—¡Suelta a mi hermana! ¡Vamos! —Me acerco a los hombres igual de corpulentos y altos que yo, les apunto directo a la cabeza.
—Maten a este idiota... —Uno de ellos espeta con un tono de voz de hartazgo, como si matar para él fuera algo cotidiano.El tipo acaricia el cuello de Mel con una navaja y me mira con burla. ¡Me tiene por los huevos! Veo el rostro de mi hermana una última vez antes que le cubran los ojos con una venda. Esos ojos enrojecidos, el dolor en su mirada y a la vez el arrepentimiento me hacen sentir que por primera vez muero en vida.—¡No, no! ¡Melanie! ¡Melanie! —Trato de rozar su mano, pero antes de tan siquiera sentir sus temblorosos dedos, una fuerte presión en la pierna izquierda provoca que caiga al suelo con dificultad.—¡Hermano sálvame! —grita con desesperación.Palpo mi pierna al sentir una presión y ardor muy fuertes, al final mi mano acaba empapada de sangre. Rasgo mi pantalón y veo el hoyo en mi piel. El dolor y escozor comienzan a ser realmente insoportables, por lo que termino perdiendo el aliento y la visión se me nubla de pronto.—Tendremos que llamar una ambulancia. —La bella mujer toma mi mejilla entre su mano y observa mi pierna, luego mi rostro—. Vas a estar bien... ¡Se escapan de nuevo! ¡Maldición!Me observa una última vez antes de correr hacia la entrada del lugar junto a dos hombres más.Camino con dificultad y jadeando de dolor hasta llegar a la salida y ver cómo una camioneta negra y un auto gris se pierden a toda marcha entre la oscuridad...Desde esa noche, varios días han transcurrido. Tan solo pensar en lo que le puede estar ocurriendo a mi hermana, me pone la piel de gallina. Nueva York es un estado realmente inmenso, podría estar en cualquier lugar o en cualquier prostíbulo siendo abusada. Dios mío, ayúdame a encontrarla.—¿Señor? —La secretaria me saca de mis recuerdos y pensamientos tortuosos.—¿Si? —respondo un tanto distraído.—La paciente Regina Morgan ya se encuentra aquí, ¿le pido que pase? —La mujer de mediana edad me observa atenta con sus largas pestañas y grandes ojos cafés. Ha sido mi secretaria desde hace un par de años.—Sí, hazla pasar.Se retira en silencio.Me acomodo la bata y mi rubio cabello. Rechazo por enésima vez otra llamada de Mike, él sabe que cuando estoy en mi consultorio no recibo llamadas relacionadas con nuestro tipo de negocios. Mi pierna también duele un poco todavía y no estoy de humor para lidiar con las tonterías de nadie, pero el trabajo llama.—Buenos días, doctor… —Es una voz un tanto grave, pero cantarina y delicada a la vez.—Buenos días. Tome asiento señorita Morgan —respondo distraído mientras tecleo en el ordenador algunas cosas relacionadas con su planilla.Le echo un rápido vistazo a la mujer, quien aún permanece de pie frente a mí, observándome.—Tome asiento, por favor. —Señalo la silla—. ¿Por qué motivo viene a consulta?—Doctor, es que… —suspira pesadamente y se sienta. —Mi prometido me dejó plantada en el altar hace unos días, porque yo no he logrado quedar en embarazo. Siento que ya no puedo más… Si no le cuento esto a alguien, creo que voy a asfixiarme. Tengo pesadillas, lloro y siento un terrible vacío que me hace querer morir a veces, doctor.Ahora que la observo mejor, puedo apreciar que es muy bella, pero se ve un poco decaída y desesperada.—Lamento mucho eso, Regina. No te preocupes, iniciaremos un estudio a fondo de tu situación y juntos encontraremos una solución. ¿Está bien?Le sonrío levemente, noto como su expresión tensa se relaja lentamente.—Agradecería mucho su ayuda. Normalmente no soy una persona que se abra mucho para hablar con otras, pero eso no es lo que trato de decir… En fin, yo… Si vengo aquí es porque creo que necesito ayuda. —Frota sus nudillos con insistencia, suspira.Parece que sus ideas están muy desordenadas. En realidad lo que le ha hecho su ex, la tiene con los niveles de ansiedad altos.Su rostro se me hace conocido de algún lugar, pero no logro recordar de dónde puede ser. Es muy alta, tiene cabello castaño y largo, ojos avellana, rostro pequeño, nariz respingada y mejillas sonrojadas debido al frío. Me quedo observándola por unos segundos mientras habla de sus sentimientos, su belleza ha capturado toda mi atención ahora que la observo mucho mejor todavía. Desde mi posición puedo ver sus largas piernas, anchas caderas y protuberantes senos que se esconden bajo la tela de su recatado vestido azul. De repente parece que se me olvida todo, no puedo dejar de mirarla, ella es como el vivo fuego y como el exquisito vino. En realidad, creo que, acabo de conocer al pecado en persona.—El que tiene que agradecerte soy yo, fue una excelente decisión que hayas venido, es bueno que abras tu corazón para buscar ayuda —respondo tratando de romper el incómodo silencio.Junto las manos con fuerza, ignorando cómo sus redondos pechos rebotan al levantarse y mover su asiento para acercarse más a mí.—Oh, doctor… No sabe el peso que se me va de encima, ya no estaré sola en esto. —Toma mi mano entre la suave suya, le da un apretón que envía una corriente extraña a mi piel y termina de endurecer mi masculinidad.—¿Nos hemos visto en algún lugar antes? —Asiento y retiro mi mano, sin ser brusco, normalmente pocos pacientes demuestran afecto a sus médicos.Creo que aquello me ha dejado incómodo, algo intimidado. Qué ironía, se supone que yo soy el psicólogo aquí, pero estoy siendo intimidado por una paciente.Tomo mi cabello entre mis dedos y me acomodo los lentes.—Hmm… No lo creo —sonríe, sus mejillas se vuelven un poco acaloradas.—Muy bien, necesito que me cuentes algunas cosas... Hmm, te escucharé atentamente, puedes confiar en mí, Regina. —Vuelvo a juntar mis manos.—Lo que sucede es que…Me cuenta desde el inicio algunos problemas de su infancia, sobre su madre fallecida y su padre que nunca le ha dado amor y solo le exige ser la hija perfecta, finaliza y se abre para hablar sobre su relación amorosa que no ha sido nada sana y le ha traído muchos problemas.Por momentos trato de concentrarme en su historia, mas no logro hacerlo. De nuevo el asunto de mi hermana me distrae, me siento culpable por no haber tenido los huevos suficientes para defenderla, y eso no me lo puedo perdonar. No me puedo centrar muy bien en mi trabajo estos últimos días.De repente, Regina clava sus ojos en los míos y ya no puedo pensar en algo más. Ojos dulces y perversos que me recuerdan un ángel y demonio, como si ella fuera un janus, como si bajo ese dolor que carga en su pecho se escondiera otra mujer totalmente distinta. Mujer que estoy dispuesto a descubrir, aunque esté faltando a mi juramento como profesional.La observo con atención, viendo atentamente cómo sus labios se curvan en una sonrisa ladeada, un tanto sensual y misteriosa.—Gracias por escucharme…Se levanta con parsimonia mientras toma su cartera y me dedica una sugerente mirada. Simplemente no puedo dejar de pensar en lo preciosa que es y en que su cuerpo es un deleite que me muero por tocar, por adorar como a una Venus. Esto hace que me levante de la silla muy distraído, por lo que hago una mueca al sentir un molesto tirón en la pierna donde fui herido la semana pasada.—¿Está bien? —Se inclina ante mí, dejando ver el nacimiento de sus voluptuosos senos.Lo que para ella puede ser un acto cotidiano, para mí ha sido todo lo contrario, es la representación de lo que más me gusta de una mujer.—Estoy bien, todo bien… —Hago un esfuerzo tremendamente grande para apartar la mirada del encantador escote, ignorando el dolor.—Oh, que bien. —Regina suspira, mirando mis ojos azules con atención—. Entonces, me iré ahora.—Nos vemos la próxima semana. Que tenga buen día, estimada paciente...Le tiendo la mano y ella de inmediato accede a estrecharla con una leve sonrisa dibujada en los labios. Nuestras miradas se encuentran de repente, parecen buscarse y necesitarse irracionalmente. Para mí no es lógico que aquello me suceda, sin embargo, prefiero apartar la mirada, mi mente me recuerda que esto no es lo correcto.Cuando levanto la mirada, ella ya se ha ido, dejándome contrariado por tan peculiar comportamiento y también porque es como si todavía siguiera aquí en el consultorio. Su exquisito aura sensual, aroma floral y misterio parece flotar en el ambiente. ¿Qué es lo que tiene esa mujer que me ha dejado extrañando su presencia?Recibo una llamada de la policía, me dan información del caso de mi hermana y dicen que hasta el momento han conseguido algunas escasas pistas de su paradero, es como si la tierra se la hubiera tragado. Siento miedo de lo que pueda pasarle, en parte soy responsable por haber caído en sus jugarretas y permitir las salidas de madrugada a escondidas de mi padre. Jamás pensé que iba a lugares así. No puedo parar de pensar en la posibilidad que se trate de una venganza, tengo enemigos muy peligrosos y con mucho poder, no sería de extrañar que quizá uno de ellos se haya llevado a Melanie para tomar venganza. Nadie imagina que un intachable psicólogo como yo esté tan metido hasta el fondo en negocios turbios, tal vez nunca tenga escapatoria y tarde o temprano mi familia se verá envuelta en ello. Mi nombre es Salvatore White, un traficante de armas que esconde su oscuro secreto bajo la impecable bata de un psicólogo y esta es mi historia...Suspira pesadamente mientras se afloja el moño de la corbata y deja caer su ancha espalda sobre la cómoda silla reclinable, tratando de pensar en otra cosa que no sea la pelicastaña de ojos avellana. Ella ha sido la última paciente de la mañana, por lo que se prepara para irse a casa y dejar el tiempo libre a su empleado Samuel, quien trabaja medio tiempo en el consultorio por las tardes. Guarda todas sus cosas en su mochila, pero deja la bata sobre su antebrazo con orgullo, ya que antes de que su vida se hundiera en la oscuridad, desde siempre su vocación fue la psicología. Sale del lugar, camina despacio hacia el estacionamiento y sube a la camioneta, conduce a casa, a ver qué nuevas noticias hay sobre su hermana y también para saber qué ha hecho el ineficiente cuerpo policial. Últimamente ha estado pensando en tomarse el trabajo por su propia mano, solo quiere y necesita a su hermana junto a él, sana y sin un rasguño. No puede dejar de pensar en lo mal que la estará pasando la luz
—¿Cómo está la escuela?, ¿lograste inscribirte en la facultad? —interpela al chico.Se gira hacia él, estudiando fijamente sus expresiones de alegría y plenitud, aquello de lo que él carece.—Sí, hace unos días, señor. Al fin logré cumplir mi sueño. —Sonríe, luego retoma su trabajo.Johnson es un chico que está a punto de cumplir sus veinte años, ha tenido un montón de trabajos donde lo maltrataban y pagaban mal. En uno de esos momentos, Salvatore casi lo arrolla una vez con su motocicleta y desde allí él le ofreció el trabajo el cual desempeña ahora. El jovencito de ojos cafés y mirada triste, busca reunir el dinero para pagar la casa hipotecada de su alcohólica madre y así no quedar en la calle junto a sus hermanos pequeños. Salvatore le paga más de lo debido, para que así él acabe pronto y no profundice en ese gremio criminal que los rodea.—Te ayudaré con un empleo distinto —habla con voz firme.El chico niega, sintiéndose contrariado por lo que acaba de oír.—Señor, no hace falta.
Regina observa cautelosamente por la abertura de la vieja y empolvada puerta, mientras desliza suavemente sus dedos bajo la negra y sexy falda corta que lleva puesta, rozando el suave encaje de sus bragas. Allí se halla escondida su peligrosa y pequeña pistola con silenciador.Mira hacia el angosto pasillo que divide las habitaciones de la reducida casa en ruinas, deseando que no aparezca alguien e interrumpa el plan. Un paso en falso y que se prepare para despedirse de este mundo, porque la cacería a Russell Marx no está para nada sencilla. Un hombre, la mano derecha de Russell, aguarda dentro de la habitación y cuenta algunos billetes mientras que se bebe él solo una botella de ron.—Kevin, Kevin... ¿Qué te dije? —Regina se adentra en el lugar, caminado directamente hacia el asiento del hombre.
Salvatore recibe insistentes llamadas de Zeus, su investigador de confianza ha encontrado información valiosa acerca Russell Marx. Pero no responde, debido a que se encuentra en plena entrevista televisiva. Apenas termine se contactará con él.—...claro, todo depende de una acertada y minuciosa entrevista psicológica en donde se logra obtener datos específicos sobre el paciente... —responde, removiéndose un poco sobre el asiento, ya que su móvil vibra a cada minuto.—Una anotación importante... Hasta aquí hemos llegado, le agradecemos doctorWhitepor haber aceptado nuestra entrevista y respondido nuestras preguntas. Los televidentes agradecen sus respuestas en el espacio de comentarios en la red social habilitada. —El presentador habla con un tono de voz jovial, animado.
—Hmm... Qué modales, señorita Morgan —habla en un tono alto y sarcástico al bajarse de su auto y sonreír perversamente en dirección a la mujer.Ella se detiene al ver a su apuesto médico acercarse a tal punto de casi rozar sus narices, retiene el aliento y trata de permanecer serena, cuando su corazón quiere salirse de su pecho al sentir aquel aroma masculino rozarle hasta los huesos.—Doctor... De nuevo nos vemos, qué coincidencia —suspira—. Ah, felicidades por la entrevista en televisión.Se acomoda el cabello detrás de la oreja, pero el fuerte viento se lo desordena de nuevo, lo que al rubio parece encantarle en ella. Él solo la observa en silencio, añorando tocarla, rozar su nívea piel y por primera vez en muchos años, anhela besar a una mujer. A ella, su pac
Sin previo aviso, Regina toma el rostro de él entre sus manos al no poder resistirse a besar sus labios, lo que toma al hombre por sorpresa. Ella cierra los ojos, se acerca a su boca y despacio posa la suya sobre la de él. El rubio permanece inmóvil y contrariado, mientras siente aquella calidez que ya había olvidado. Se debate entre quitársela de encima, advertirle que no vuelta a tocarlo sin su permiso o dejar que lo bese solo por esta vez.Ella está deseosa y necesitada por sentir las manos de él sobre su cuerpo. En un momento se separa, dejando su boca libre y notando la expresión confusa de Salvatore, pero aquello no le impide que regrese a sus labios y esta vez los atrape en un beso apasionado, caliente como lo que siente en su interior, aquello que se derrite en deseo hasta humedecer su piel en llamas. Consigue que él se olvide de todo y le siga el beso con la misma i
De repente, la contestadora del teléfono se activa emitiendo un mensaje muy indeseado: «¡Regina, no lo vas a creer! ¡El estúpido de Kyle se va a casar con una mujer que conoció hace unos meses! Creo que te estaba engañando con ella. Debemos arruinarles la boda, ¿no? ¿Por qué no respondes las llamadas? Cuando escuches el mensaje me llamas...”.Su única amiga Teffi, es una chica con una personalidad... un tanto acelerada, por lo que muchas veces empuja a Regina a hacer cosas estúpidas. Pero con todo y eso, se adoran.Suspira cuando el mensaje termina, dejando que vuelva el silencio, uno incómodo que se instala en la habitación. Ya no le lastima que Kyle rehaga su vida con alguien más, lo que tuvieron acabó y a su paso destrozó su corazón.—Por ahora tengo
El pelirrojo ríe burlón, mientras fulmina con la mirada a los presentes y maldice con todo su ser a Russell, quien de nuevo se ha marchado. Les ha robado y ha dejado a todos a su suerte.—¿Y qué es lo que quieres? Aquí no hay nada. —Niega y se encoge de hombros.Salvatore se levanta y dirige hacia el hombre que se intimida con su actitud amenazante.—¿Dónde está Melanie, la chica menor de edad? ¿Donde está Russell? —Roza el reluciente revolver de color negro contra la sien del pelirrojo.—Bien, bien... No hay mucho que decir y quizá no me creas, pero Russell se llevó con él todo el dinero, millones... También llevó junto a él a dos menores de edad, hace poco menos de un par de minutos escaparon. —Se encoge