Capítulo 2.3: Mía.

Aquella noche, tras acordar que el siguiente paso en el plan era que Anna se acercara a una de las criadas, Zeth y Nero volvieron al palacio, por su parte, Cole se unió a Byron y a Ragnar para vigilar el lugar, mientras que Eros, se encerró con Máximus en su oficina.

Dante, por su parte, no regresó a su diminuto apartamento en el centro, si no que se había quedado en la finca por petición de Máximus, quien al ver como el rostro de su nieta se consumía por la tristeza de ver a su compañero marcharse, le pidió pasar la noche en casa.

―Cariño, vuelve a la cama ―dijo Dante tras observar la figura de su compañera por largo rato

Anna, quien se había sentado sobre el alfeizar de la ventana, negó con la cabeza lentamente, por lo que, al notar un ligero temblor en su cuerpo, Dante se levantó y se apresuró a ir a acomodarse detrás de ella para abrazarla por detrás.

― ¿Qué sucede? ―le preguntó con voz queda antes de besar su marca

―No quiero ser una Diana ―dijo Anna con voz débil

―No es lo mismo
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