Está parado frente a mí y mi corazón acaba de estremecerse de una manera rara. Comienza a latir apresurado, como con temor.―Apareciste… Después de tanto tiempo, vuelvo a verte la cara, Theodore. Por lo visto fui como una especie de peste para ti, tanto que parecía que huías cuando te marchaste de manera apresurada del país ―escupo las palabras algo molesta. Desde hace tiempo quería decirle eso. Él se cruza de brazos y sonríe de esa manera por la cual yo babeaba cuando lo hacía tiempo atrás. Trato de calmarme. No es ni el momento ni el sitio; por otro lado fue hace tiempo que terminamos. Decido llevar la fiesta en paz.―Vaya saludo, Tori. Lo tengo bien merecido. Y no eras ninguna peste, simplemente la universidad a la que iba a estudiar en Alemania había comenzado un curso antes de clases y yo iba retrasado. Dime, ¿acaso tenía que despedirme de nuevo de ti? Quedamos como amigos despuésmque me terminaras, aunque yo perdí todo contacto contigo. Fuiste tú la que dejó de escribirme. No en
Troy―¿Te podrías calmar un poco, amigo? ―Me gruñe Mario, sentado frente a la pantalla plana en la sala de mi pent-house. No lo culpo. Estoy a punto de explotar. Los nervios me están consumiendo. No creí que ver a mi princesa en esa jodida carrera iba a revivir mi temor por su vida, por ella, y recordar ese día fatídico en el que tuvo ese lamentable accidente. Observo fijamente a mi amigo y le lanzo una mirada de frustración.―Siéntate. Bebe una cerveza y mira la carrera. Tú mujer es muy buena, la manera como maneja ese coche es majestuosa, deberías estar orgulloso de Tori, confía en ella. Anda, relájate hombre.Decido hacerle caso a Mario antes que me golpee y opte por irse. Me vuelvo a sentar a su lado y me tiende una cerveza que recibo sin muchas ganas. Me encontraba tranquilo hasta que uno de esos putos autos golpeó el auto de Tori a un costado, ella maniobró de manera impecable su coche. Sorbo un gran trago y de nuevo miro la pantalla, justo en ese preciso momento otro auto la gol
―Creo que deberías decirle a tu papá lo que pasó hoy, Tori.Estoy recostada en mi cama del hotel, algo soñolienta por la pastilla que me suministró mi amiga. El dolor se fue a los segundos. La miro torciendo el gesto, ella está danzando por toda la habitación recogiendo algunas cosas, las cuales no había tenido tiempo de equipar, lo habría hecho si Theo no me lleva a desayunar. Pobre, me trajo hasta la habitación y no quería dejarme en este estado, tuve que llamar a Ari para que viera que quedaba acompañada, por otro lado, mi amiga sufrió un espasmo en cuanto lo vio, y antes de saludarlo le propinó un golpe en el brazo; fue su forma de reclamarle por no haber dado señales de vida en tanto tiempo. Fue divertido.―No es necesario. Además, capaz y me regresa a casa ―respondo, mientras ella ha terminado de empacar todo, se quita sus botas y se trepa a la cama conmigo, se pega a mí y me abraza. Quiero tanto a esta chica.―Me preocupas, Tori. Tus dolores de cabeza han aumentado. ¿Y si llamo
―Estás muy callada ―dice mi enamorado.Son las 2:30 de la mañana y acabamos de estar por tercera vez juntos. Estoy recostada sobre su pecho a punto de caer rendida, mi cuerpo se encuentra entumecido, extasiado, sudoroso y adolorido de placer. Él juega con mi cabello, lo acaricia con ternura.―Can... sada ―digo con un gran bostezo. El ríe y su pecho se estremece por la risa.―Realmente fuiste tú la que me atacaste, te dije que debíamos dormir hace dos horas atrás. ―Ahora soy yo la que me rio.―Comprende mis necesidades, teníamos una semana y un día sin tener sexo, eso es terrible para mi humor. ―De nuevo vuelve a reír. Me gusta su risa, es enérgica y varonil.―Me siento tu esclavo sexual. Exijo una paga, señorita.―¿Qué más paga que mi cuerpo, señor? Soy toda tuya. ―Suelto sin poder evitarlo y siento como se tensa.―¿Estás segura de eso? ―Me coloco frente a él para poder verle a la cara.―Sí ―contesto sin vacilar―, por ahora lo estoy, Troy. Siento que... puedo confiar en ti.―Gracias ―
Sin preverlo, Arlet se levanta de su silla y me abraza, puesto que me encuentro sentado es algo incómodo, ella me retiene por mis hombros con cariño. Toma mi rostro entre sus manos y me habla:―Troy, te has ganado mi admiración, respeto y cariño. En mi tienes una hermana. Ese inmenso amor que sientes por Tori es tan esplendido que me siento dichosa de que ames a mi amiga de esa manera tan única. Gracias por no dejar de amarla, por no abandonarla en el camino a pesar de que no te recuerda.Arlet suelta más lágrimas y se dirige de nuevo a su lugar, sorbe un poco de su soda que debe estar algo caliente y sus ojos rojos no dejan de mirarme.»Entonces, ¿hoy te dijo que te ama? Dile la verdad, ya ella sabe que te ama, solo díselo, por favor. Es suficiente cuota de dolor. Cariño, eres admirable.―No puedo, no ahora, Arlet. Recuerda que ella ha luchado y soñado por esto, por ganar esta competencia. Te prometo que apenas finalicen las carreras le diré la verdad. ―Ella asiente.―Gracias po
La bandera de cuadros negros y blancos ondea grandiosa, frondosa mientras cruzo la meta final. Grito de felicidad, de alegría, mi corazón dichoso se acelera emocionado, impresionado mientras golpeo el volante de mi auto Cruze con efusividad.―¡Lo logramos, bebé, ganamos nuestra segunda carrera, lo logramos! Doy otra vuelta por la gran pista de 5,922 kilómetros, sintiéndome poderosa y grande, entretanto escucho a través de mis audífonos como celebra mi equipo. Llevo dos carreras de once, si continúo con buen tiempo puede que me lleve a casa esa copa ansiada; de solo imaginarla en mis manos mi cuerpo vibra exaltado. Cuando decidí hace unos años atrás que deseaba ser piloto de autos algunos compañeros de secundaria se burlaron, otros me animaron, y mi encantadora Arlet me regaló una mirada de confianza y luego dijo: «Tú eres la dueña de tu destino y solo tú tienes el poder en tus manos de lograr lo que quieres.»Este siempre fue uno de mis sueños, con el pasar del tiempo he sacrifi
―Que tal. ―Me paro en medio de los dos con los brazos cruzados, mirando a la rubia oxigenada, ella frunce el ceño y busca una explicación en los ojos de Troy.―Victoria ―musita mi novio. ¿Qué pasó con el preciosa? Giro mi rostro hacia él.―Troy ―murmuro entre dientes―, en vista de que no llegabas por mí, vine por ti.―¿La conoces? ―pregunta la metiche.―Sí. ―Es lo único que Troy dice, y me duele. Mis amigas llegan finalmente y el ambiente se pone pesado.―Soy su novia, ¿y tú eres? ―Ladeo mi rostro con sonrisa fingida, noto que ella se tensa y aprieta sus labios.Le gusta, lo sabía. ―¿Es cierto eso, mi rey griego? Eso es lo último que puedo soportar, así que le doy un puñetazo en la estúpida cara de zorra desaliñada, mis amigas sueltan un jadeo y la nefasta me da una cachetada.―¡Maldita zorra, voy a acabar contigo! ―vocifero, y antes de que brinque sobre ella, Troy me toma por la cintura con fuerza.―¡Victoria, por favor! No es el momento ni el lugar.―¡SUELTAME! ―grito fuerte, e
Hemos pasado una tarde agradable junto a Troy, mi pequeña hermana ya le ha tomado la suficiente confianza como para que él la lleve en brazos, justo como lo hace ahora. Se ha quedado dormida, el jet lat está haciendo estragos en ella y mi adorado, como todo buen caballero, se ofreció a cargarla cuando llegamos al hotel y bajamos del taxi. Caminamos en dirección al ascensor cuando escucho a mi madre llamarme.―Tori. ―Me giro y veo que viene del brazo de mi padre, parecen novios. Les regalo una sonrisa cálida, mis padres se aman tanto que ese amor les brota de la piel.―Hola, mamá, papá. ―Los saludo dándole un beso a cada uno en la mejilla, mi novio se apresura a saludarlos.―Señora Ackerman. Señor, un gusto saludarlos.―Puedes llamarme Emilia, corazón. Un gusto verte de nuevo. ―Para mi asombro, mamá es la que ahora lo saluda con un beso en la mejilla, papá mientras lo saluda se ocupa de cargar a Mía, ella ni se inmuta por el cambio de “canguro.”―Hola, Troy, gracias por llevar a m