Días después.Como todos los días, decidí prepararme para una nueva jornada de trabajo en el hospital.Saliendo de mi casa con optimismo, observé el hermoso amanecer que pintaba el cielo de tonos naranjas y rosados.El aire fresco de la mañana me daba energías para enfrentar la intensa jornada que me esperaba.Al llegar al hospital, un imponente edificio de estructura moderna, me dirigí hacia mi área de trabajo.El bullicio de las personas, el trajín constante de doctores y enfermeras, y el sonido de los timbres de atención llenaban los pasillos.Me sentía parte de ese frenesí, aunque también sabía que había rumores malintencionados que se propagaban a mis espaldas.Vanessa se había empeñado en sembrar calumnias sobre mí. No le importaba dañar mi reputación y convertirme en la tercera en discordia. A pesar de ello, decidí mantener la frente en alto y no permitir que los chismes afectaran mi desempeño.—Hola, buen día —saludé a todos los que me saludaban, tratando de no prestar atenció
Horas después. Había hombres misteriosos custodiando la puerta de la habitación de Freddy, impidiéndome salir. Un sentimiento de desesperación se apoderó de mí mientras buscaba una solución.—Esta es una maldita tortura, tengo que salir de aquí aunque sea por un instante —pensé frustrada.Decidí llamar a Tom, a mi amigo que trabajaba en el área de vigilancia, para que me ayudara a salir de la habitación aunque fuese por unos minutos.—Tom, necesito que me eches una mano para salir de esta habitación durante un corto tiempo. Solo unos minutos —le supliqué al teléfono.—¿Estás segura, Angie? Sabes lo que podría pasar si nos descubren —me advirtió Tom con cierta preocupación.—No me importa, estoy al límite. Necesito tomar un respiro —respondí con determinación.Tom accedió a mi petición y coordinamos un plan para que pudiera salir de la habitación sin ser detectada por los hombres misteriosos.Agradecí su ayuda, sabiendo que arriesgábamos mucho al traspasar los límites impuestos por l
—Yo no soy la culpable de lo que pasó aquí — pronuncié, tratando de mantener la calma.—Yo no soy culpable de que él haya empeorado — insistí, mirando a Daniel quien no me quitaba los ojos de encima.—Cállate, maldita doctora. Aquí los dos son culpables de la muerte de mi jefe — respondió el hombre misterioso con voz amenazante. Sus palabras resonaron en el pasillo del hospital, y sentí que el peligro y la incertidumbre se cernían sobre mí.—¿Tu no viste que me desvivía por tu jefe?El hombre misterioso me miró con desprecio, pero pareció considerar mi pregunta por un momento. Sin embargo, su expresión se endureció nuevamente.—No voy a caer en tus juegos. Ambos sabemos la verdad, y pagarán por lo que hicieron —respondió, su voz llena de resentimiento.Busqué desesperadamente una manera de hacerle entender que no era responsable de lo que él creía. Intenté apelar a su lógica y sensatez.—Te aseguro que no tuve nada que ver con la muerte de tu jefe. Soy una médica comprometida con ayuda
Él me hizo entrar en su auto y me senté en el asiento del copiloto mientras él me decía cómo debía actuar con el señor Sauzza, y sobre todo, que nunca lo contradiga si amaba mi cabeza.Mientras conducía por las oscuras y solitarias carreteras, no pude evitar romper el incómodo silencio.—Vladimir, ¿de verdad piensas que voy a hacer todo lo que ese criminal me diga sin protestar? —pregunté con una pizca de enojo en mi voz.Vladimir suspiró y me miró de reojo.—Angie, entiendo tus dudas y resistencia, pero es importante que comprendas la peligrosidad de Freddy Sauzza. Si queremos protegernos, debemos jugar según sus reglas, al menos por el momento —explicó con calma. Solo suspiré.La frustración seguía ardiendo dentro de mí, pero sabía que tenía razón. En ese momento, era necesario actuar con cautela y buscar la manera de mantenernos a salvo.—Está bien, Vladimir, entiendo que debemos ser astutos y hacer lo que sea necesario para estar a salvo. Pero no sé hasta dónde estoy dispuesta a l
—Dra. Hans, no esperaba esta muestra de amabilidad por parte de alguien como usted. Vladimir me ha comentado que es una muy buena médica, pero no sabía que aceptaría mi propuesta tan pronto. Creí que tendría que usar otros métodos para convencerla —dijo Freddy mientras me mostraba su brazo herido.—¿Qué tipo de métodos? —pregunté intrigada.—No se preocupe, no es ningún método de tortura, a menos que vea como uno de ellos que usted y yo nos torturamos mutuamente en la cama —me dijo con una mirada lasciva y una sonrisa traviesa en el rostro. Tragué saliva, intentando ignorar el escalofrío que recorrió mi espalda.Me sentí incómoda e indecisa sobre cómo responder a sus insinuaciones tan directas.Sinceramente, me sentí atraída por Freddy, pero como profesional y como persona comprometida, sabía que tenía que establecer límites claros. Tomé una gasa y comencé a limpiar su herida con cuidado, tratando de mantener la conversación en un tono profesional y neutro.—No se equivoque, señor Sau
★Freddy Sauzza.El baño de mi mansión siempre ha sido mi refugio, un lugar donde puedo pensar con claridad y tramar mis próximos movimientos en el mundo del crimen, ya que, por desgracia, es el único lugar donde no soy interrumpido. Sin embargo, esta vez se convirtió en el escenario de un encuentro inesperado con la enigmática doctora Hans.Mientras ella curaba la herida en mi brazo, no pude evitar sentir una atracción desenfrenada hacia ella.Quería arrancarle la ropa y hacerla mía, escucharla gritar de placer mientras le doy contra la pared del baño o arriba del lavamanos. Desde que entró por la puerta de mi sala, mi cuerpo comenzó a actuar de maneras extrañas, y mi miembro tuvo una reacción muy peculiar.Era diferente a las demás mujeres que había conocido, sus ojos tenían una chispa de determinación y sus palabras dejaban en claro su resistencia a caer en mis garras.No estaba acostumbrado a que me rechazaran y eso me enfurecía por dentro.Con cada movimiento que hacía para limpia
Luego de aquel beso ardiente, nos miramos intensamente, con una mezcla de incertidumbre y pasión en nuestros ojos. Sabíamos que adentrarnos en esta relación conllevaría riesgos y desafíos, pero también nos dábamos cuenta de que había una conexión tan profunda que no podíamos ignorar. Quiero ser suya.Freddy, un hombre de mirada penetrante y aspecto enigmático, tomó mi mano y me condujo fuera del baño, alejándonos de aquel lugar prohibido. Nos encontramos en una habitación lujosa y elegante, donde las sombras de la noche se colaban por entre las cortinas, añadiendo un aura de misterio y seducción al ambiente. Los latidos acelerados de nuestros corazones nos recordaban que ahora estábamos juntos, indisolublemente unidos.Sus labios suaves y carnosos se acercaron a mi oído y susurró palabras que hicieron vibrar mi cuerpo, sus susurros fueron una propuesta indecente que ambos deseábamos aceptar.Mis ojos se abrieron de par en par ante las palabras susurradas por Freddy, mientras sentía có
Me desperté sola en la cama, envuelta entre sábanas que aún guardaban el cálido rastro de la noche anterior.Me sentí desorientada y busqué con la mirada a Freddy, el hombre atractivo con quien había tenido un encuentro sexual desenfrenado.Sin embargo, su ausencia en la habitación despertó una sensación de intriga en mí.—¿Freddy? —murmuré mientras mi mirada recorría la habitación vacía.No obtuve respuesta y su ausencia empezó a preocuparme. Mi mente empezó a recordar rápidamente los momentos compartidos, cada caricia en mi piel que me hacía estremecer y sus brazos fuertes que me envolvían con pasión.Me invadió el ansia por encontrarlo y obtener respuestas.Decidida, me levanté de la cama y mis ojos se posaron en un hermoso vestido de color azul, delicadamente colocado sobre un sofá en frente.A pesar de eso, movida por un acto de rebeldía y desafío, decidí tomar una de las camisas del armario de Freddy y vistiéndome con ella, salí de la habitación decidida a buscarlo.Mientras cam