―Así es cachorra ―respondió el segundo beta de Alastor ―Me dijo que, si ustedes dos decidían marcharse, mi padre y yo deberíamos quedarnos con su majestad, por lo que nos pidió que, por favor, llamaras a tus betas ―― ¿A dónde fueron? ―preguntó Anna curiosa―Papá les aseguró que éramos suficientes, así que les sugirió ir a pasear por el centro ―respondió Cole―Oh, bueno, si ese es el caso, creo que lo mejor será dejarlos disfrutar, Dante y yo tenemos a Lys ―dijo dirigiendo su mirada hacia el beta, el cual, seguía discutiendo con Dante ―Creo… ――Anna, ahora eres una princesa ―le recordó Dasha ―No puedes andar por ahí sin ningún tipo de protección, sobre todo, por cómo se encuentran las cosas ahora mismo en Arcadia ―― ¿A qué te refieres tía Dasha? ―preguntó Anna extrañada―A que aún no es seguro para ti ―respondió Dante, quien las había alcanzado a escuchar ―Aún no han capturado a todos los hombres de Arioch, sin mencionar aquellos que, según lo que descubrió el alfa, eran fieles segui
Asintiendo, Anna soltó un suspiro y comenzó a relatarles a Lysander y a Dasha lo que había sucedido.Como de costumbre, Lysander hacía demasiadas preguntas, deseando saber hasta al más mínimo detalle, lo que sólo ocasionó que Dante gruñera irritado en más de una ocasión.Dasha, por su parte, preguntaba principalmente por Zeth y su salud durante la ejecución del plan, dejando en evidencia el amor y la preocupación que sentía por su hijo.Tras aquella conversación, para Anna fue más evidente que, sin importar cómo se había dado la situación, ambos se veían como una familia.― ¡Anna! ―gritó una mujer pelirroja desde el mostrador cuando todos entraron al café― ¿Me-Melba? ―preguntó Anna con sorpresa cuando la mujer la cubrió en un fuerte abrazo ― ¿Qué haces aquí? ―― ¿Qué más va a ser preciosa? ¡He venido a cuidar a mi preciosa familia alfa! A donde ustedes vayan, iré yo ―dijo sonriente ― ¡Oh! Y claro, también he venido a cuidar al necio de mi hijo, que ha decidido unirse al ejército con
―Demasiado, incluso, el pobre sudaba demasiado ―se rio Dasha ―Sin embargo, una vez que mi hermano entró a revisión, Arioch y yo fuimos a la sala de espera, donde nuestra conversación fluyó con gran naturalidad, casi como si nos conociéramos de toda la vida, honestamente, pese a los tropiezos, aquel encuentro fue perfecto ― ― ¿Cómo era él con mi padre? ―preguntó Anna ―Oh, Arioch estaba enamorado de Alastor, recuerdo que, durante su primer año, él y yo estuvimos viviendo en el palacio porque él no podía separarse del cachorro, con decirles que Arioch lo cuidada más que el propio Max ― “Tal vez por eso papá se siente tan traicionado” ―gruñó Amara ― “Arioch lo quería tanto y él de repente cambió y se volvió todo lo opuesto…” ― ―Recuerdo perfectamente que, cada noche que el pequeño lloraba, el primero en llegar a la habitación para revisarlo, era mi Arioch… ― ― ¿Sucede algo? ―le preguntó Dona al percatarse que la voz de la mujer comenzaba a temblar ―Es solo que, en el mundo, no había
Cuando la mujer asintió, Dona y Melba la ayudaron a ponerse de pie antes de guiarla a la cocina, dejando solos a los jóvenes, quienes parecían tener demasiadas emociones contenidas. ―No puedo creerlo ―gruñó una muy indignada Anna cuando las mujeres desaparecieron tras la nueva puerta de la cocina ―Ese tal Samael está muy mal de la cabeza ―masculló Lysander ―Pese a lo que nos contó y a lo que vivió, la señora Dasha parece estar muy segura de que Arioch jamás la traicionó, pero su estado de salud dice otra cosa… ―susurró Dante ―Me pregunto, ¿qué diablos pasó realmente en Interlunio? ― ―Creo que muy pronto lo sabremos ―dijo Jared señalando con la cabeza el exterior del café, donde un lujoso auto de color negro se detenía frente a ellos ― ¿Abuelo? ―preguntó Nero poniéndose de pie al igual que Gino al ver que Eros bajaba del lado del copiloto antes de dirigirse hacia la entrada ―Hola, buenas tardes ―dijo Eros en voz alta, saludando a todos aquellos que se encontraban en el local ―Hol
Al notar que su abuelo parecía realmente desanimado, Anna se apresuró a tomar la mano de Máximus para captar su atención.―Todo saldrá bien abuelo ―le dijo Anna quedamente ―Ahora estamos todos juntos, y así, todos juntitos, enfrentaremos todo lo que se nos lance ――Tienes razón ―dijo Máximus clavando sus ojos en los de su nieta, ―Nos apoyaremos como la familia que se supone somos ―― ¡Obvio! ―exclamó Anna con una cálida sonrisaTras aquello, Anna y Máximus optaron por hablar de otras cosas, o al menos, Máximus, pues Anna, se mostraba deseosa por conocer más sobre el dichoso consejo.Derrotado por el encanto de su adorada nieta, Máximus comenzó a brindarle información sobre el consejo real, por ejemplo, el cómo y el por qué se había formado aquel grupo.Le explicó que, llamar al consejo, era algo de último recurso, pues aquello significaba sacar a los antiguos reyes de su retiro y varios de ellos tenían siglos de haberlo hecho, la propia Claire entre ellos.Sin embargo, cuando el probl
―Puedo entenderlo abuelo, y no es ingenuo de tu parte ―sonrió Anna ―Yo haría lo mismo con Gino, más que mi beta, es mi mejor amigo, mi guardián y mi maestro ――Me alegra que tengas a alguien como él como tu beta ―sonrió también Máximus ―Espero que Nero pueda ganarse esa confianza algún día ――Claro que sí ―respondió Anna con seguridad, después de todo, Nero la había estado protegiendo en Interlunio y la había apoyado en cada una de sus decisiones ―Pero, volviendo al tema, entonces, ¿tú le pediste a Eros que moviera tus cosas? ――Así es ―respondió Máximus ―Tras perder el control la primera vez, le pedí que, si algún día llegaba a pasarme algo y no podía recuperarme, él personalmente debía hacerse cargo de mover toda la herencia de los reyes y todo lo relativo a ellos a un lugar seguro ―― ¿Por qué no lo escondiste aquí en primer lugar? ――Porque no lo creí necesario ―respondió Máximus con sinceridad ―Confiaba en mi familia y en mi gente, así que, a diferencia de mis antecesores, quiene
―Atenea era amante de los combates, por lo que jamás dudaba en inmiscuirse en una batalla si así se le pedía ―dijo Máximus con una pequeña sonrisa ―A diferencia de Claire, quien era conocida por el título de la reina pacifista, Atenea era conocida como la diosa del campo de batalla ――Tal y como la propia diosa ―masculló Anna con una sonrisa al notar que, a diferencia de Claire, quien llevaba un bonito vestido color crema, Atenea llevaba puesta una armadura―Exactamente ―respondió Máximus―Diosa, tiene una mirada feroz ―susurró Anna antes de acercarse por fin a su abuelo ― ¿Qué buscas exactamente? ――Un libro de tapa negra ―masculló Máximus antes de tomar un libro que parecía muy antiguo― ¿Qué hay en él? ―preguntó Anna antes de comenzar a rebuscar entre un montón de libros que se encontraban en la mesa―Es mi diario, tiene mis iniciales con letras doradas en el lomo ―respondió Máximus antes de regresar a las estanterías― ¿Podré leerlo, aunque no sea una reina todavía? ―preguntó Anna
Gracias al recorrido previo que habían hecho antes, Anna sabía que debía dirigirse directamente a la oficina de Arioch, el único lugar que tenía una línea telefónica intacta. Por lo que, con el corazón latiendo en la garganta debido a los nervios, la joven princesa subió las largas escaleras hasta el segundo piso.Con cada paso que daba, Anna sentía como la emoción recorría sus venas.Iba a hablar con los antiguos reyes y no sólo eso, ¡iba a ser ella quien los convocaría!―Vaya, aún huele a sangre… ―susurró Anna al entrar a la oficina de Arioch“Pobre doctor” ―gruñó Amara―Debió ser horrible el desangrarse hasta la muerte ―masculló Anna al inclinarse sobre la alfombra, en la cual, aún podían verse algunas manchas del símbolo que Samael había dibujado con la sangre derramada del doctor Einar“Sobre todo, al enterarse que fue sacrificado para invocar a un demonio”―Cierto… ―susurró Anna, quien, tras soltar un suspiro, se dirigió al escritorio de Arioch, donde, tantas veces, lo había vis