7. Verdades (Parte 1)

[SEBASTIEN]

«13 años... 13 malditos años esperando este momento. 13 años donde me pregunte una y mil veces porque se fue así... la misma cantidad de tiempo que llevo sin poder sanar las heridas que deja ese primer amor y que tanto duelen.»

Este sofá donde estoy sentado es testigo de mis ansias, de mis miedos, de mis dudas... del caos que hay en mí, y todo empeora cuando escucho el sonido del timbre y debo tomar valor para abrir esa puerta e intentar no reclamarle todo lo que quiero reclamarle de una vez.

—Hola. — Me dice mucho más nerviosa que yo cuando abro y nuestras miradas se encuentran.

«Que tanto recuerdo esos preciosos ojos verdosos que hoy me miran como si fuésemos dos desconocidos.»

—Pasa. — Digo luego de respirar profundo y la observo pasar delante de mí inhalando su exquisito perfume una vez más tal como anoche.

—Discúlpame que te haya pedido encontrarnos en un lugar como este, pero créeme que es lo mejor. — Se explica y con mi mano le indico que se siente en el sofá.

—Supongo que si. — Digo caminando hacia ella —¿Quieres algo de beber?—

—No, gracias. No podría beber ni siquiera comer... estoy muy nerviosa. — Se explica y me alegra saber que no soy el único imbécil que se siente así.

—Tenemos tantas cosas que decirnos... necesito comprender que sucedió. — Pronuncio con mi voz entrecortada a causa del dolor que aún me causa recordar todo lo que sentí con su partida.

—Sé que me debes odiar. — Comenta mientras me siento en el sofá que está justo enfrente del que esta ella sentada.

—Me dolió mucho la manera que te fuiste de mi vida. — Confieso.

—Lo sé y créeme que no fue porque yo quisiera irme así. —

—No entiendo... ¿Qué quieres decir? — Pregunto entrecerrando mis ojos.

Su mirada esquiva la mía —Sebastien, yo no sé si hago bien en hacer esto o no... No sé si estaré arruinando tu vida al decirte lo que te voy a decir... en realidad no tengo certeza de nada más que el dolor que siento dentro mío...— Me dice y ahora sí que estoy completamente confundido.

—¿De qué hablas? — Cuestiono un poco más firme.

—Tú quieres explicaciones... yo te las daré, pero créeme que cambiara tu vida para siempre. Solo necesito saber que estas completamente seguro de que quieres saberlo todo, no habrá marcha atrás si lo hago.— Me advierte.

—Zami, yo no sé qué es lo que me tengas que decir... solo sé que quiero saberlo. Lo necesito habla por favor. — Le pido.

—Está bien... créeme que me cuesta más a mí que a ti decirte esto. Solo permíteme contarte todo y luego me gritas, me reclamas, haces lo que quieras. — Me pide.

—Habla de una vez por favor. — Le suplico.

—Como bien debes recordarlo, tú y yo fuimos más que amigos o vecinos cuando viví en Málaga. Bien sabes que en mi cumpleaños número quince lo nuestro pasó a otro plano... Hicimos el amor por primera vez aquella noche y a partir de ahí todo cambio. Estábamos muy enamorados y nos había encantado estar juntos. Como bien sabes, aquello se repitió unas cuantas veces y si lo pensamos bien, éramos dos adolescentes que no median las consecuencias de nada. Las semanas fueron pasando y yo comencé a sentirme mal…mis padres se preocuparon y llamaron a un doctor quien les confirmo que estaba embarazada.—

—¡¿Qué?!— Exclamo.

—Por favor, déjame continuar...— Me pide y no sé cómo me puede pedir eso. ¡Me está diciendo que estaba embarazada de mí!

—¿Qué paso con ese embarazo?— Le pregunto ignorando su pedido.

—Déjame continuar y sabrás. —

—Continua. — Digo con mi corazón saliéndose de mi pecho.

—Esa noche mi padre me grito tanto... me pego de tal manera que me hizo confesarle quien era el padre y tuve que decirle que eras tú. Enfureció, me dijo que había deshonrado a la familia. Que una niña de sociedad como yo no podía tener un hijo a los quince años. Mi madre intento defenderme, pero no hubo caso. Él quería que interrumpiera el embarazo, pero yo no quise y mucho menos mi madre. Sin darme opción alguna, hizo nuestras maletas y me llevo a Suiza aquella esa misma noche sin darme la oportunidad de despedirme de nadie y mucho menos de ti. Me encerró en un internado donde había otras chicas en mí misma situación, pero a diferencia de ellas yo tenía todos los métodos de comunicación prohibidos, prácticamente estaba en una cárcel. — Las lágrimas caen de sus ojos sin cesar y yo no puedo creer lo que estoy escuchando...

—El embarazo siguió avanzando hasta el día que di a luz... 30 de Julio del 2005, ese día nació Roció. Mi niña a la cual solo vi por unos pocos minutos ya que luego se la llevaron y nunca más volví a saber de ella. Mi padre se la llevo y no se adónde. Después de aquello, seguí encerrada en aquel maldito infierno hasta que cumplí la mayoría de edad y me fui con tan solo un pequeño bolso de ropa. Busque un trabajo en Suiza y me compre un pasaje de avión a Málaga para buscarte y decirte lo que había sucedido, pero al llegar aquí nuestros amigos del instituto me dijeron que estabas en Madrid cumpliendo tu sueño de incursionar en el futbol profesional. Sabía lo que eso significaba para ti, además, no sabía dónde encontrarte... Ese día decidí que debía comenzar a buscar a mi hija por mi propia cuenta, pero al no contar con el apoyo de mis padres y que mucho menos mi padre me dijera donde había dejado a Roció tuve que hacer algo para salir adelante. Trabajé mucho para juntar dinero y pagar a investigadores... me metí a estudiar arquitectura y me propuse ser la mejor para poder pagar a los mejores detectives y encontrarla, pero hasta ahora no ha dado resultados. No sé si está en España o en Suiza... Pasaban los años y las esperanzas iban disminuyendo... la relación con mi padre empeoraba y sigue haciéndolo... Hace cuatro años tuve una discusión tan grande con el que salí de su casa con ganas de matarme y lo intente... estrelle mi auto contra un paredón de cemento, pero sin éxito… termine en coma y allí fue donde conocí a Iker. Él no sabe nada de todo esto, no quería ensuciarlo con este pasado. Lo siento tanto Sebastien... debí decírtelo, pero soy una cobarde. Cuando te encontré en el restaurante la otra noche, comencé a comprender que el destino me estaba diciendo que debías saberlo...— Termina de decir y el silencio comienza a reinar en este lugar…

Sus palabras me caen como un golpe de realidad y estoy intentando reaccionar, pero primero necesito comprender toda esta historia en mi mente. Tengo una hija que a esta altura debe ser casi adolescente...

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