— Ya están cambiando todos los muebles de tu habitación. Ordené poner jarrones más grandes y resistentes, para que la luna te los pueda arrojar varias veces — comentó Roland, mientras caminaba al lado de Kogan por el pasillo.Kogan se detuvo en seco, girando la cabeza para mirar a Roland con una expresión seria.— ¡Me alegra que te estés divirtiendo! — dijo con sarcasmo, antes de retomar su marcha hacia el despacho.— ¡Es lo mejor que he visto en los nueve siglos que llevo contigo! — le mencionó Roland con un tono de burla y una gran sonrisa en sus labios.Ambos entraron al despacho y Roland, su primer beta y amigo, le inició a informar cómo su luna había podido salir sin ser detectada.— La descubrieron porque tiene tu aroma, por eso pudo salir de la mansión sin problemas — informó Roland.— ¡Sé que tiene mi aroma! Rax se encargó de dejarlo en todo su cuerpo — le respondió.— ¡Kogan llegó hasta el bosque, porque pensaron que estaba marcada! Los centinelas que rodean la mansión sintier
7 días habían transcurrido. Cristal no sabía nada de sus hijos, y la incertidumbre la consumía, incrementando su enojo y preocupación cada día. Le habían despojado de todos los medios para comunicarse con ellos.Había escondido bien su IPad, pero no se atrevía a usarlo, esperando el momento correcto. En los últimos días, recorrió la mansión, habló con los sirvientes y exploró los alrededores. Su intención era hacer creer a todos que ya no intentaba escapar. En sus recorridos, encontró una gran habitación que inmediatamente supo que era un garaje con una colección de autos de lujo y motos. Eso era lo que necesitaba para atravesar el bosque. Sus hermanos le habían enseñado a encender autos y motos sin llave, utilizando los cables correctos.Las personas ya no la miraban con repudio. Había hablado con muchos de los lugareños, quienes la llamaban “luna”, sin entender por qué. Ella aceptaba el apodo con una gran sonrisa falsa. Cristal siempre estaba acompañada de Clair y un grupo de escolta
— ¡Cómo logró escapar esta vez! — espetó Kogan, su voz estaba cargada de furia contenida.— Los centinelas me informaron que la luna les ordenó entrar a la mansión — respondió Rolando.— ¿No vieron la moto? — preguntó Clair, su voz reflejando incredulidad.— ¡Lo hizo a través del enlace! — informó Roland, sorprendido.— ¿Es humana? ¿Cómo puede usarlo? — preguntó Clair asombrada. Kogan también se lo preguntaba lo mismo, cada día, acumulando más dudas que respuestas sobre su pareja humana.— Los centinelas pensaron que le había ocurrido algo a la luna y dejaron su posición. Ya le avisé a Sam que la hallara; él estaba por llegar a la entrada de los dominios — explicó Roland rápidamente.— ¿Y los centinelas que custodiaban la muralla? — preguntó Clair.— Creyeron que el alfa le había permitido salir — respondió Roland, con evidente frustración.Kogan controló su enojo antes de preguntar:— ¿Por qué ninguno de los lobos que están patrullando la detuvo? —.— Mi luna tiene tu aroma. Todos pie
Cristal había logrado llegar a la ciudad. Dejando la moto abandonada en un callejón, comenzó a caminar sintiendo malestar en todo su cuerpo y, extrañamente, una molestia en su cuello.Por muy extraño que pareciera, Cristal tenía deseos de volver a ese extraño poblado. No comprendía por qué se sentía de esa manera; porque deseaba ver y estar con sus hijos. Se había arriesgado hasta casi ser atropellada para volver junto a ellos, y no iba a permitir que nadie los alejara de sus tesoros. Había hecho tantos sacrificios para darles una buena vida, para que ahora un loco deseara tenerla como su trofeo o esclava.Mientras caminaba sin saber a dónde ir, Cristal observaba cómo las personas a su alrededor la miraban extrañamente, lo cual era de esperar: estaba cubierta de polvo, su camisa rasgada, despeinada, con un fuerte golpe en el hombro y una herida en el tobillo.Cristal con mucho temor buscaba un transporte para dirigirse al aeropuerto, y en su búsqueda se encontró con un oficial de polic
— ¡No saben dónde se encuentra nuestra luna! — informó Roland, mirando a su alfa. Los ojos de Kogan, con iris y globos oculares rojos, eran una clara señal de su enojo. — Clair está revisando todas las cámaras de seguridad del sector — añadió el primer beta, intentando calmar a Kogan. — El delta a cargo de la policía de esta zona va a castigar a esos humanos que se atrevieron a faltarle el respeto — indicó Sam, quien había llegado hacía unos minutos al bazar donde le habían perdido el rastro.Después del alboroto que Cristal había ocasionado, unos oficiales de policía se presentaron para buscar al responsable del desastre. Cuando Kogan y sus betas llegaron al bazar, los oficiales no les permitieron pasar, a pesar de que Roland había mostrado su insignia dorada con la silueta de un lobo, un emblema que durante décadas se les había enseñado a los humanos que debían respetar y temer.Estos humanos estuvieron a punto de morir en manos de Rax, pero se salvaron al ver a Sam. Muchos de los o
El viaje en el avión duró aproximadamente una hora y media. Durante la mayor parte del tiempo, Cristal intentó dormir, pero el fuerte dolor en su cuello se lo impedía. Masajeó sus hombros para relajarse, creyendo que el dolor se debía al estrés de la semana y a todo lo que tuvo que hacer ese día para poder escapar.Después de un par de minutos, el avión aterrizó. Antes de desembarcar, Cristal revisó el itinerario de su próximo vuelo; Tenía un par de horas para revisar la herida en su tobillo y conseguir alimentos sin temor de que la comida contuviera algún tipo de sustancia.Cristal caminaba lentamente por el pasillo hacia el área internacional cuando unos encargados del aeropuerto le impidieron continuar.— Nos informaron que tiene una herida y hemos llamado a un médico para que la atienda — le dijo uno de los hombres.— Fue un accidente que tuve mientras me dirigía al aeropuerto — respondió Cristal. — Yo puedo encargarme —.— No podemos permitir que deambule por el aeropuerto en esas
El disparo realizado por Cristal había quebrantado una de las leyes de los licántropos. Kogan miró la expresión de enojo en los ojos de Tou; esto le indicaba que deseaba matarla. Sin embargo, la aparición de las lunas de sus hermanos dio un cambio inesperado.— ¿Elena, qué haces aquí? Te dije que esperarás en el Jet — le recrimina Hiro.— ¡No! — soltó Cristal con temor en su voz. — ¡Elena, tú también sabías de esto! — espetó con lágrimas en los ojos al reconocer la voz familiar de su amiga.— ¡Cristal! — gritó Elena, sorprendida de encontrarla en este lugar, con un arma en sus manos y los deltas de Tou rodeándola listos para atacar. — ¿Qué está pasando aquí? — exigió saber.— ¿También la conoces? — preguntó Tou, sorprendido de que Elena conociera a esa humana.La pareja de Hiro no tuvo que preguntar para deducir lo que estaba ocurriendo. Kogan no había devuelto a Cristal.— ¡Me dijiste que Kogan la iba a regresar! — le reclamó Elena a Hiro por haberle mentido.— Si logras convencerla d
En el jet de regreso al territorio de Kogan, Elena, Lynn y Tou esperaban explicaciones sobre los acontecimientos de esa semana. Sin embargo, Kogan estaba concentrado en su luna dormida y le pedía a Lynn que revisará los rasguños y golpes del cuerpo de Cristal.— Esto es lo que pasa cuando un lobo tonto no sabe cómo cuidar de su pareja adecuadamente — dijo una voz enojada.— ¡Nunca quise que estuviera asustada o lastimada! — enfatizó Kogan, mirando a cierta loba con ojos asesinos por su comentario.— ¡Debiste decirme! Yo hubiera conversado con ella — le reclamó Elena.— ¡Es mi luna! Le iba a decir a mi manera —.— ¡Eres un idiota, Kogan! De la manera que lo hiciste no funcionó y es imperdonable la condición de tu luna — le recriminó Elena.— ¡Ya basta! — intervino Hiro, frustrado, sabiendo que su pareja no se iba a quedar callada y señalando a Elena le dijo: — Tú en parte tienes la culpa de cómo se dieron los acontecimientos —.— ¡Yo no tuve nada que ver con el secuestro y la violación!