Francisco me mostró toda la información que había encontrado, nadie en la ciudad era tan limpio como aparentaba, ni uno solo. Miré en esos documentos, antecedentes y crímenes que todos quisieron esconder para quitarle la corona a la familia Castellanos, entre todos planearon la creación del nuevo gobierno, había campesinos, viudas, prostitutas e incluso hombres de confianza del Rey, todos de acuerdo en elegir al mejor entre ellos para que los gobernara como presidente de la nación, con el único requisito de poder cambiar de presidente cada determinado tiempo, ahora entendía; cada uno deseaba gobernar por cierto tiempo y esa era la única manera de conseguirlo. Las personas involucradas en aquel atentado, jamás tuvieron razones válidas para hacer tal cosa, solamente un odio profundo en querer deshacer el reino y establecer otra forma de gobierno que les favoreciera mejor. Francisco me cont&oacut
Sofía comenzó a contarme otra de las historias que su padre siempre le contaba, dijo que él hablaba en ocasiones sobre un heredero, leal y bondadoso, interesado en el bien de los demás, más que en el de él mismo. Dijo que poco a poco mientras más pensaba en aquellas historias más lograba recordarlas, yo la escuchaba poniendo atención a cada detalle de su historia y por alguna razón, mi mente comparaba las características del heredero que ella mencionaba, conmigo. –Mi padre siempre decía que miraba muchas de las cualidades de esa persona, en mí. –comentó Sofía–. –Con todas las historias que durante años escuché, yo deseaba ser más como el heredero. Así que comencé a aprender a ser bondadosa, solidaria, culta, amigable, respetuosa, en fin. Yo deseaba ser una persona tan digna del trono como el heredero. Años después sin querer lo conocí –volteé a verla con sorpresa– comencé a ver cada una de sus cualidades, –prosiguió mientras miraba al suelo contando la historia– Miré detenidamente su
El barco zarpó, llevándose consigo desde mis inquietudes hasta mis inseguridades, me sentí tan en paz conmigo mismo que deseaba sentirme así de por vida. Una cosa era segura, ya no le tenía miedo a nada. En medio de saber que tenía mis días contados, me sentí feliz y a gusto conmigo mismo por todo lo que conseguí con mi propio esfuerzo y tenacidad.Nunca supe que cargaría con tan gran responsabilidad como la de gobernar una nación, pero ahora que lo sabía, era mi deber para conmigo mismo y para con los demás, cumplir con mi destino.Me despedí de aquel barco, que me arrancó hasta la suciedad del alma y de los pensamientos. Al menos me había regresado la inmensa esperanza de ayudar a todos a mi alrededor ahora que tenía la oportunidad. Respiré una vez más, para llenarme del coraje que casi veía perdido. Me volteé y mi
Entré a la casa y parecía estar totalmente desolada. No miré a nadie, ninguno de los trabajadores estaba en el interior ni en los alrededores.–Papá, Clara –dije al entrar–.No obtuve respuesta. Todo en el interior estaba a oscuras. Me dirigí hacia la habitación, esperando encontrar a alguien, la puerta estaba entre abierta y un pequeño rayo de luz, hacía de reflejo en el pasillo. Abrí la puerta de la habitación y encontré a mi padre, tendido en el suelo, boca abajo. Desangrado y sin moverse. Me lancé al suelo sin revisar la habitación, tomé a mi padre entre mis brazos y le di la vuelta.–Papá –Dije– intentando contener las lágrimas que mis ojos y los nervios no pudieron evitar. No respondió. Seguí insistiendo, tocando su rostro esperando que dijera algo. Su respiración era muy leve. Revis&
La actitud de Damián era muy extraña, le veía sonriendo y despreocupado, como si tuviera todo resulto. Comparado con el Damián que conocía, esa actitud era de otra persona. Realmente sentía que no lo conocía. Estuve pensando mucho durante todo el camino hasta la residencia en la que se encontraba viviendo Damián. No hice ninguna objeción sobre su decisión de llevarme a aquel lugar, quería saber lo que estaba sucediendo y cuando Damián se volvió tan poderoso en la ciudad que yo creía controlar. –No sabía que tenías tanto poder en la ciudad– dije–. –Bueno, las cosas cambian cuando uno menos lo espera –. –Es asombroso ver que te has instalado bien en tan poco tiempo–.–Han pasado muchas cosas desde que tú has estado ausente por tus sentimientos. Realmente te has vuelto demasiado débil, jamás te había visto tan dejado–. –Solo quiero evitar problemas, creo que ya no es tan necesario pelear tanto–.Damián me quedó viendo fijamente con esa sonrisa tan malévola que siempre mostraba cuando
La historia de Damián, me llevó a recordar el día en que perdí a Elena, según su versión, la persona que había dado la instrucción de asesinarla había sido nada menos que Clara. Mi querida hermana. Cuando lo escuché no lo pude creer, quería golpearlo hasta sacarle la verdad, pero los demás detalles que Damián brindó acerca de las razones que Clara pudo tener para hacerlo, me llenaron la mente de duda. Una parte de mí no quería creerlo, pero la otra me quería hacer pensar que él tenía razón.–Lamento mucho que tengas que enterarte de todo esto, jamás las personas han sido lo que esperas, pero realmente, nadie puede ver a las personas tal y como son, a menos que decidas pagar el precio de conocer la verdad –.–Es algo que no puedo creer –.–Lo sé, tampoco lo creí a la primera&
Clara seguía moviéndose de un lado a otro en la habitación. Jamás la había visto en ese estado. Se miraba un poco triste y a la vez muy decidida. Yo me encontraba tranquilo y a la espera de la decisión que ella tomara.–Sabes que siempre te vi como ese hermano, tan cariñoso y protector. Sentí en muchas ocasiones que necesitabas cariño y atención de mis padres, porque siempre cuando estuve con mi incapacidad de la vista. Ellos me daban más atención de la que necesitaba, eventualmente comencé a extrañar toda la atención que ellos me daban cuando finalmente pude ver. ¿Quién iba a decir que uno de mis mayores deseos se volvería en uno de mis más grandes fracasos? Fue realmente duro perder la atención de mis padres y peor aún, la tuya–.Clara me quedó viendo esperando que le diera un par de palabras de consuelo, pero realmente no tenía intenciones de hacerlo. Simplemente me quedé viendo el paisaje a través de la ventana con la que disponía la habitación del hospital. En medio de aquel tran
Habían pasado 2 días más y Sofía y Jamilet no daban ninguna señal. No podía evitar sentirme preocupado por ellas. La angustia en mi pecho comenzaba a crecer constantemente y más al recordar que ahora tenía un enemigo que posiblemente había transformado todo su amor en odio. Clara podía ser la persona más dulce si así lo deseaba, pero igual podía ser la persona más despiadada de quererlo. Las enfermeras me habían dado el alta y Francisco había llegado a recogerme, se había empeñado en hacer de mi guarda espaldas mientras la sociedad daba el siguiente paso a la fase 3. Una camioneta se nos atravesó cuando nos dirigíamos camino a mi casa y supe que se trataba de Damián. Nos siguió muy de cerca todo el camino. –No entiendo que has venido a hacer aquí, te has vuelto tan idiota que todo mundo sabe tu rutina –comentó Damián en un tono de molestia–. –Cállate, no es necesario que le hables así– interrumpió Francisco–. –No te atrevas a tocarme de nuevo, mugriento –dijo Damián mientras levan
Damián y Francisco se encargaron de buscar a Jamilet, según lo que cuentan, la encontraron en un camino poco poblado y con una suciedad que limpiarlo sería una ofensa a los utensilios. Logré verla después de que ellos la limpiaran y le detuvieran el sangrado. Decidieron llevarla a una de las casas seguras de Damián, a la que también decidieron llevarme a mí. Por cuestiones de seguridad, debía estar lo más alejado posible de la ciudad. Verla tendida en la cama me hizo recordar la vez en que vi a Elena morir en mis brazos. Su cuerpo frío y su color pálido, me hicieron revivir ese momento. Me acerqué a ella y sus manos estaban heladas. Me senté en una silla junto a su cama y posé mi frente en su mano. Sentí como el calor de mis lágrimas comenzaba a deslizarse desde mis ojos hasta mi mentón. No podía decir nada, tan solo me quedé llorando, quizás mantenía la esperanza que mis lágrimas mejoraran su estado. –Teo –hemos encontrado al responsable– comentó Francisco–.Le di un beso a la mano