La oscuridad de la noche envolvía la ciudad como un manto impenetrable. Samer y Agatha permanecían en el refugio temporal, compartiendo un silencio que hablaba más que cualquier palabra. Ambos sabían que el reloj corría en su contra. Aunque habían logrado adelantarse a sus enemigos en esta ocasión, cada movimiento sentía más pesado, como si las sombras se alargaran tras ellos con la intención de atraparlos.Agatha observaba a Samer desde el otro lado de la mesa. Sus ojos recorrían cada línea del rostro de él, grabándose sus facciones con una intensidad que no podía evitar. En su mirada había algo diferente, una mezcla de determinación y vulnerabilidad que pocas veces había mostrado.—Tenemos que decidir nuestro próximo paso —dijo finalmente, rompiendo el silencio. Su voz era firme, pero había un dejo de cansancio.Samer levantó la vista hacia ella, dejando a un lado los documentos que había estado revisando. En su rostro había un leve atisbo de sonrisa, pero se desvaneció tan rápido c
El sol comenzaba a despuntar en el horizonte, tiñendo el cielo con tonos anaranjados y rosados mientras la villa se desperezaba tras una noche de tensiones. Agatha permanecía en la terraza de la habitación, envuelta en un ligero abrigo, contemplando cómo el día nacía con una serenidad que contrastaba con el caos que había marcado las últimas horas. Las palabras de Samer seguían resonando en su mente: "Confía en mí, pero prepárate para lo que venga".Sabía que esas palabras escondían un mensaje más profundo. Había aprendido a leer entre líneas con él, a interpretar lo que no se decía. La tormenta aún no había pasado, y aunque había logrado desenmascarar varias amenazas, el enemigo parecía jugar una partida interminable.Samer apareció tras ella, con el cabello aún húmedo de la ducha, vestido con una camisa blanca arremangada y pantalones oscuros. Se acercó en silencio, apoyando las manos en el borde de la barandilla.—Es curioso cómo, a pesar de todo, el sol sigue saliendo —comentó, si
El eco de los pasos resonaba en el corredor mientras Samer y Agatha avanzaban con cautela. Los últimos acontecimientos habían dejado un rastro de tensión palpable, pero también habían dado paso a una determinación inquebrantable. Ahora, más que nunca, estaban decididos a cerrar este capítulo de sus vidas, aunque el costo fuera alto.—Samer, espera —dijo Agatha, deteniéndose frente a una puerta blindada al final del pasillo. Su respiración era rápida, pero no por miedo, sino por la adrenalina que corría por sus venas—. Aquí es donde todo termina, ¿verdad?Samer asintió, sus ojos oscuros fijos en el objetivo. Sabía que cruzar esa puerta significaba enfrentar a quienes habían estado manipulando desde las sombras. También sabía que no habría marcha atrás.—Sí —respondió con firmeza—. Aquí es donde todo cambia.Sin vacilar, Samer introdujo un código en el panel junto a la puerta. Un clic mecánico indicó que el sistema había sido desactivado. Lentamente, la puerta se abrió, revelando una sa
Agatha abrió los ojos con dificultad, sintiendo una presión punzante en su cabeza. El aire a su alrededor era denso, impregnado del perfume de flores exóticas, algo que nunca había olfateado antes. Al parpadear, la luz tenue que se filtraba a través de las cortinas de seda la cegó momentáneamente. Se incorporó lentamente, su corazón latiendo con fuerza mientras sus recuerdos comenzaban a fluir de manera desordenada.El último recuerdo claro era de la oscuridad, el sudor frío en su frente mientras la capturaban. La sensación de manos fuertes sujetándola, arrastrándola hacia una furgoneta. El pánico la envolvió como una niebla espesa y aterradora. Intentó recordar más, pero su mente estaba borrosa. Un destello de luz hizo que su mirada se centrara en la habitación que la rodeaba.Todo era de una elegancia abrumadora. La habitación tenía paredes de mármol, y el mobiliario era una mezcla de modernidad y antigüedad, con muebles tallados a mano que podrían haber sido sacados de un museo. Un
Agatha avanzó con cautela por el pasillo, sus pasos resonando en el silencio como un eco de su creciente ansiedad. Las paredes estaban adornadas con cuadros de paisajes impresionantes y retratos de personas que no reconocía. A pesar del lujo y la belleza que la rodeaba, su corazón seguía latiendo con una mezcla de miedo y determinación. La idea de estar atrapada en una mansión tan extravagante no podía calmar la inquietud que la invadía.Al final del pasillo, una gran puerta de madera oscura la esperaba, casi como un portal a lo desconocido. Se detuvo un momento, conteniendo la respiración, antes de empujarla lentamente. La puerta chirrió, y Agatha sintió que el sonido resonaba en su pecho.El espacio que se abría ante ella era un salón vasto y opulento. Un gran candelabro de cristal colgaba del techo, iluminando el lugar con una luz cálida y suave. Los muebles eran lujosos, con tapices que parecían haber sido traídos de algún palacio europeo. Pero Agatha no podía permitirse distraers
El silencio en la mansión era ensordecedor, interrumpido solo por el suave susurro del viento que se colaba por las rendijas de las ventanas. Agatha se quedó en el salón, luchando por controlar el torrente de emociones que la abrumaban. La conversación con Samer había sido intensa, y su presencia, aunque desconcertante, había despertado algo en ella: un deseo de lucha.Mientras la ira se calmaba en su interior, Agatha decidió que no podía permitir que su situación la dominara. No iba a ser una prisionera en el lujo. Necesitaba un plan, una forma de recuperar su libertad. Caminó de un lado a otro, cada paso resonando en el mármol frío, mientras su mente se llenaba de recuerdos de su vida anterior.Imágenes de su hogar en Italia comenzaron a desdibujarse. Recordó la calidez del sol en su piel mientras paseaba por las calles de Roma, la risa de sus amigos en las terrazas de los cafés. Había sido una vida llena de sueños y aspiraciones. Pero ahora, esos recuerdos se sentían lejanos, como
La atmósfera en la mansión se tornó tensa tras la declaración de Samer. Agatha podía sentir que estaba en un juego, uno cuyas reglas aún no entendía del todo. La forma en que él había mirado sus labios mientras hablaba la hizo cuestionarse qué parte de su rechazo lo había intrigado. ¿Era un desafío para él? La confusión se instaló en su pecho, pero sabía que no podía permitir que eso la distrajera de su verdadero objetivo: encontrar una salida.“¿Qué quieres decir con ‘juguemos juntos’?” preguntó Agatha, su tono desafiante. Se acercó un poco más, desafiando la distancia entre ellos. “Porque yo no tengo intención de dejar que esto se convierta en un juego.”Samer sonrió, esa sonrisa que hacía que su corazón se acelerara y su cabeza se llenara de confusión. “Todo en esta vida es un juego, Agatha. Y en este juego, debemos aprender a jugar nuestras cartas correctamente.” Su voz era profunda, como el suave murmullo del mar.“¿Y cuál es tu carta?” preguntó ella, cruzando los brazos en un ge
Los días se convirtieron en una extraña rutina. Agatha se despertaba cada mañana en la lujosa habitación que Samer le había proporcionado, un espacio decorado con elegancia que contrastaba drásticamente con el caos que había invadido su vida. Sin embargo, a pesar de la belleza que la rodeaba, se sentía atrapada en una jaula dorada.Decidida a recuperar parte del control que había perdido, Agatha comenzó a explorar la mansión a solas durante las horas en que Samer estaba ocupado. Cada rincón del lugar parecía tener una historia, un secreto esperando ser descubierto. Mientras recorría pasillos interminables y escaleras adornadas con artefactos costosos, su curiosidad se convirtió en una herramienta para enfrentar su ansiedad.Un día, mientras examinaba una biblioteca repleta de libros antiguos, Agatha se encontró con un diario polvoriento escondido en un estante alto. Al abrirlo, su corazón dio un salto. Las páginas estaban llenas de garabatos, pensamientos dispersos y reflexiones sobre