Caminaba indecisa hacia los muelles, sin saber que era lo que pretendía mi compañero, que tiraba de mí hacia algún lugar que desconocía, no entendía cuál era aquella misión que el jefe nos había ordenado, no tenía ni idea de nada, hasta que se paró a mi lado, e hizo que admirara el enorme yate que teníamos delante, uno de aquellos que sólo los millonarios podían permitirse.
Kevin discutía acaloradamente con su padre, pues este no paraba de insistirle sobre que tuviese una mujer.Estoy seguro de que si le dieses una oportunidad a alguna de esas chicas…Ya te he dicho que no es lo que quiero, no es lo que necesito, ya me dan lo que necesito y yo se los doy a ellas, no quiero nada más.Pero hijo…Un segundo – dijo su hijo, al escuchar el timbre de la puerta.De nuevo volvemos a mí. Estaba en la puerta de Kevin, si, la que acababa de llamar a su puerta era yo.Llevaba una camisa de lentejuelas y un pantalón de minimal Home, estaba realmente sexy con aquella ropa, cabe destacar. Pero supongo que lo que os interesará es que hacía yo allí. Pues bien, os lo explico: aquel capullo tenía la tarjeta de Ivanov, y quería recuperarla.Me miró con
Llamé a Ivanov al día siguiente y me disculpé por haber desaparecido de la fiesta tan repentinamente. Él, como todo buen caballero que era, quería volver a verme, para disculparse y enmendar su abrupta salida cuando acabábamos de conocernos.Había quedado con él, volvía a dar una fiesta en su casa aquel día, y quería que fuese a verle. Decía que sería su invitada de honor, me hizo gracia escuchar aquello.Salí de mi apartamento con una sonrisa de oreja a oreja, pensando en el modelito que debía comprar para esa noche, cuando tropecé con Kevin. Era un pesado.¿dónde vas tan risueña? – Preguntó molesto mientras yo caminaba calle abajo sin dar si quiera una explicación, no quería estropear aquel sentimiento con alguno de sus comentarios típicos. - Ana – me supli
Cuando salí de aquella habitación él ya tenía la mesa puesta, al parecer había comprado comida antes de recogerme, porque tenía unas bolsas enormes de comida china. Le sonreí agradecida mientras me sentaba junto a él en el sofá, ni siquiera me percaté del estado de la casa, de que los cristales estaban sucios, ni un largo etc. que ya os contaré en otra ocasión. En ese momento tan sólo quería comer, estaba realmente hambrienta.¿tienes hambre? – Preguntó mientras ponía sobre mí un recipiente con pollo al limón y los palillos. - ¿sabes comer con esto? – Preguntó mientras yo asentía. Alargué la mano para coger la comida y comencé a engullir. No me había dado cuenta de lo realmente hambrienta que estaba hasta aquel momento.
Llegué a casa cansada, estaba cansada de la manera en la que él se comportaba conmigo, siempre haciendo dudar, siempre confundiéndome sobre lo que realmente me pasaba con él, siempre apartándome cuando las cosas se ponían serias. Ufff realmente le odiaba en aquel momento.Nada más entrar en casa me quedé de piedra al ver al señor Miyagui allí, hablando con Duncan, el hijo mayor de la señora.Es una pena que tu madre no esté, tenía cosas que discutir con ella… - decía, mientras levantaba la mirada y se percataba de mi presencia - ¡Ana! – Exclamó.Es genial que hayas venido, Ana, tengo que coger un avión en una hora, y no puedo acompañar al señor Miyagui a su hotel. - me informaba Duncan. Parecía realmente apurado. Llevaba una maleta en su mano izquierda y su maletín con l
Mi cabeza daba vueltas. No, no era la comida china de la noche anterior lo que me había sentado mal, si no la noticia de que Han Tae Sang y la señora se conocían desde antes incluso que, a mí, y que los dos me lo habían ocultado. Durante todo aquel tiempo me habían mentido.Y luego estaba la triste y melancólica historia de Aina, aquella historia que hacía que se me encogiese el corazón de sólo pensar en lo mal que lo habría pasado Kevin todos aquellos años.Me levanté más temprano de lo habitual, me recogí el cabello en un alto moño, me maquillé un poco, aunque sin demasiados ánimos por hacerlo, me vestí con una camiseta gris, unos jeans y mi chaqueta de cuero, y me paré frente a la puerta de la casa al mismo tiempo que esta se abría y entraba él:He traido unas
La semana se estaba volviendo realmente agotadora, no parábamos en el trabajo de perseguir a un malhechor tras otro, y siempre tenía que soportar las ironías de mi compañero. Aquello me hacía odiarle hasta un punto inimaginable.Como de costumbre el volvía a ser como siempre, y eso me tranquilizaba, pues no quería tener nada que ver con él, no ahora que sabía el tipo de relación que mantenía con mi ex novio.Lo único bueno de aquella semana había sido la llamada inesperada de Pope, que prometía venir a visitarme en pocos días.Volví la vista hacia el escenario, donde una pareja discutía acaloradamente al son de una canción. Si, estábamos en un musical, pero no os creáis que estaba allí por gusto, no, estábamos en medio de un operativo.Estaba realmente
Aquella noche estaba espectacular, cabe destacar.Mi amigo Pope había llegado antes de lo que esperaba, y como el estúpido de mi compañero había decidido dejarme fuera de la misión, no me importó en lo absoluto unirme a la fiesta. Estábamos en una de las mejores discotecas de la ciudad: Pacha.Hablemos de mi aspecto, que es lo que nos importa: Iba de lo más normal, pero no por ello menos sexy. Llevaba una falda de tubo negra y una blusa azul metida por dentro, el cabello peinado a lo afro y un colgante floral sobre el cuello.Bailaba como una loca junto a mi amigo, que había venido a despejarse un poco…Así que… te cansaste de tu ex – adivinaba, mientras él asentía despacio.No deja de controlarme, ¿qué hago? ¿dónde voy? Me estoy arrepintiendo de haber vuelto
Rompí a reír a carcajadas, tapándome la boca con la mano, tan pronto como me percaté de lo mucho que él me deseaba en aquel momento, haciendo que él me mirase malhumorado.Tendrías que haberte visto la cara… - comencé divertida, mientras él me agarraba la mano de malos modos y tiraba de mí hacia el cuarto de baño de hombres. Era una suerte que estuviese vacío, pensé.Me agarró del cuello y me empujó a uno de los retretes, mientras yo le miraba temerosa.Te mataré si vuelves a burlarte de mí – me amenazó, pero antes de que su amenaza hubiese surtido efecto, bajó la mirada hacia mis labios con deseo, y comprendí que tan sólo estaba intentando intimidarme falsamente.No voy a caer con la segunda caricia – dije, haciendo que el afloja