Sam, quien iba al volante del vehículo en el que viajaban los alfas, mantenía una distancia considerable, pero lo suficientemente cerca del vehículo donde se encontraba su luna. Iba tranquilo, pensando que su luna ya debía haber comprendido que era la pareja de su alfa.“Roland, ¿cómo va todo?”, preguntó al primer beta por el enlace.“Mmm… Nuestra luna lo está comprendiendo”, respondió Roland con la misma tranquilidad, ya que había estado escuchando cómo las lunas Elena y Lynn le explicaban a Cristal sobre su mundo.“¡Excelente! Ya no tendremos que seguir persiguiéndola”, mencionó Sam, aunque su felicidad no duró mucho, pues pocos minutos después de preguntarle a Roland, el vehículo frente a él se detuvo abruptamente.— ¡¿Qué está pasando?! — preguntó Kogan, alarmado por lo que acababa de suceder.— ¡Es la luna! — dijo Sam de inmediato, mientras aparcaba el auto. Todos vieron cómo Cristal salía del vehículo muy alterada, corriendo hacia el inmenso bosque. Observaron a Elena correr tras
— ¿¡Qué fue eso!? — preguntó Elena, preocupada, al escuchar un árbol caer.Habían pasado varios minutos desde que Rax corrió detrás de Cristal.— ¿Crees que le hará daño? — preguntó Lynn.— No lo creo, es su compañera — respondió Tou. Todos esperaban pacientemente cerca de los vehículos a que Rax volviera con su luna fugitiva.— Tenía los ojos rojos; eso no es bueno. Nunca lo había visto así — dijo Elena, con una profunda preocupación en su rostro. Minutos después, se escuchó un fuerte grito. — Iré por ella —.— Es su luna; ellos deben resolver sus problemas — la detuvo Hiro, sujetando su brazo.— ¡Pero Cristal apenas lo está asimilando! ¿Acaso no la viste? ¡Estaba aterrada! Rax debe comprenderlo —.— Es decisión de ella creerles a las buenas o, en este caso, a las malas — mencionó Hiro.— Él no piensa rechazarla. Debemos hacer que lo acepte. Ya se apareó con ella; su lobo no resistirá mucho tiempo alejado de su pareja — informó Tou.— ¡Ha sido una semana agotadora! — espetó Roland, ll
Había pasado casi un día, y Cristal aún no despertaba. Kogan, acompañado de sus hermanos y sus lunas, permaneció toda la noche junto a ella, velando en silencio.Cristal había tenido algo de fiebre, pero nada que indicara que estuviera en peligro de muerte. Kogan se encontraba intranquilo, preocupado por su estado y molesto con su lobo.— ¡Definitivamente, es tu luna escogida por la Diosa! — mencionó Hiro, acompañando a su hermano mientras hacían un recorrido por la manada para calmar su angustia. — Si hubiera sido solo un capricho, ya estaría muerta —.Está prohibido marcar a las humanas porque la fuerza del vínculo con un licántropo es tan poderosa que ellas no sobreviven más de unas pocas horas.— La mordiste por la espalda, del lado incorrecto del cuello. Su herida va cicatrizando lentamente, y está tomando el color oscuro típico de la marca. Nunca dudé que ella fuera mi luna — afirmó Roland, quien caminaba a su derecha.— Hermano, sé que estás preocupado, pero debes estar tranquil
Cristal se encontraba nuevamente en ese sendero oscuro. En su búsqueda por encontrar la forma de salir de aquel extraño sitio, logró visualizar una cinta de color rojo brillante. La siguió, sabiendo que la guiaría a donde pertenecía. Mientras caminaba, alcanzó a ver el final de la cinta; al acercarse, distinguió que la cinta se detenía justo en el cuello de una silueta envuelta en oscuridad. Aquella silueta comenzó a avanzar, revelando a Kogan.El extremo de la cinta terminaba justamente en el cuello de él. Cristal buscó con la mirada al lobo que había visto antes, sin hallarlo. De repente, una fuerte brisa la sacudió, y vio cómo una especie de humo negro recorría el cuerpo de Kogan. En cuestión de segundos, el inmenso lobo negro se hizo presente.Cristal retrocedió con temor, recordando sus últimos encuentros con ese animal, él la perseguía como un cazador acechando a su presa. Recordó sus ojos rojos y la mordida en su cuello. Deseaba correr, pero se abstuvo al ver que la cinta roja r
Después de unas horas, Rax le devolvió el control a Kogan. Él observó a su pareja, que miraba tranquilamente por la ventana. Trató de leer sus pensamientos, pero por más que lo intentó, no pudo hacerlo. No entendía cómo ella podía bloquear su vínculo. Aunque ya no percibía su enojo, no hacía falta adivinar para saber que el deseo de marcharse seguía latente en su mente. Sabía que ahora no intentaría escapar, porque su marca le causaría un dolor insoportable si lo hacía.En varias ocasiones, Cristal observaba a Kogan sin apartar la mirada. Lo veía realizar sus tareas a la perfección, llena de incertidumbre por lo que él hacía. Kogan percibió su deseo de acercarse, pero algo la detenía siempre. Seguía sin comprender qué la impulsaba a mantenerse alejada. Perdido en sus pensamientos, escuchó la puerta abrirse, y vio a Roland entrar con unos documentos para que los firmara. Ambos voltearon cuando Cristal se levantó y abrió la ventana junto a ella. Una brisa fresca entró. Kogan cerró los oj
— ¿Esa es la razón? ¡Todo este tiempo que has intentado escapar ha sido por ellos! — Kogan cerró sus ojos con más tranquilidad al escuchar los motivos de su pareja por no querer estar a su lado; él pensaba que su luna no deseaba aceptar.— ¡Sí, y si tengo que vivir toda mi vida con este dolor para estar con ellos, lo soportaré aunque me destruya por dentro! — sentenció Cristal con firmeza.— Si me hubieras dejado explicarte las veces que intenté hablarte, habrías comprendido que no tengo intenciones de alejarte de ellos — respondió, deslizando las manos por su cabeza.— ¡Pero… pero me dijiste que no saldría de aquí! — habló enojada.— Nunca mencioné que no volverías a ver a tus hijos; eres la luna de esta manada y debes estar a mi lado, ya estoy haciendo los arreglos para traerlos aquí —.— ¿Viviremos todos en Kanis? —.— Sí, te acepté y te marqué como mi pareja, ahora tus hijos son míos — exclamó Kogan acercándose a ella. — Todo lo que necesites para ellos y para ti, yo se lo proporci
Elena había logrado convencer a Kogan de llevarse a Cristal; ahora ella era una de las princesas de esta gran y prestigiosa manada. Como nueva luna, había muchas costumbres que debía seguir.— Mira al lobo gruñón, creí que no bajaría — dijo Lynn, observando a Rax junto a su pareja.— ¿Por qué están ahí? — preguntó Cristal con duda al verlos a los tres hermanos mirándolas a cada una de ellas.— Es su forma de despedirse — le comunicó Elena. Cristal, todavía con un poco de vergüenza, miró a Rax, recordando los besos y las caricias que se habían dado minutos atrás, ella desvió su rostro enrojecido y entró al vehículo.Clair, quien se mantenía a cargo de su luna, miró a su alfa esperando su permiso para retirarse, y este le indicó que podían marcharse.— Está exagerando — mencionó Lynn al ver un grupo de autos siguiéndolos.— Estará así por algunos años; acaba de encontrar a su pareja y se vuelven sobre protectores — mencionó Elena, recordando las primeras décadas con Hiro, cuando él no le
— No puedes ocultarme tu inquietud. Si vas a estar tan preocupado, deberías haber enviado a Elena sola a buscar todo lo que tu luna necesita — le mencionó Hiro, viendo a Kogan con claras señales de ansiedad. Este comportamiento era inusual en él.— Mi luna es humana. No quiero que se sienta incómoda. Prefiero mantener algo de distancia hasta que se acostumbre a mí y a nuestro mundo — respondió con firmeza. Hiro observó el color perdido en los ojos de su hermano. No necesitaba ser adivino para saber que, en silencio, estaba preguntando a los guerreros que había enviado como escoltas cómo estaba su compañera.— Hermano, está en tu territorio. Enviaste a muchos a cuidarla. Ella va a estar bien. No seas tan lobonoico — lo molesta Tou.Los tres hermanos, luego de que sus lunas se marcharan, fueron donde los más jóvenes para ayudarles en su entrenamiento. Esto les ayudaba a mantener la mente ocupada, ya que a los machos no les gusta estar separados de ellas. Al cabo de una hora, los tres reg