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Capítulo III La segunda Guerra.

Capítulo III

La Segunda Guerra. 

Neptuno Wolf

– Padre ¿Qué sucede? ¿Por qué estas discutiendo? – Le dije a mi padre mientras que observaba a un hombre, delante de ese hombre estaba mi prometida, Melinda Milet, por lo que quise preguntarle pero algo me dijo que me abstuviera de ello. 

– ¿Padre? Por favor no me digas que eres hijo de Erick. – Me dijo Melinda. 

– Sí. Amor te presento a mi padre, él es el señor Erick Wolf un empresario de acá, jefe de una pequeña comunidad ubicada en las montañas no muy cerca de aquí. – Le respondí con una sonrisa, pero ella tenía una expresión sombría en su rostro –. Amor, ¿Te sucede algo? ¿Estás bien? 

– ¡NO! ¡NO PUEDO ESTAR BIEN! – Me respondió a gritos. 

– Amor por favor, dime que te sucede. No eres de actuar así. 

– ¿Este el hombre con el cual te piensas casar? – Cuestionó el hombre que parecía ser su padre. Por otro lado mi madre se acercó a mí con sumo silencio por detrás, y cuando iba a acercarme a Melinda me tomó junto con dos de mis hermanas. A pesar de que yo podía soltarme fácilmente no quería hacerle daño a ninguna, por lo que me deje arrastrar. 

– ¿Qué sucede? – Les pregunté –. Por favor suéltenme. Necesito saber que está pasando.

– ¿Por qué demonios tu hijo no huele a hombre lobo? – Preguntó el hombre que parecía el padre de Melinda, una mujer que creo era su madre, y otras que no sé si eran sus hermanas o siquiera familia se acercaron a ella, mientras que Melinda lloraba mucho. 

– ¡¿QUÉ RAYOS SUCEDE?! – Pregunté extremadamente molesto, por mis gritos y los gritos de Melinda, las personas se estaban acercando, al ver la escena, mis hermanos empezaron a llevarme en dirección al carro de mi padre, mientras que mi padre se quedaba hablando con los presente –. Nadie piensa decime que sucede. ¿Es de verdad? Ella es mi prometida y este es mi matrimonio, por lo que por favor pueden dejar de hacerme esto. 

¡Paff! 

Lo que recibí fue una fuerte cachetada de una de mis hermanas: – Eres un idiota, eres el único hombre lobo netamente de la familia y por generaciones… y no puedes reconocer a un vampiro a primera vista. 

– Ni a segunda, y menos a tercera. – Añadió otra de mis hermanas. Mientras que ellas hablaban pude observar por detrás de ellas, primero que mi madre regresaba a toda velocidad hacia dónde estaba mi padre, luego que mi padre y el hombre que parecía el padre de Melinda estaban discutiendo de forma acalorada, pero sin gritar, mucha gente los observaba. Pero justo en ese momento pensé “Él preguntó cómo era posible que yo no oliera a lobo, además le hizo la pregunta a mi padre, y por otro lado no me miró fijamente.” Y sentí el miedo en su mirada,

– Son vampiros… ¿Ellos son vampiros? ¿Cierto? – Cuestioné. 

– Sí. Y no son cualquier clase de vampiro, él es Ricardo, es el Rey de los Vampiros del Norte, y uno de los mayores enemigos de nuestro padre. No sé si eres consciente de todo esto, pero en realidad el hecho de que él sea el Rey y tú te ibas a casar con su hija, es decir con una de las princesas, y lo peor del caso es que ella no sabía que eras un hombre lobo. A decir verdad, eso es imposible, además siempre nos han reconocido, recuerdo en la clase de espías que siempre te evito enviar a los espías muy cerca de algún lugar dónde hubieran vampiros porque siempre los percibían así fuera solo una pequeña porción, pero a ti, ni ella ni su padre, y por lo que observé en el rostro de los demás nadie logró identificarte. El terror estaba escrito en sus rostros. – Dijo mi hermana. 

La verdad es que hasta yo estaba muy perturbado con esto, siempre supe que las cosas eran diferentes conmigo, pero él olor a muerte que tenía conmigo eran pocas las veces que se quitaba, aún no había estado con Melinda, pero si habíamos estado uno muy cerca del otro, y ella nunca dijo nada ni siquiera parecido. Además el rostro de su padre tenía una expresión de perturbación en su rostro, y no solo él, sino todo el mundo, la verdad es que todas las personas que estaban con ellos tenían esa expresión de desconcierto, de temeridad y de miedo. No sabía por qué era, pero allí estaba. 

Me levanté molesto, no iba a dejar que anda ni nadie impidiera que me fuera a casar o si quiera que estuviera con Melinda, ni siquiera mi familia ni esa sandez de que éramos dos razas distintas, eso no lo iba a tolerar, por lo que iba a ir dispuesto para que me entregaran a mi prometida. Mis hermanas vieron la intención y enseguida me lanzaron una mirada de odio. 

– Neptuno, no puedes hacer eso, mejor dicho no debes de hacerlo. Estoy segura de que mi madre está evitando una guerra en este momento, no es necesario que vayas tú a hacer un escándalo mayor, por lo que no debes de ir. – Dijo mi hermana.

– Lo siento, pero nunca he seguido sus reglas y lo saben, no voy a dejar que mi amor se vea empañado solo porque todos ustedes quieren entrar en guerra con los vampiros. – Les dije, pero al mirar hacia el frente me detuve en seco, mi padre se acercaba a grandes pasos con una mirada de terror fijada en mí, era claro que sí no fuera su hijo me hubiera matado en ese instante.

– ¿Tienes una idea de lo que acabas de hacer? – Me dijo mientras tomaba el cuello de mi camisa y me encaraba con él – El tratado solo se firmó ayer… ¿entiendes eso? Ayer, y los vampiros dicen que rompimos el tratado por habernos metido no solo en su territorio sino por influir en las normas de su comunidad, esto quiere decir que estamos perdidos, perdidos… 

– Erick, cálmate por favor. No todo está perdido, la verdad es que podemos lograr que la guerra no ocurra, además el falló también ha sido de ellos, su hija también violo lo mismo que nuestro hijo. El tratado ha sido violado por ambas partes, hay algo que se puede hacer. – Le dijo mi madre mientras lo tomaba por las manos para que me soltara, y funcionó lo hizo en un instante. 

– Nunca fui a esa absurda academia de lobos, nunca supe olfatear a un vampiro a kilómetros, y nunca supe cómo eran asesinados, solo sé que no puedo matar a un vampiro, además no me interesa que Melinda sea uno de ellos, la amo y no permitiré que nadie nos separe. – Dije con convicción. 

– Solos eres un simple cachorro tonto, no tienes ni idea de la implicación de todo esto, las magnitudes, estamos en guerra de nuevo y es por tu culpa, el gran consejo querrá despedirme. – Me respondió mi padre. 

– ¿Qué sucedió con Melinda? – Cuestioné sin muchos miramientos, solo quería saber que había sido de la mujer que amaba. 

– Ella no tiene que importarte, es un vampiro, un asqueroso chupasangre, son de la raza que ha acabado con millones de los tuyos. Sabía que esa vida extraña que llevabas iba a tener grandes consecuencias tarde o temprano, aunque nunca pensé que las cosas fueran a llegar a este punto, dónde todo lo que he creado ha sido destruido solo por un simple amor. – Ya me había molestado, no estaba pensando bien por lo que me enfurecí mucho. 

– He preguntado qué sucede con ella, ¿qué ha sucedido? No entiendo mucho porque nunca he estado pendiente de su mundo, porque sí, me parece absurdo, solo cazar y matar y comer y ya, mientras que el mundo de los humanos es mucho más amplios, la verdad es que las cosas que suceden en este mundo son miserables y tienen muy pocas cosas necesarias para la vida. Quiero saber qué demonios paso con Melinda. – Dije disgustado, sin miramientos a la expresión de mi padre, de mi madre y de mis hermanas, que ya estaban todas en el lugar, además estaban varios otros licántropos que eran parte del gobierno establecido por mi padre. Todos se quedaron boquiabiertos al observar mi reacción, e incluso me percaté que aquel hombre que parecía el padre de Melinda seguía mirando en mi dirección. 

Caminé por entre las personas que se encontraban allí, mi padre no logró detenerme, o no quiso, realmente no sé cómo sucedió, pero la verdad es que no lo sabía muy bien, el resto de los presentes solo hizo lo necesario para apartarse de mi camino, y justo en ese momento me di cuenta de que cualquiera que estuviera frente a mí se apartaría, sentí mi aroma de muerte más fuerte que nunca. 

Sin embargo no le presté atención y seguí el camino en dirección a aquel hombre que parecía el padre que mi prometida, todos se habían apartado del camino, ya nadie quería si quiera acercarse, y por primera vez en mi vida, no quería que nadie lo hiciera, no sé muy bien que era aquello que los estaba asustando tanto, que hasta los vampiros parecían aterrorizados, pero sin embargo ninguno de ellos dio marcha atrás.

– ¿Dónde está Melinda? – Cuestioné sin dudarlo, ahora ella era mi prioridad, y haría cualquier cosa, primero por protegerla y segundo porque ella quería que ella estuviera a mi lado el resto de mi vida. 

– Eso no es de tu incumbencia, pequeño sarnoso, además quiero que te olvides de Melinda, no quiero tener más problemas, ya desataste una guerra, lo mejor será que nunca pienses en verla de nuevo. – Respondió el hombre. 

– Ya desate una guerra por amor. Así que no dejare que nadie nos separe. La amo con todo mi corazón. Y si tengo que librar una guerra para estar con ella, pues lo haré sin ningún remordimiento. 

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