A partir del día siguiente, la dinámica en la casa Kasparov cambió sutilmente, pero lo suficiente como para que todos se sintieran más cómodos y unidos. El señor Kasparov dormía con su esposa, y también satisfacía sus instintos potenciados por el embarazo, buscando posturas que fueran cómodas mientras su barriga seguía creciendo.Adoraba cada cambio en el cuerpo de su mujer, cómo se preparaba para cobijar una vida en su interior, cómo se modificaba el sabor y el aroma de su piel le crema.Desde que ella lo había buscado anhelante en su despacho, no volvió a alejarse para trabajar, hasta asegurarse de que ella durmiera profundamente, agotada de placer. Sara y Mikhail parecían llevarse bien desde su necesaria conversación, y la psiquiatra que él había conseguido realmente la ayudaba mucho, no sólo con las ideas raras y recuerdos oscuros e inquietantes que tenía de su cautiverio por parte de Oso Negro, si no también con el miedo que ella albergaba en su corazón a causa de su enfermedad
Alexei llegó de inmediato, con el médico… y con Mikhail por detrás pisándole los talones, furioso como un demonio.El novio miró a Kiana encendido en ira, con esos ojos que a la ex prostituta le daban algo de terror, como cuándo Karim Malik había drogado a Agnes.-¿Por qué no me avisaste a mí de lo que pasaba, prost…?Su hermano lo detuvo en seco:-Será mejor que no sigas por ahí, o esto acabará mal, hermanito. No insultes a Kiana. Tú estabas ocupado con todos esos peces gordos, y no estábamos seguros de lo que sucedía aquí… Ella hizo bien en acudir a mí. Después de todo, la seguridad es mi tarea hoy.Kasparov apretó los puños sin responderle, en tanto el doctor revisaba a Agnes que aún no volvía en sí. Ya se encargaría de ellos más tarde.Pasaron unos largos minutos, que para todos los presentes fueron más que eternos, cada uno con un temor diferente.Entonces el doctor de la familia habló por fin, mientras le daba a la joven una medicación intravenosa:-La señora Kasparov sólo está
Al día siguiente, Mikhail dejó de lado cualquier otra obligación y fueron juntos al médico para chequear que todo marchara bien con el embarazo.Él, el hombre que parecía de roca sólida, tenía tanto que perder ahora, que nuevos miedos surgían en su interior.Necesitaba asegurarse de que su esposa y los bebés estarían bien.Por eso mismo, no sólo la acompañaba al hospital como un devoto padre y esposo, informándose acerca de su salud y la de sus retoños, si no que también se encargó de orquestar un plan junto a Alexei, dejando por ahora a Agnes fuera de la organización.Por un lado, porque no deseaba ponerla en peligro. Pero, por otro lado, porque había cosas que ella no sabía, y lo deseaba mantener así.Estaba en su despacho, cuando su hermano interrumpió la línea de sus pensamientos, entrando sin llamar y cerrando la puerta a sus espaldas.-Parece que te saldrás con la tuya, Misha.Él alzó una ceja.-¿De verdad? ¿En qué sentido?Alexei se sentó frente a él antes de hablar.-Boris Kie
Agnes caminaba en círculos por la sala demostrando su enorme frustración. Mikhail se había ido sin decirle dónde, y Karl parecía una estatua inmóvil incapaz de hablar, a pesar de que ella ya lo había amenazado con su propia daga en el cuello hasta dejarle una marca.Su indignación crecía a medida que las horas pasaban y pronto, Kiana y los demás se dieron cuenta que no sería nada bueno.Todo podía salirse de control muy rápido, poniendo en peligro a los gemelos. Su amiga intentó tranquilizarla, aún sabiendo lo mucho que la joven odiaba estar lejos de su esposo. Ella se sentía vacía e incompleta. No era algo racional, pero era un malestar casi palpable para los demás.Se volvía físico.-Agnes, tienes que calmarte. Esto no es bueno para tus bebés.-No puedo, Kiana. Me dejó dormida, en la cama, creyendo que no notaría su ausencia y fue a encontrarse con Kiev. Precisamente con él. ¿Acaso se volvió loco? ¿Por qué verlo en persona? ¿Qué es lo que tienen que hablar? Y peor aún… ¿Por qué m
Demian entró en la mansión Kasparov como un espectro, amparado por la noche oscura.Estaba de suerte. Los mejores guardias habían salido con la comitiva que acompañaba a Agnes, seguramente por temor a un ataque.Sin contar con que su rival también se había llevado a algunos de los suyos para un operativo que requería precisión.Mikhail seguía sin regresar, por lo que sospechaba que Boris Kiev, aún habiendo muerto, le había dado problemas, tal como le prometió cuando lo ayudó a escapar de prisión.Sonrió entre las sombras.Esa chiquilla ingenua, saliendo de la casa en medio de una situación caótica,había sido su bendición. Se notaba que la pequeña aún no comprendía del todo el mundo peligroso en el que estaba sumergida.Bueno, mejor para él.El efecto del cloroformo le duraría aún el tiempo necesario para que él lograra ocultarse.Sólo la dejó escondida en una de las habitaciones más cercanas para que nadie la descubriera antes de tiempo, alertando de su plan. Para que la creyeran dorm
Karl, como había previsto, revisaba la seguridad de la casa, cuando comprobó, con creciente alarma, que la pequeña Sara no estaba durmiendo en su habitación. Intentó mantener la calma y rogó en su interior por encontrarla desvelada en la cocina a causa de los eventos de la noche, mientras avisaba por el teléfono a sus hombres que controlaran el perímetro.Cuando entró buscando a la cocinera para dar las instrucciones de la señora Kasparov para saciar su hambre, notó que la niña tampoco estaba allí.Eso no era nada bueno.Sus peores presentimientos se hacían realidad.Movilizó al instante a varios subordinados.Habló por el comunicador:-La señorita Sara no está en su habitación. Hagan de inmediato un registro exhaustivo de todas las habitaciones de la mansión, sin alertar aún a la señora…-¡Si, jefe!En el mejor de los casos, la niña se habría quedado dormida en la biblioteca, la sala de juegos, o algo así.En el peor, estaban todos en graves problemas.Una filtración de seguridad de
Sara despertó en su habitación y todos los recuerdos de la noche anterior la invadieron de repente, confusos y mezclados.No estaba segura de lo que había pasado, pero sí tenía la certeza de que era algo grave.Sintió una opresión en el pecho y de pronto le faltó el aire.Había cometido un grave error.Se levantó de un salto y corrió a la habitación de su hermana.Ese hombre horrible había entrado por su culpa, era lo único que recordaba con claridad, aunque en la casa todo se veía tranquilo. Cuando llegó, encontró el dormitorio vacío, y en remodelación, faltaba el colchón de la cama, la alfombra… Fuera de eso, todo se veía normal y nadie actuaba extraño a su alrededor.Nada la hacía pensar que su hermana estaba herida o algo así.Decidió buscarla en el cuarto de Mikhail.Parecía un día normal en una vida normal de pareja.Pero no lo era.Ellos no eran precisamente dos personas normales. Y ese día tenían pendiente resolver algunos misterios más. Cuando Agnes despertó, vio que Mikhai
Aunque podría haber sido todo un poco más fácil, la realidad era que construir una nueva organización del mundo clandestino, hallar la ubicación exacta de un tesoro, gestar a gemelos y acompañar a Sara en su tratamiento, fue un verdadero caos.Hubo que ordenar la agenda de acuerdo a las prioridades y para los Kasparov fue bastante claro: la salud de la niña era de suma importancia para Agnes, que se dedicaba ocasionalmente a revisar mapas y los documentos de su abuelo ya que, por desgracia, la localización exacta de la mina no estaba consignada en las escrituras o cartas. Tenía sentido, puesto que Villalobos había ocultado allí su tesoro, así que debía ser un secreto. Por supuesto, Amalia no tenía ningún recuerdo al respecto y no resultó de ayuda.Sara necesitó muchas horas adicionales de terapia psicológica, y parecía evolucionar favorablemente, además de ocuparse con alegría de ayudar a Agnes con las compras para los gemelos. Por ahora, y aunque no se dejaban ver mucho en las ecogr