Llegó a su cuarto y se puso su pijama. No tenía mucho sueño. Tomó un libro , que había comprado en una librería de Londres, una novela de misterio. Comenzó a leerlo sin ganas. Se trataba de un multimillonario que había sido misteriosamente asesinado y todas las pistas dejaban como único sospechoso, a su esposa… “Típico” Pensó Eleanor “Se muere un viejo ricachón, casado, y en quien piensan como asesina? En la joven y escultural esposa”. Siguió leyendo. A medida que leía se le hacía imposible dejarlo… la trama se ponía mas interesante… cuando el asesino estaba a punto de matar a la joven viuda, el golpe de la puerta le hizo dar un pequeño gritito y sobresaltarse. Miró el reloj. Eran las 8. La puerta volvió a golpearse y ella se acomodó en la cama para seguir leyendo. Se había acurrucado en la cabecera, sentada y con las piernas apretadas a su estómago. El pijama que vestía era de frisa, con florcitas, y sus adoradas pantuflas en los pies. Sin mirar a la puerta, siguió leyendo. La puerta
Quería más. Era algo que nunca había pasado por su mente, pero ahora que estaba viviendo con Carlisle, a Eleanor se le hacía mas fácil pensarlo y desearlo. El sexo con Carlisle Stone, y en esto odiaba darle la razón a él, era empresarial. No podía entender como había dejado de pensar en Kalem. Hasta dudaba de que los sentimientos hacia su antiguo novio hayan sido verdaderos. Tampoco creía sentir amor por Carlisle. Pero este, había despertado algo en ella que nunca podría creer tener… había despertado la lujuria. Se sentía con la necesidad de tener sexo con su esposo a cualquier hora del día.Llegó a su trabajo como siempre, aunque con menos ganas. Carlisle, una vez terminado el desayuno, la habia ignorado completamente y se habia ido de la casa rumbo a su trabajo. “Al menos hubiera esperado un beso” Pensó, mientras dejaba su capa en el perchero y se disponía a empezar la jornada. Suspiró. Tenía en frente una veintena de carpetas con informes que redactar, y otra tanda de archivos que
El horario de llegada siempre estaba pautado para las seis. Ni un minuto más. Eleanor era conciente del aluvión de reproches que tenía que soportar cada vez que rompía las normas. Así que, muy a su pesar, dejó de charlar con su cuñada y se dirigió hacia su casa. Apareció en el parque de la esquina y se apresuró en dar los pasos que la separaban de su hogar. Se extrañó de no ver el coche de Carlisle en el jardín. Entró rápidamente y se quitó el abrigo. Arnold como siempre la esperaba cerca de la entrada para recibir sus pertenencias. Ella le sonrió, mientras el hombre hacía una exagerada reverencia. Sin decir nada, se acercó a la chimenea. Estaba segura de que él no estaba… aun no regresaba de su trabajo. Se sintió nerviosa. No sabía como iba continuar su relación con Carlisle. El era tan impredecible. Winky Apareció desde la cocina, trayéndole una taza de té. Ella lo agradeció.Dime Winky¿el señor se encuentra en casa?No mi señora — dijo la elfina mirándola a los ojos.— El señor llam
El horario de llegada siempre estaba pautado para las seis. Ni un minuto más. Eleanor era conciente del de que tenía que soportar cada vez que rompía las normas. Así que, muy a su pesar, dejó de charlar con su cuñada y se dirigió hacia su casa. Apareció en el parque de la esquina y se apresuró en dar los pasos que la separaban de su hogar. Se extrañó de no ver el coche de Carlisle en el jardín. Entró rápidamente y se quitó el abrigo. Arnold como siempre la esperaba cerca de la entrada para recibir sus pertenencias. Ella le sonrió, mientras el hombre hacía una exagerada reverencia. Sin decir nada, se acercó a la chimenea. Estaba segura de que él no estaba… aun no regresaba de su trabajo. Se sintió nerviosa. No sabía como iba continuar su relación con Carlisle. El era tan impredecible. Winky Apareció desde la cocina, trayéndole una taza de té. Ella lo agradeció.Dime Winky¿el señor se encuentra en casa?No mi señora — dijo la elfina mirándola a los ojos.— El señor llamó para decir que s
Los días pasaron sumidos en una total indiferencia entre ambos. Más de Carlisle para con Eleanor. El se pasaba todas las noches fuera de la casa. Y ella se la pasaba dando vueltas en la cama, sin dormir, producto del desconsuelo. A veces rogaba que Carlisle abriera la puerta y le hiciera el amor… pero sabía que eso nunca se daría. ¡El estaba feliz con su querida Sara! Las cenas o los almuerzos eran en silencio. Ni los sirvientes emitían sonido alguno. Carlisle comía y se largaba a su escritorio o la cita de turno, y Eleanor se mantenía firme en su lugar, rogando que el tiempo pase lo suficientemente rápido para largarse de allí. Lo único que la mantenía con ánimos, era la ilusión de saber que sus padres muy pronto estarían con ella como antes… como siempre. Pero, a pesar que lo odiaba, no podía dejar de esperarlo en las noches. Era algo adictivo. Haber probado las mieles del sexo con Carlisle había sido contraproducente para ella. Y lo odiaba más por eso. Porque él había logrado alter
David se paseaba nervioso de un lado al otro de su sala. Sandra, estaba sentada en una butaca cerca del dorado, miraba a su esposo… él estaba rubio y murmuraba cosas sin sentido. La mujer se preguntó que le habría sucedido cuando se comunico con Carlisle. Sin poder elucubrar una posible respuesta, vio como la chimenea se iluminaba con el verde de los flu, y que Carlisle salía, descalzo, sin camisa y con el pantalón prendido pero con el cinto desabrochado. El joven miró a Sandra, que Aun tenía los ojos bien abiertos por la sorpresa, y luego a David, que le esquivaba la mirada, y sin más, rió aparatosamente. David se acercó, diciéndole algo, pero como Carlisle no paraba de reír, le dio una colleja en la nuca. Carlisle dejó de reír y lo miró.¿Y ahora por qué me pegas? — preguntó, sobándose la parte de atrás de la cabeza.¿No era que tenías un perfecto plan de venganza? — él asintió — ¿así te tomas revancha de tus enemigos? — él sonrió — ¡Dios, estás perdido! — dijo golpeándose la frent
Los días para Carlisle se volvían inmensamente desesperantes, porque la mayor parte del tiempo se la pasaba pensando en todo lo que ocurría la noche anterior con su rubia. Los negocios ya no le importaban, su intención de humillarla y dejarla en ridículo quedaban en la nada, cada vez que llegaba a su casa, y se encontraba con esa mirada brillante, esa mirada que le hacia pensar que ella tal vez… sacudía su cabeza, tratando de convencerse que eso era solo una ilusión. Era casi imposible que ella se enamorara de él. Sabia que no estaba haciendo las cosas bien. Tenía esa necesidad de hacerle entender que la amaba, pero estaba esa parte siniestra, dolida, que clamaba por sangre. Por otro lado, estaba aun latente, las palabras de David “¿Qué pasaría cuando Kalem y ella se encontraran?” Trataba en vano no pensar en eso. Si ella se fuera con ese infeliz hurón… respiraba entrecortadamente cada vez que esa imagen venía a su mente. Sentía que cada célula de su cuerpo, se revolucionaba, de solo
No tengo tiempo para estas estupideces Sara — Ella sin embargo, ponía empeño, pero Carlisle no podía concentrarse en otra cosa que no sea el ruido de unas voces que discutían en la sala de espera. ¡Me importa poco que él este ocupado, quiero verlo, y voy a pasar ahora! — dijo una voz demasiada ofuscada mientras abría la puerta y quedaba de piedra. — Vaya¡Perdón la interrupción, de tan ardua jornada de trabajo! Eleanor — dijo Carlisle empujando a Sara, quien protestó, por el brusco movimiento. ¿Qué, acaso no te enseñaron a tocar la puerta? — dijo esta acomodándose el vestido. Eleanor tenía un pelotón de lágrimas a punto de asaltar su rostro, cuando miró a su esposo, tratando de limpiarse el color rubio que esa mujer le había dejado en sus labios. Luego lanzó una furibunda mirada a Sara. ¿Y a ti no te enseñaron a ser menos zorra? — espetó con furia. No quería volver su mirada hacia Carlisle. Eleanor… déjame que te explique… — solo dijo. Ella levantó la mano, imponiendo silencio, y