión del momento vivido. Agatha no podía apartar la vista de Samer, que conducía con la mandíbula tensa y las manos firmes sobre el volante. Amir, aunque parecía más relajado, mantenía la pistola sobre sus piernas, preparado para cualquier eventualidad.El paisaje cambió drásticamente a medida que se adentraban en las montañas. Los árboles se volvieron más altos y frondosos, las nubes se arremolinaban sobre las cimas, y la niebla comenzaba a cubrir la carretera, como si el bosque mismo intentara protegerlos de los peligros que los acechaban."Samer, ¿cuánto más falta?" Agatha rompió el silencio, su voz apenas un susurro.Samer la miró rápidamente por el espejo retrovisor, su rostro suavizándose un poco. "Ya casi llegamos. Es un lugar seguro, lo prometo."Agatha asintió, pero no pudo evitar sentir un nudo en el estómago. Desde que había sido secues
El amanecer en las montañas llegó silencioso, bañado por una luz suave que se filtraba a través de las ventanas de la cabaña. Agatha abrió los ojos lentamente, permitiendo que la serenidad del lugar la envolviera. Por un momento, todo parecía tan tranquilo, como si el mundo exterior no existiera, como si las amenazas hubieran desaparecido con la niebla que cubría los árboles.Pero los ecos de su pasado no se desvanecían tan fácilmente. Las imágenes de su secuestro, las caras frías y sin piedad de sus captores, y la sensación de estar atrapada seguían pesando en su mente, como una sombra que no podía sacudirse.Se sentó en la cama, abrazándose las rodillas. A pesar de todo, no podía negar que algo en su interior comenzaba a cambiar. Samer, a pesar de ser el hombre que la había comprado, también era el hombre que la protegía. No sabía qué pensar de él. Había momentos en que lo veía como su salvador, y otros en los que no podía olvidar que él era parte de su cautiverio.Un golpe suave en
El día transcurría lentamente en la cabaña, con una calma engañosa que hacía parecer que el mundo exterior no existía. Agatha había pasado la mayor parte de la mañana mirando por la ventana, observando cómo las nubes se movían lentamente por el cielo, cubriendo las cimas de las montañas en una danza suave y persistente.Pero en su interior, no había paz. Las palabras de Samer seguían resonando en su mente. Él había sido claro: quería demostrarle que su vida juntos podía ser diferente, que su relación podía evolucionar. A pesar de sus promesas, algo en ella seguía resistiéndose, una parte que no podía dejar atrás el miedo y la desconfianza.Agatha sabía que tenía que tomar una decisión. No podía quedarse eternamente en ese estado de incertidumbre, huyendo constantemente de su pasado y de sus sentimientos. ¿Pero cómo hacerlo cuando su vida había sido arrojada al caos de la noche a la mañana?Cansada de sus pensamientos, salió al pequeño balcón de la cabaña. El aire frío golpeó su rostro
Agatha no pudo conciliar el sueño esa noche. Las revelaciones de Samer se arremolinaban en su mente, como si cada palabra que él hubiera dicho se grabara en su conciencia. Sabía que había algo más grande en juego, algo que la colocaba en una situación mucho más peligrosa de lo que había imaginado.Al amanecer, se levantó y salió del cuarto sin hacer ruido. Necesitaba aire fresco. La cabaña se sentía sofocante, con las paredes cerrándose a su alrededor. Afuera, el rocío cubría la hierba y el aire era frío y limpio. Inspiró profundamente, intentando aclarar sus pensamientos.Samer estaba cerca, lo sabía. Desde la revelación de la noche anterior, él había mantenido una distancia respetuosa, pero ella podía sentir su presencia en cada rincón de su vida. Esa idea la inquietaba más de lo que quería admitir.Minutos después, Samer apareció detrás de ella.“¿No has dormido?” preguntó con voz suave, casi cuidadosa.“No podía,” respondió Agatha sin mirarlo, abrazándose los brazos para protegers
El sonido de la puerta abriéndose resonó en el silencio pesado del pasillo. Agatha sintió un nudo en el estómago mientras cruzaba el umbral, seguida de cerca por Samer. El interior de la sala era oscuro, apenas iluminado por una tenue luz que emanaba de unas lámparas colocadas estratégicamente en las esquinas. En el centro, había una mesa larga de madera pulida y varias sillas dispuestas alrededor.Agatha no sabía qué esperaba encontrar allí, pero lo que veía no le daba respuestas, solo más preguntas. Samer avanzó unos pasos más, hasta detenerse al lado de la mesa, pero no dijo nada. Ella permanecía en la puerta, indecisa, estudiando cada detalle del lugar con cautela.De repente, se escuchó una voz desde la penumbra."Así que finalmente has decidido traerla aquí."Agatha se giró rápidamente, buscando de dónde provenía la voz. Un hombre de mediana edad salió de las sombras, su porte elegante y calculado. Llevaba un traje oscuro, y su mirada era tan fría como la habitación misma. Tenía