2.¿Eres Tú?

[SEBASTIEN]

Estoy cenando tranquilamente con mis tres mejores amigos en mi restaurante favorito de Madrid cuando mi mirada se cruza con la de una mujer de ojos verdosos y curvas deslumbrantes que lleva puesto un vestido corto color rojo con escote sensual. La miro mientras se sienta en la mesa con el hombre que la acompaña y no sé porque no puedo dejar de verla, «se parece tanto a ella...»

—Sebastien, deja de mirarla, no está sola. — Me regaña Javi.

—Es que me recuerda a alguien. — Comento haciéndole caso y volviendo mi mirada a la comida que hay sobre la mesa.

—Si, como no...— Bromea Martin. —Si conocieras a alguien así no la hubieras dejado ir.— Añade.

—A veces, no importa que es lo que hagas por una mujer;,ella se ira igual si así lo quiere.— Comento con un tono de melancolía al recordar la partida de aquella mujer que tanto ame. Aun duele esa herida que me dejo cuando se marchó de mi vida sin explicación y sin despedirse de mí.

«Mi Zami... ¿Cómo olvidarla?»

—Bueno, ¡Basta de hablar de mujeres por hoy, no hemos venido aquí para eso! — Nos regaña David haciendo que regresemos a nuestra conversación previa acerca de todo lo que he vivido en el último torneo de futbol y los campeonatos internacionales, y de lo que haremos para Navidad y año nuevo.

[…]

Estamos inmersos en la conversación, cuando alguien toca mi hombro suavemente. —Discúlpame.— Dice una voz masculina, y al levantar mi mirada me encuentro con el hombre que acompaña a la mujer que cautivo mi atención. Él es bastante alto, de ojos claros y cabello oscuro.

—¿Si? — Pregunto confundido y luego llevo mi mirada a la mesa donde esta ella.

Observo que cubre su rostro, y supongo que no está muy de acuerdo con lo que está haciendo su acompañante. —Se que no debería interrumpir tu cena y de verdad lo siento, pero es que mi esposa y yo somos aficionados del equipo para el que juegas, y justamente hoy estamos cumpliendo dos años de casado y creo que sería un regalo muy bonito si pudiera obtener un autógrafo tuyo. Ella no quería que hiciera esto, pero ya sabes... por amor se hacen muchas cosas. — Dice entre risas.

«No lo culpo... su esposa es demasiado guapa y creo que cualquier hombre haría exactamente lo mismo por ella.»

—Claro que sí, no hay problema, ¿Cómo se llama?— Le pregunto mientras me da un trozo de papel que al pareciera ser de un hospital o algo así.

—Zamira con Z.— Dice y al escuchar el nombre mis ojos se abren de par en par.

«¿Zamira?» Me pregunta mi subconsciente alarmado y vuelvo a mirarla «¿Sera mi Zamira?»

Firmo el autógrafo con mi mano temblando y luego me pongo de pie. —¿Quieres que me tome una foto con ella? — Le pregunto y es por mí que quiero hacerlo. Necesito saber si es ella.

—¡Por favor! — Me pide con entusiasmo y luego de excusarme con mis amigos camino hacia su mesa.

A medida que me acerco, la veo más detenidamente y es muchísimo más bella de lo que se veía a la distancia. Siento como mi corazón late al imaginar que esta mujer pueda ser mi Zami...

—Hola, ¿Cómo estás? — Pregunto cuando estoy a su lado. No sé qué le sucede, está demasiado nerviosa. Se que muchas veces hay fanáticos que se ponen así, pero en este caso es como si ella estuviera preocupada.

—Hola, debo de admitir que nerviosa.— Dice mirándome fijamente y siento que conozco su mirada.

Los recuerdos de aquellas noches que pase con mi Zami en mi cuarto vuelven a mi mente y no puedo más con la intriga, necesito saber si es ella o no. —Discúlpame, pero... ¿Tú eres Zamira Castelo?— Pregunto finalmente y noto como se ha puesto pálida de repente.

—¿Tú conoces a mi esposa?— Interrumpe el hombre que viene con ella y es en ese preciso momento donde siento la tierra temblar.

«Mi Zami... no hay dudas… es ella... hace tanto tiempo que no tengo noticias suyas…»

«No lo puedo creer, está casada...»

—Mi amor, ¿tú de donde conoces a Sebastien Torres?— Le pregunta mientras que la toma por la cintura.

—Si, soy yo. — Me responde con un hilo de voz y luego mira a su esposo —Es una larga historia amor. — Le dice casi en un susurro.

—¿Por qué no me lo habías dicho? — Le pregunta sin entender nada.

«Al parecer le ha ocultado a su esposo el pequeño detalle de con quien fue que hizo el amor por primera vez...» Bueno… tampoco es que deba contárselo, ¿o si?

No puedo creer que aquella niña se haya convertido en la mujer que ahora tengo enfrente de mí. Quisiera decirle tantas cosas... quisiera preguntarle otras mil, pero la presencia de su esposo me lo impide.

—Amor, me estoy sintiendo mal, vámonos por favor. — Le pide esquivando mi mirada.

«No... no puede irse nuevamente así.»

—¿Podríamos hablar algún día?— Me atrevo a preguntarle —Me gustaría saber que ha sido de ti en todos estos años... si es que no te molesta, claro. Es que tu esposa y yo éramos vecinos y bastante amigos cuando éramos adolescentes. — Le explico a esposo finalmente, y creo que ahora ha entendido todo, aunque me he ahorrado muchos detalles, demasiados diría yo.

—Ahora no sé qué decirte, de verdad me siento mal.— Me dice y se sienta.

—Esta bien, cuando puedas.— Digo.

—Sebastien, toma, esta es mi tarjeta. Como veras ella no se siente muy bien, pero si quieres un día vienes a cenar a casa o algo y se ponen al día...— Me ofrece de manera bastante amable.

—De acuerdo, los llamare antes de partir a Málaga. — Le digo antes de despedirme de los dos.

No voy a desaprovechar esta oportunidad, necesito saber que paso con ella y porque se fue así después de todo lo que sucedió entre nosotros. Ella desconoce lo mucho que me dolió su partida.

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