El aroma del humo negro que despide el camión me hace toser. Regreso a la ciudad. No a ver a Logan (del que no he tenido noticias todo este tiempo) lo cual será un poco complicado si quiero darle seguimiento a mi solicitud de empleo en el despacho Olvera-Smith, sino a tratar de continuar con mi vida y salir adelante. Una gaviota distraída vuela muy lejos de la playa. La veo mover el pico en un grito que no logra traspasar el espacio ni el vidrio que nos separa. La observo batir las alas en un intento de reencontrar el camino hacia el mar. La imagen de Analí se forma nítida y clara en una visión que me hace estremecer. “ Me acerco silenciosa al closet y abro la trampilla en uno de los cajones. La descubrí por casualidad y como tengo la certeza de que Logan no la conoce, pongo la llave y mi diario. - Pronto terminará todo. Después de que me encuentre con el hombre que me llamó, todo habrá terminado. - suspiro mientras coloco la tapa con mucho cuidado. Las cosas con Logan están
Subo las escaleras lentamente esperando, casi rogando, que Logan no esté en casa. Lo sé, mientras mas pronto terminemos esto, será lo mejor para todos. Pero no alcanzo a imaginar qué le voy a decir, qué me va a decir él, si quiere verme, si… El pensamiento muere en mi cabeza antes de concretarse cuando levanto la vista y lo veo, de pie, frente a su puerta, mirándome. Mis pies se paralizan mientras mi corazón late desbocado cuando nuestras miradas se cruzan. Se le ve con un semblante hosco y descuidado. No es el Logan pulcro que conozco, pero aun así sus rasgos atractivos y varoniles, que imaginé durante muchos días deben ser muy similares a los de, los de nuestro padre, se pueden observar. Las palabras se quedan atoradas en mi boca y no atino a decir ni hacer nada. Es Logan quien, con pasos cortos y lentos, se acerca poco a poco a mí. Mis ojos no pueden despegarse de su rostro abatido y sus deliciosos labios, esos labios que recorrieron todo mi cuerpo prodigándome nada m
No recuerdo una sola ocasión en la que haya pensado en mi padre. Cuando escuchaba a otras niñas hablar sobre ellos, no sentía tristeza o añoranza, porque para mí, mi familia estaba completa tal como era. No tengo recuerdos de mi padre y nunca he sentido que me falte algo importante en mi vida ya que la figura esencial a mi alrededor me brindó todo el cariño y el apoyo que necesitaba. Mamá asumió perfectamente ese rol enseñándome y guiándome de maneras significativas. También es posible porque desde pequeña ella me enseñó a encontrar fuerza y confianza en mí misma, por lo que desarrollé una independencia emocional que me permitió crecer sin sentir un vacío por esa ausencia. Ir a Marejada es uno de mis mejores recuerdos. Tenía tan solo quince años y, me enteré mucho después, mamá había perdido su trabajo y agobiada porque el dinero se acababa al no encontrar otro empleo, decidió, sin más justificación que ser feliz y hacerme feliz, tomar todas nuestras cosas y mudarnos a ese pueb
Habíamos pasado solo un par de semanas en Marejada, cuando mamá me preguntó si me gustaría vivir en la ciudad. Nunca habíamos vivido en un lugar tan grande y me emocionó la posibilidad de hacerlo. La ciudad representaba una oportunidad fascinante, llena de posibilidades y experiencias nuevas. Solo podía imaginar la ciudad como un lugar vibrante y dinámico, donde hay infinitas opciones de entretenimiento, acceso a mejores estudios, una mayor diversidad cultural y la posibilidad de conocer gente nueva y diferente. Cuando llegamos, a medida que el auto se adentraba en la ciudad, mis ojos se abrían con más intensidad tratando de captar todos los detalles. Las luces de los semáforos parpadeaban con colores vibrantes y los rascacielos parecían tocar el cielo, gigantes comparados con las casas bajas del pueblo. Desde la ventanilla, vi las aceras repletas de gente caminando a paso apresurado, cada una con su rumbo, su prisa, su propósito. Los escaparates de las tiendas estaban llenos de
Trabajar en el despacho Olvera-Smith no fue tan complicado. El proceso de aplicación inicial fue pan comido gracias a mi impecable y robusto curriculum y a mi experiencia académica. Las pruebas técnica y psicológica, aunque exhaustivas tampoco fueron problema. Las entrevistas con los socios eran mi mayor preocupación. Me intrigaba saber si estando frente a frente me recordarías. Afortunadamente no fue así, ha pasado mucho tiempo. Además yo ya no soy esa niña robusta y sin gracia que era hace cinco años. El tinte de mi pelo, las gafas que cambié por lentes de contacto, los kilos de menos y el maquillaje me hacen lucir muy diferente. Noto en tu mirada una mezcla de curiosidad cuando me presento. Tomas la mano que te extiendo y te atreves a preguntarme, franco como siempre, si nos conocemos de algo. Yo esbozo mi mejor sonrisa y niego categóricamente. Me miras con mucha atención y escuchas las respuestas rápidas y precisas que doy a todos los cuestionamientos, me parece que intent
Encontramos el diario de Analí y una llave en el escondite. Logan dijo reconocer la llave mientras la tomaba y seguía su forma con los dedos. Nos miramos fijamente cuando abro el cuaderno y notamos de qué se trata. Sin pronunciar palabra nos sentamos en la sala y comienzo a leer. Nunca imaginé el impacto que tendría lo escrito en esas páginas. A medida que las palabras salen de mi boca, noto el peso de cada frase, siento la carga de lo que estoy leyendo. Aunque no lo veo, aún no me atrevo a levantar la mirada, puedo imaginar lo que siente Logan: incredulidad, shock, dolor, tristeza, enojo. Las palabras se quedan atrapadas en mi boca, creando pausas cada vez más largas mientras comprendo la gravedad de lo que estoy diciendo. No puedo continuar al sentir que la respiración de Logan se detiene y muy lentamente levanto el rostro para verlo. Sus manos, que no han estado relajadas, ahora se tensan mucho más, apretando los puños mientras se aferra al pantalón arrugado. Su rostro
Mientras Logan sigue en su habitación no puedo dejar de dar vueltas por la cocina. Todo comienza a tener sentido. Siempre se trató de ella. De Analí. El destino nos juntó para que descubramos su triste final. Para limpiar su memoria aunque se ensucie más con estas revelaciones. - Para que terminemos lo que inició. Para que pueda descansar en paz. - Me repito tratando de justificar un poco lo que hizo. Lo que le hizo a Logan. Miro hacia la puerta cerrada y el corazón me duele. Trato de imaginar lo que Logan está sintiendo en este momento, pero es casi seguro que no tengo ni la más remota idea. Por el momento no puedo hacer otra cosa más que darle su espacio para procesar lo que hemos descubierto. Me acerco al sillón y tomo la libreta. Lentamente me siento en el sitio de antes y continuo la lectura. No tiene ningún sentido someter a Logan a más verdades. *** Hace mucho que no escribía. Las cosas van a muy buen ritmo. Logan y yo ya somos amigos y es muy evidente que tiene un
El diario de Analí descansa sobre mis piernas. El aire tiene una pesadez que parece extenderse más allá del auto de Logan, envolviendo el paisaje en silencio. Los kilómetros pasan lentamente, como si el tiempo mismo estuviera suspendido mientras el motor ronronea de fondo, ajeno a lo que sentimos. El paisaje, aunque cambiante, parece irrelevante, como si los edificios a la orilla de la carretera fueran solo sombras pasajeras. Las manos de Logan se aferran al volante con firmeza, aunque puedo notar que su mente está lejos, inmersa en mil pensamientos. El ritmo constante de la carretera, con su monótono desfile de líneas blancas y amarillas, se convierte en un acompañamiento sordo para nuestro estado emocional. Los recuerdos, las preocupaciones y el dolor parecen repetirse en mi cabeza sin lugar para distracciones. El silencio es absoluto dentro del auto: todo se siente distante, como si el mundo siguiera adelante mientras permanecemos atrapados en una espiral en declive. Vamos al