CAPÍTULO 22
En el jet de regreso al territorio de Kogan, Elena, Lynn y Tou esperaban explicaciones sobre los acontecimientos de esa semana. Sin embargo, Kogan estaba concentrado en su luna dormida y le pedía a Lynn que revisará los rasguños y golpes del cuerpo de Cristal.

— Esto es lo que pasa cuando un lobo tonto no sabe cómo cuidar de su pareja adecuadamente — dijo una voz enojada.

— ¡Nunca quise que estuviera asustada o lastimada! — enfatizó Kogan, mirando a cierta loba con ojos asesinos por su comentario.

— ¡Debiste decirme! Yo hubiera conversado con ella — le reclamó Elena.

— ¡Es mi luna! Le iba a decir a mi manera —.

— ¡Eres un idiota, Kogan! De la manera que lo hiciste no funcionó y es imperdonable la condición de tu luna — le recriminó Elena.

— ¡Ya basta! — intervino Hiro, frustrado, sabiendo que su pareja no se iba a quedar callada y señalando a Elena le dijo: — Tú en parte tienes la culpa de cómo se dieron los acontecimientos —.

— ¡Yo no tuve nada que ver con el secuestro y la violación!
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