El sonido de la lluvia golpeando contra las ventanas resonaba por toda la habitación, creando un eco suave y constante que acompañaba los pensamientos dispersos de Agatha. Sentada en un sillón junto al ventanal, observaba las gotas deslizarse por el vidrio, pero su mente estaba lejos de la tormenta exterior. La calma aparente de las últimas semanas parecía irreal después de todo lo que habían vivido, y sin embargo, esa paz inquietante se sentía como la antesala de algo mayor.Llevaba días sintiéndose así, especialmente desde que Samer le había sugerido viajar a Italia para conocer más sobre su familia. La idea la emocionaba y aterraba a partes iguales. ¿Estaba realmente preparada para enfrentar su pasado? La duda la atormentaba.Agatha suspiró profundamente, dejó el libro que tenía en las manos a un lado y se pasó una mano por el cabello. Sabía que algo importante se avecinaba. Aunque había intentado concentrarse en la lectura, su mente seguía divagando. Los secretos sobre su origen,
La decisión estaba tomada, y aunque las palabras ya habían sido pronunciadas, el ambiente en la mansión se sentía más denso de lo habitual. Agatha no podía evitar preguntarse si realmente estaba preparada para lo que venía. Durante tanto tiempo había mantenido las piezas de su pasado en una caja cerrada, un rompecabezas incompleto que temía terminar. Ahora, no había marcha atrás.Samer la observaba desde el otro extremo de la habitación. Lo conocía lo suficiente para notar la tensión que él también intentaba ocultar. Aunque su apoyo era incondicional, Agatha sabía que Samer siempre prefería tener el control de cada situación. Pero en esta ocasión, ni su poder ni su dinero podían asegurar el desenlace de lo que estaban a punto de descubrir."¿Estás segura de esto?" preguntó por enésima vez, mientras la veía preparar sus maletas. La pregunta no era tanto una duda sobre sus intenciones, sino más bien una forma de asegurarse de que ella estaba bien. Samer era un hombre acostumbrado a solu
Roma se alzaba majestuosa ante ellos, con sus edificios antiguos y calles adoquinadas que parecían susurrar historias de siglos pasados. Agatha no podía evitar una sensación de nostalgia y desasosiego al mismo tiempo. Era un lugar familiar y extraño a la vez, como un recuerdo olvidado que empieza a desvanecerse, pero que aún guarda su esencia.Samer, siempre observador, notó el cambio en su expresión mientras caminaban por las estrechas calles. "¿Estás bien?", preguntó en voz baja, respetando el silencio que ella había mantenido desde su llegada.Agatha asintió, esforzándose por mantener la calma. "Sí... Es solo que siento que estoy buscando algo que ni siquiera sé si existe," admitió, intentando explicar el torbellino de emociones que llevaba por dentro. "Es como si algo en esta ciudad me perteneciera, pero no puedo recordar qué es."Él se detuvo un momento, sosteniéndola del brazo, brindándole un ancla en medio del mar de incertidumbre. "Recuerda que no estás sola en esto," le dijo
Agatha se despertó en una habitación que parecía sacada de un sueño. La luz del sol se filtraba a través de las pesadas cortinas de terciopelo, iluminando suavemente los muebles elegantes y el lujoso papel tapiz. Se sentó en la cama, sintiendo el edredón de seda que la envolvía, y rápidamente se recordó a sí misma que no estaba en un lugar común. Se trataba de la mansión de un desconocido, lejos de su hogar, atrapada en una situación que parecía un cruel giro del destino.Con el corazón latiendo rápidamente, se levantó de la cama y caminó hacia el espejo de cuerpo entero que se encontraba en una esquina. Su reflejo la sorprendió; a pesar del desasosiego que sentía, su aspecto era impecable. El cabello, que había estado desordenado y lleno de suciedad durante su captura, caía en suaves ondas sobre sus hombros. Se preguntó quién había cuidado de ella mientras estaba inconsciente, quién había tenido la delicadeza de arreglar su apariencia.Mientras se vestía con la ropa que había dejado
Agatha se adentró en la mansión, sintiendo que cada rincón estaba lleno de secretos. La decoración, aunque lujosa, tenía una calidad inquietante. Las paredes estaban adornadas con retratos de personas que la observaban con miradas intensas, como si conocieran historias que ella no entendía. La opulencia del lugar contrastaba con la confusión que sentía en su interior. Mientras exploraba, la duda la asediaba: ¿Qué lugar ocupaba realmente en el mundo de Samer?Se sentó en un sofá de terciopelo en la sala de estar, con la cabeza llena de pensamientos. La situación en la que se encontraba era una maraña de emociones y preguntas. Samer había insistido en que estaba a salvo, pero, ¿qué significaba eso realmente? La imagen de su rostro, serio y enigmático, aparecía en su mente constantemente. Había algo en él que la atraía, pero también algo que la hacía sentir vulnerable.Con el corazón acelerado, Agatha recordó su primer encuentro. La forma en que él la había mirado en aquella subasta era
El sol brillaba intensamente, iluminando la mansión de Samer con una calidez que parecía contrastar con la tensión que Agatha había sentido en las últimas semanas. Se había decidido a explorar más sobre su nueva vida, a abrirse a las posibilidades que se presentaban ante ella. La incertidumbre seguía presente, pero había una parte de ella que estaba ansiosa por conocer a Samer en un nivel más profundo.Esa mañana, Agatha decidió preparar el desayuno. Se sentía extraña en la cocina de la mansión, un espacio tan elegante y perfectamente diseñado. Sin embargo, había algo reconfortante en la actividad de cocinar. Mientras batía los huevos, recordó las mañanas en su casa de infancia, cuando su madre solía preparar el desayuno para toda la familia. La nostalgia la envolvió en un abrazo cálido, y una sonrisa se dibujó en su rostro.Mientras se concentraba en la tarea, la puerta de la cocina se abrió con suavidad y Samer entró, con una expresión de sorpresa al encontrarla allí.—No sabía que
Los días siguieron avanzando, y Agatha se encontraba en un constante vaivén de emociones. La conexión que había comenzado a establecer con Samer la llenaba de una extraña mezcla de felicidad y ansiedad. Había momentos en los que se sentía completamente a gusto, y otros en los que la duda se apoderaba de ella. ¿Realmente podía confiar en él? ¿Podía abrir su corazón sin miedo a ser lastimada? Un día, mientras trabajaba en su habitación, decidió tomarse un descanso y salió a la terraza para disfrutar de la vista. El aire fresco y la luz del sol le daban un respiro a su mente. Mirando hacia el horizonte, recordó su vida anterior: la rutina, la monotonía, y cómo había anhelado un cambio. Pero en su búsqueda de algo nuevo, ¿había dado un paso demasiado grande? Justo en ese momento, Samer apareció en la terraza, interrumpiendo sus pensamientos. Su presencia era tan imponente como siempre, y Agatha sintió que su corazón latía más rápido. —¿Todo bien? —preguntó Samer, acercándose con su h
El sol brillaba con fuerza en el cielo, y Agatha se despertó con una sensación de renovada energía. Había decidido que, a pesar de las dudas que la habían perseguido, estaba lista para dar un paso hacia adelante en su relación con Samer. El día anterior había sido un punto de inflexión, y su corazón latía con un optimismo que no había sentido en mucho tiempo.Tras una ducha rápida, eligió un vestido ligero que realzaba su figura y, al mirarse en el espejo, sonrió. Había algo diferente en su reflejo, una chispa que irradiaba confianza. Cuando bajó a la cocina, encontró a Samer disfrutando de un café, su mirada se iluminó al verla.—Buenos días —dijo él, su tono cálido y acogedor.—Buenos días —respondió Agatha, sintiendo mariposas en el estómago.Samer se levantó y le ofreció una taza de café.—¿Lista para un día emocionante? —preguntó, guiñándole un ojo.Agatha se sonrojó, recordando su conversación del día anterior.—Siempre que sea contigo, sí —dijo, sintiendo que cada palabra reson