Llegué finalmente a mi lugar seguro después de intentar buscar como loco cualquier pista que me condujera al interés que Damián pudiera tener en mi hermana y en todos los negocios en los que ella se pudo involucrar. No encontré nada, ni un solo indicio de aquello en lo que Damián se había interesado. Estaba consciente que, si llegaba a preguntarlo directo, Damián me daría la respuesta, era esa clase de mafioso con un profesionalismo inquebrantable. Estaba consciente que lograría su objetivo, así los demás se pusieran en medio.
–Te vez cansado, pensé que no vendrías a cenar –comentó Jamilet. –Te dije que no faltaría y henos aquí –dije, dándole un amoroso beso en la mejilla. –La comida está servida, creo que te sentimos venir, hace unos segundos que servimos la mesa –dijo ella con su heLa situación había cambiado en su totalidad, lo que era una misión para mí, ahora también se había convertido en mi responsabilidad, esa responsabilidad por cuidarme a mí mismo para poder cuidar a los demás. Las vitaminas que el doctor me recetó me ayudaron a recuperar la fuerza en el cuerpo, pero ahora debía tomar al menos unas 5 pastillas al día para no debilitarme. La felicidad en el rostro de Jamilet y Sofía lo decían todo, me hacían sentir con una culpa enorme al saber que, en poco tiempo, sería su tristeza más grande, al marcharme de su lado. –Teo, debo hablar contigo –comentó Jamilet.–Dime todo lo que me vayas a decir de una vez, no estoy para rodeos–.–Bueno, tampoco es para que te alteres… Francisco estuvo aquí ayer, vino a buscarte porque quieres que lo ayudes con respecto al secreto de los Castellanos, finalmente encontró todo lo que alguna vez se escondió. –¿De qué hablas?–Es verdad todo lo que decían, según Francisco, logró encontrar secretos de todos en la ciudad y q
Francisco me mostró toda la información que había encontrado, nadie en la ciudad era tan limpio como aparentaba, ni uno solo. Miré en esos documentos, antecedentes y crímenes que todos quisieron esconder para quitarle la corona a la familia Castellanos, entre todos planearon la creación del nuevo gobierno, había campesinos, viudas, prostitutas e incluso hombres de confianza del Rey, todos de acuerdo en elegir al mejor entre ellos para que los gobernara como presidente de la nación, con el único requisito de poder cambiar de presidente cada determinado tiempo, ahora entendía; cada uno deseaba gobernar por cierto tiempo y esa era la única manera de conseguirlo. Las personas involucradas en aquel atentado, jamás tuvieron razones válidas para hacer tal cosa, solamente un odio profundo en querer deshacer el reino y establecer otra forma de gobierno que les favoreciera mejor. Francisco me cont&oacut
Sofía comenzó a contarme otra de las historias que su padre siempre le contaba, dijo que él hablaba en ocasiones sobre un heredero, leal y bondadoso, interesado en el bien de los demás, más que en el de él mismo. Dijo que poco a poco mientras más pensaba en aquellas historias más lograba recordarlas, yo la escuchaba poniendo atención a cada detalle de su historia y por alguna razón, mi mente comparaba las características del heredero que ella mencionaba, conmigo. –Mi padre siempre decía que miraba muchas de las cualidades de esa persona, en mí. –comentó Sofía–. –Con todas las historias que durante años escuché, yo deseaba ser más como el heredero. Así que comencé a aprender a ser bondadosa, solidaria, culta, amigable, respetuosa, en fin. Yo deseaba ser una persona tan digna del trono como el heredero. Años después sin querer lo conocí –volteé a verla con sorpresa– comencé a ver cada una de sus cualidades, –prosiguió mientras miraba al suelo contando la historia– Miré detenidamente su
El barco zarpó, llevándose consigo desde mis inquietudes hasta mis inseguridades, me sentí tan en paz conmigo mismo que deseaba sentirme así de por vida. Una cosa era segura, ya no le tenía miedo a nada. En medio de saber que tenía mis días contados, me sentí feliz y a gusto conmigo mismo por todo lo que conseguí con mi propio esfuerzo y tenacidad.Nunca supe que cargaría con tan gran responsabilidad como la de gobernar una nación, pero ahora que lo sabía, era mi deber para conmigo mismo y para con los demás, cumplir con mi destino.Me despedí de aquel barco, que me arrancó hasta la suciedad del alma y de los pensamientos. Al menos me había regresado la inmensa esperanza de ayudar a todos a mi alrededor ahora que tenía la oportunidad. Respiré una vez más, para llenarme del coraje que casi veía perdido. Me volteé y mi
Entré a la casa y parecía estar totalmente desolada. No miré a nadie, ninguno de los trabajadores estaba en el interior ni en los alrededores.–Papá, Clara –dije al entrar–.No obtuve respuesta. Todo en el interior estaba a oscuras. Me dirigí hacia la habitación, esperando encontrar a alguien, la puerta estaba entre abierta y un pequeño rayo de luz, hacía de reflejo en el pasillo. Abrí la puerta de la habitación y encontré a mi padre, tendido en el suelo, boca abajo. Desangrado y sin moverse. Me lancé al suelo sin revisar la habitación, tomé a mi padre entre mis brazos y le di la vuelta.–Papá –Dije– intentando contener las lágrimas que mis ojos y los nervios no pudieron evitar. No respondió. Seguí insistiendo, tocando su rostro esperando que dijera algo. Su respiración era muy leve. Revis&
La actitud de Damián era muy extraña, le veía sonriendo y despreocupado, como si tuviera todo resulto. Comparado con el Damián que conocía, esa actitud era de otra persona. Realmente sentía que no lo conocía. Estuve pensando mucho durante todo el camino hasta la residencia en la que se encontraba viviendo Damián. No hice ninguna objeción sobre su decisión de llevarme a aquel lugar, quería saber lo que estaba sucediendo y cuando Damián se volvió tan poderoso en la ciudad que yo creía controlar. –No sabía que tenías tanto poder en la ciudad– dije–. –Bueno, las cosas cambian cuando uno menos lo espera –. –Es asombroso ver que te has instalado bien en tan poco tiempo–.–Han pasado muchas cosas desde que tú has estado ausente por tus sentimientos. Realmente te has vuelto demasiado débil, jamás te había visto tan dejado–. –Solo quiero evitar problemas, creo que ya no es tan necesario pelear tanto–.Damián me quedó viendo fijamente con esa sonrisa tan malévola que siempre mostraba cuando
La historia de Damián, me llevó a recordar el día en que perdí a Elena, según su versión, la persona que había dado la instrucción de asesinarla había sido nada menos que Clara. Mi querida hermana. Cuando lo escuché no lo pude creer, quería golpearlo hasta sacarle la verdad, pero los demás detalles que Damián brindó acerca de las razones que Clara pudo tener para hacerlo, me llenaron la mente de duda. Una parte de mí no quería creerlo, pero la otra me quería hacer pensar que él tenía razón.–Lamento mucho que tengas que enterarte de todo esto, jamás las personas han sido lo que esperas, pero realmente, nadie puede ver a las personas tal y como son, a menos que decidas pagar el precio de conocer la verdad –.–Es algo que no puedo creer –.–Lo sé, tampoco lo creí a la primera&
Clara seguía moviéndose de un lado a otro en la habitación. Jamás la había visto en ese estado. Se miraba un poco triste y a la vez muy decidida. Yo me encontraba tranquilo y a la espera de la decisión que ella tomara.–Sabes que siempre te vi como ese hermano, tan cariñoso y protector. Sentí en muchas ocasiones que necesitabas cariño y atención de mis padres, porque siempre cuando estuve con mi incapacidad de la vista. Ellos me daban más atención de la que necesitaba, eventualmente comencé a extrañar toda la atención que ellos me daban cuando finalmente pude ver. ¿Quién iba a decir que uno de mis mayores deseos se volvería en uno de mis más grandes fracasos? Fue realmente duro perder la atención de mis padres y peor aún, la tuya–.Clara me quedó viendo esperando que le diera un par de palabras de consuelo, pero realmente no tenía intenciones de hacerlo. Simplemente me quedé viendo el paisaje a través de la ventana con la que disponía la habitación del hospital. En medio de aquel tran