El hombre frente a ellos, con su traje impecable y una sonrisa calculadora, irradiaba confianza. Sus ojos analizaban cada movimiento de Samer y Agatha, como si ya supiera exactamente cómo responder a lo que fuera que intentaran.—Lamento que esto haya sido necesario —dijo con una voz tranquila—, pero supuse que no vendrían si los invitaba de manera más convencional.—¿Quién eres realmente? —preguntó Agatha, incapaz de contener su frustración.El hombre inclinó ligeramente la cabeza, como si considerara la pregunta innecesaria.—Mi nombre no importa. Lo que importa es lo que represento.Samer lo observó en silencio, sus ojos como cuchillas. Ya había empezado a juntar las piezas del rompecabezas.—Eres el enlace —dijo finalmente, con un tono de certeza—. Eres quien ha estado moviendo los hilos desde las sombras.El hombre sonrió, como si hubiera esperado ese reconocimiento.—Exactamente. Y debo admitir que ha sido fascinante ver cómo intentan desentrañar mi red. Han llegado más lejos de
Las horas siguientes estuvieron llenas de estrategias y discusiones. La oferta del hombre enigmático había puesto a Samer y Agatha en una posición precaria. Si querían salir vivos, debían jugar un juego que no habían elegido.—Sabemos que su red es extensa —dijo Samer, mientras trazaba líneas en un mapa esparcido sobre la mesa—. Pero todos tienen un punto débil. Solo necesitamos encontrar el suyo.Agatha lo miraba en silencio. Aunque confiaba en las habilidades de Samer, no podía evitar sentir que se estaban adentrando en territorio desconocido. Este hombre no era como los demás enemigos que habían enfrentado. Era calculador, un maestro del engaño.—¿Y si nos está observando? —preguntó Khaled desde el fondo de la habitación, sus brazos cruzados—. Gente como él siempre tiene ojos y oídos en todas partes.—Por eso tenemos que movernos con cuidado —respondió Samer sin apartar la mirada del mapa—. Nada de lo que hagamos puede parecer sospechoso.Agatha, sin embargo, no estaba completament
El refugio estaba en completo silencio, roto solo por el zumbido del rastreador que Samer había traído de su reunión con el hombre enigmático. Agatha observaba cómo él y Khaled trabajaban en conectar el dispositivo a un sistema seguro, su mirada fija en el monitor. Aunque se sentía agotada, la adrenalina mantenía sus pensamientos agudos y en constante movimiento.—¿Está funcionando? —preguntó Agatha, rompiendo el silencio mientras se acercaba al escritorio improvisado donde ambos hombres estaban sentados.Khaled frunció el ceño mientras manipulaba un teclado.—Dame un minuto. Este tipo de cosas no se hacen en segundos.Samer, sin embargo, ya había detectado algo en la pantalla.—Ahí está —dijo, señalando un pequeño punto rojo que parpadeaba sobre un mapa digital—. Parece que está en movimiento.Agatha se inclinó para mirar más de cerca. El punto se movía lentamente por las calles de la ciudad, alejándose del lugar donde habían tenido la reunión.—¿Crees que está regresando a su base?
El aire era frío y denso mientras Agatha, Samer y Khaled se acercaban al edificio abandonado que el rastreador había señalado. Estaba rodeado de una cerca oxidada y cubierto por una gruesa capa de vegetación que lo hacía casi indistinguible del paisaje circundante. A simple vista, no parecía ser un lugar relevante, pero Agatha sabía que las apariencias engañaban.—¿Seguro que esto es? —preguntó Khaled, mirando el edificio con una mezcla de escepticismo y desconfianza.Samer asintió mientras ajustaba el auricular en su oído.—El rastreador no miente. Y si esto es una trampa, entonces tendremos que estar preparados.Agatha observó el entorno con atención, buscando cualquier señal de movimiento. Aunque todo parecía tranquilo, no podía sacudirse la sensación de que estaban siendo observados.—Entraremos rápido y saldremos igual —dijo Samer, volviéndose hacia ellos—. Agatha, tú te quedas detrás de nosotros. Khaled y yo nos encargaremos de revisar el lugar.—No pienso quedarme atrás —replic
El trayecto de regreso al refugio estuvo cargado de un silencio tenso. Samer manejaba con los ojos fijos en la carretera, su mente trabajando a toda velocidad para trazar un plan. A su lado, Agatha revisaba los documentos que habían recuperado del puesto avanzado, buscando alguna pista que les diera ventaja. Khaled, sentado en el asiento trasero, limpiaba su arma con movimientos automáticos, como si prepararse para el combate fuera lo único que lo mantenía enfocado.—¿Qué tan confiables son estos datos? —preguntó Agatha, rompiendo finalmente el silencio.Samer suspiró, sin apartar la vista del camino.—Lo suficiente como para preocuparnos. El ataque que planean no es improvisado. Han estado recopilando información sobre nosotros durante meses.—Eso significa que tienen un informante —añadió Khaled, su voz dura como una piedra—. Alguien que ha estado compartiendo nuestros movimientos desde el principio.Agatha sintió que la ira burbujeaba dentro de ella. Habían confiado en su equipo, e
Agatha abrió los ojos con dificultad, sintiendo una presión punzante en su cabeza. El aire a su alrededor era denso, impregnado del perfume de flores exóticas, algo que nunca había olfateado antes. Al parpadear, la luz tenue que se filtraba a través de las cortinas de seda la cegó momentáneamente. Se incorporó lentamente, su corazón latiendo con fuerza mientras sus recuerdos comenzaban a fluir de manera desordenada.El último recuerdo claro era de la oscuridad, el sudor frío en su frente mientras la capturaban. La sensación de manos fuertes sujetándola, arrastrándola hacia una furgoneta. El pánico la envolvió como una niebla espesa y aterradora. Intentó recordar más, pero su mente estaba borrosa. Un destello de luz hizo que su mirada se centrara en la habitación que la rodeaba.Todo era de una elegancia abrumadora. La habitación tenía paredes de mármol, y el mobiliario era una mezcla de modernidad y antigüedad, con muebles tallados a mano que podrían haber sido sacados de un museo. Un
Agatha avanzó con cautela por el pasillo, sus pasos resonando en el silencio como un eco de su creciente ansiedad. Las paredes estaban adornadas con cuadros de paisajes impresionantes y retratos de personas que no reconocía. A pesar del lujo y la belleza que la rodeaba, su corazón seguía latiendo con una mezcla de miedo y determinación. La idea de estar atrapada en una mansión tan extravagante no podía calmar la inquietud que la invadía.Al final del pasillo, una gran puerta de madera oscura la esperaba, casi como un portal a lo desconocido. Se detuvo un momento, conteniendo la respiración, antes de empujarla lentamente. La puerta chirrió, y Agatha sintió que el sonido resonaba en su pecho.El espacio que se abría ante ella era un salón vasto y opulento. Un gran candelabro de cristal colgaba del techo, iluminando el lugar con una luz cálida y suave. Los muebles eran lujosos, con tapices que parecían haber sido traídos de algún palacio europeo. Pero Agatha no podía permitirse distraers
El silencio en la mansión era ensordecedor, interrumpido solo por el suave susurro del viento que se colaba por las rendijas de las ventanas. Agatha se quedó en el salón, luchando por controlar el torrente de emociones que la abrumaban. La conversación con Samer había sido intensa, y su presencia, aunque desconcertante, había despertado algo en ella: un deseo de lucha.Mientras la ira se calmaba en su interior, Agatha decidió que no podía permitir que su situación la dominara. No iba a ser una prisionera en el lujo. Necesitaba un plan, una forma de recuperar su libertad. Caminó de un lado a otro, cada paso resonando en el mármol frío, mientras su mente se llenaba de recuerdos de su vida anterior.Imágenes de su hogar en Italia comenzaron a desdibujarse. Recordó la calidez del sol en su piel mientras paseaba por las calles de Roma, la risa de sus amigos en las terrazas de los cafés. Había sido una vida llena de sueños y aspiraciones. Pero ahora, esos recuerdos se sentían lejanos, como