Captíulo 7.4: Bala de plata.

Tras el disparo, Arioch sintió un pequeño dolor, casi una molestia, incluso, casi pudo afirmar que el dolor de haber caído sobre el asfalto había sido más intenso.

Sintiendo como su abdomen comenzaba a empaparse rápidamente por la sangre, Arioch se lamentó el no haber podido haber hecho nada por su familia, sin embargo, recordando que él mismo había dado la orden de huida tras su muerte, una extraña calma se apoderó del consejero real.

― ¡¡ANNA!! ―volvió a escuchar el grito desesperado de un joven, el cual, fue seguido de un dolorido gimoteo

― ¿Cachorra? ―preguntó Arioch con angustia, pues al abrir sus ojos, pudo apreciar como su sobrina, perdía su transformación ―Por Selene, cachorra, ¡háblame! ―

― ¿T-Te encuentras bien? ―preguntó Anna en un débil jadeo al mismo tiempo que intentaba incorporarse, sin embargo, un agudo dolor en su vientre se lo impidió ―Creo… Creo que tuvimos suerte de que su tirador fuera tan malo ―

― ¿¡Cómo se te ocurrió hacer esto!? ―preguntó un desesperado Arioch,
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