Luciana lo miró, sus ojos encontrándose en un punto de conexión que ambos sabían que no podían negar. Pero la duda y el pasado aún colgaban en el aire, y aunque las palabras de Alejandro eran sinceras, el camino por delante no sería fácil.Alejandro mantuvo su mirada fija en Luciana, con una intensidad que hablaba más allá de las palabras que acababa de pronunciar. Ella, sentada frente a él, aún sostenía su taza de café entre las manos, tratando de encontrar el equilibrio entre la sorpresa y los sentimientos que comenzaban a despertar nuevamente dentro de ella."Lo que quiero está aquí, contigo", las palabras resonaban en su mente, pero la sombra de la carta firmada por Verónica seguía flotando en el aire.Luciana respiró hondo, buscando alguna respuesta dentro de sí. “Es difícil, Alejandro,” murmuró finalmente. “Pensé que habíamos dejado todo esto atrás... pero ver cómo alguien más aún tiene la audacia de declararte su amor y pedirte matrimonio...” Hizo una pausa, mirando a la mesa.
Cuando se dejaron de escuchar los tacones y Verónica desapareció por el pasillo, Alejandro soltó un suspiro largo, y Luciana, aún sentada, se pasó una mano nerviosa por el cabello, intentando procesar todo lo que acababa de suceder.Alejandro se acercó a ella y le tomó la mano con suavidad, buscando sus ojos."Lamento que hayas tenido que presenciar eso," dijo con sinceridad.Luciana lo miró fijamente, su corazón latiendo rápidamente. A pesar del drama, había algo que comenzaba a aclararse en su mente y en su corazón. "No te preocupes... No es culpa tuya, es solo que Verónica se ve afectada y creo que va enserio de eso de casarse contigo."Alejandro se inclinó hacia ella, sus labios cerca de su oído. "Luciana, lo único que quiero ahora... es estar contigo."El ambiente entre ellos, a pesar de la tormenta que acababa de pasar, se volvió a cargar de esa electricidad palpable, y en el fondo, ambos sabían que lo que acababa de suceder solo había fortalecido lo que realmente sentían el uno
Con un suspiro, Alejandro devolvió el teléfono a su madre y asintió. —Está bien. Acepto su ayuda, pero esto lo haré a mi manera. Si todavía hay algo entre Luciana y yo, quiero ganármelo con honestidad.Milena sonrió, orgullosa, y Paco lo miró con aprobación.—Ese es nuestro muchacho —dijo Paco—. Ahora, ve y descansa un poco, que mañana comienza tu verdadera misión.Alejandro salió de la habitación con una nueva determinación. Las fotos de Luciana todavía rondaban en su mente, recordándole todo lo que habían compartido. Quizás, solo quizás, todavía había esperanza para ellos.Alejandro subió las escaleras de la mansión en silencio, su mente enredada en los recuerdos de Luciana y las palabras de sus padres. Se detuvo frente a una de las paredes del pasillo, una que a simple vista parecía parte de la decoración. Con un movimiento preciso, presionó un pequeño relieve en la pared, y un panel se deslizó hacia un lado, revelando una puerta oculta. Era su santuario personal, su espacio secret
Luciana lo escuchó en silencio, las palabras de Alejandro resonaban en su mente. Sabía que él tenía razón, que las cosas no podían volver a ser como antes, pero había una parte de ella que todavía sentía ese miedo, esa incertidumbre de lo que el futuro les deparaba.—Solo no quiero que lo del vieje arruine tus planes en la empresa, Alejandro... —murmuró, desviando la mirada hacia el jardín.“Mis padres me ayudaran con la empresa, puedes al menos despreocuparte una vez en la vida de eso” dijo Alejandro con mirada llena de amor.Alejandro se levantó, caminó hacia ella y, con delicadeza, tomó su mano. Luciana lo miró sorprendida por el gesto, sintiendo la calidez de su tacto. Ese toque despertaba en ella emociones que había intentado suprimir por tanto tiempo.—Lo único que te pido es tiempo, Luciana. El tiempo que sea necesario para que confíes en mí de nuevo.Ella lo observó en silencio por unos segundos antes de finalmente asentir, dándole un pequeño y tímido gesto de aceptación.—De
—Está bien, lléveme —dijo finalmente, mirando a Alejandro con una pequeña sonrisa tímida—. Acepto. Vamos a hacer esa escapada.El alivio en los ojos de Alejandro fue evidente. Se inclinó hacia ella, rozando su mano suavemente, como una promesa silenciosa de que no la defraudaría.—No te arrepentirás, Luciana. Mañana sera nuestro dia, mientras nosotros disfrutamos mis padres estarán a cargo de la empresa. Los guardespaldas solo aparecerán si hay algo raro que pasara, pero igual es como si ellos no existieran, pero nos cuidaran a escondidas. Esta es nuestra oportunidad de empezar de nuevo.Luciana no estaba tan segura de eso, pero en ese momento, decidió dejarse llevar. Quizás, por primera vez en mucho tiempo, era momento de arriesgarse... juntos, solo para poder entender si lo del beso es real o es una química que estaban esperando hace mucho tiempo.Alejandro y Luciana se miraron por un largo momento, el aire entre ellos cargado de una mezcla de incertidumbre y esperanza. Luciana no
—Lo que no entiendo es porque permitimos que otras personas decidieran por nosotros, quizá la confianza no estaba bien formada Alejandro. Me rompiste el corazón. No sé si puedo volver a confiar en ti de la misma manera, solo no quiero que alguna vez decidas irte con otra mujer, como esa noche que te descubrí con la otra —respondió ella, su voz temblando ligeramente.Alejandro asintió, bajando la mano, pero sin alejarse.—Lo sé. No espero que todo se solucione de inmediato. Pero estoy aquí, dispuesto a hacer lo que sea necesario para ganarme de nuevo tu confianza. No puedo cambiar el pasado, pero puedo luchar por nuestro futuro, pero si tienes que saber la verdad de esa noche.Luciana sintió una oleada de emociones atravesarla. La confesión de Alejandro, su vulnerabilidad, todo lo que estaba dejando al descubierto la desarmaba. Pero también le recordaba por qué había estado tan enamorada de él en primer lugar. ¿Podría realmente dejar atrás el dolor y permitirse amar de nuevo?El silenc
En la cabaña, el crepitar del fuego en la chimenea llenaba el silencio, mientras ambos se miraban, sabiendo que, aunque el pasado aún doliera, el futuro les ofrecía una segunda oportunidad que no estaban dispuestos a desperdiciar.Alejandro la miraba con una mezcla de alivio y deseo. El hecho de que Luciana estuviera dispuesta a darle una oportunidad le daba esperanzas. La toma de la mano y, con un leve tirón, la invita a seguirlo por un pasillo iluminado con luces cálidas que resaltaban la elegancia de la cabaña.—Quiero que veas algo —le dijo, su voz baja, pero cargada de emoción.La llevó hasta una de las puertas al final del pasillo y la abrió suavemente, revelando una habitación impresionante. El espacio estaba decorado con un gusto impecable, una mezcla de lujo y comodidad. Las cortinas gruesas caían en cascada sobre ventanas amplias que ofrecían una vista espectacular de las montañas cubiertas de nieve. La cama, enorme y perfectamente arreglada con sábanas de seda blanca, parec
—Es... perfecto, que bueno que no se te quemo —dijo ella bromeando mientras Alejandro colocaba el plato frente a ella y tomaba asiento al otro lado de la mesa.El desayuno transcurrió en una conversación ligera, con risas suaves y miradas que decían más de lo que las palabras podrían expresar. Luciana sentía que, por primera vez en mucho tiempo, el peso de los resentimientos y las heridas del pasado se disipaba. Algo en la simplicidad de ese momento hacía que todo pareciera más fácil, más posible.Cuando terminaron, Alejandro se levantó y tomó los platos, dispuesto a limpiar la cocina. Pero antes de que pudiera ir muy lejos, Luciana lo detuvo, poniéndose de pie y acercándose a él.—No tienes que hacer todo tú —le dijo suavemente, tomando uno de los platos de sus manos—. Déjame ayudarte.Alejandro se detuvo, mirándola a los ojos, y por un segundo el tiempo pareció detenerse.—Luciana —murmuró, dejando los platos a un lado y tomándola por la cintura—. No sabes cuánto te he extrañado. To