Cuando se dejaron de escuchar los tacones y Verónica desapareció por el pasillo, Alejandro soltó un suspiro largo, y Luciana, aún sentada, se pasó una mano nerviosa por el cabello, intentando procesar todo lo que acababa de suceder.Alejandro se acercó a ella y le tomó la mano con suavidad, buscando sus ojos."Lamento que hayas tenido que presenciar eso," dijo con sinceridad.Luciana lo miró fijamente, su corazón latiendo rápidamente. A pesar del drama, había algo que comenzaba a aclararse en su mente y en su corazón. "No te preocupes... No es culpa tuya, es solo que Verónica se ve afectada y creo que va enserio de eso de casarse contigo."Alejandro se inclinó hacia ella, sus labios cerca de su oído. "Luciana, lo único que quiero ahora... es estar contigo."El ambiente entre ellos, a pesar de la tormenta que acababa de pasar, se volvió a cargar de esa electricidad palpable, y en el fondo, ambos sabían que lo que acababa de suceder solo había fortalecido lo que realmente sentían el uno
Con un suspiro, Alejandro devolvió el teléfono a su madre y asintió. —Está bien. Acepto su ayuda, pero esto lo haré a mi manera. Si todavía hay algo entre Luciana y yo, quiero ganármelo con honestidad.Milena sonrió, orgullosa, y Paco lo miró con aprobación.—Ese es nuestro muchacho —dijo Paco—. Ahora, ve y descansa un poco, que mañana comienza tu verdadera misión.Alejandro salió de la habitación con una nueva determinación. Las fotos de Luciana todavía rondaban en su mente, recordándole todo lo que habían compartido. Quizás, solo quizás, todavía había esperanza para ellos.Alejandro subió las escaleras de la mansión en silencio, su mente enredada en los recuerdos de Luciana y las palabras de sus padres. Se detuvo frente a una de las paredes del pasillo, una que a simple vista parecía parte de la decoración. Con un movimiento preciso, presionó un pequeño relieve en la pared, y un panel se deslizó hacia un lado, revelando una puerta oculta. Era su santuario personal, su espacio secret
Luciana lo escuchó en silencio, las palabras de Alejandro resonaban en su mente. Sabía que él tenía razón, que las cosas no podían volver a ser como antes, pero había una parte de ella que todavía sentía ese miedo, esa incertidumbre de lo que el futuro les deparaba.—Solo no quiero que lo del vieje arruine tus planes en la empresa, Alejandro... —murmuró, desviando la mirada hacia el jardín.“Mis padres me ayudaran con la empresa, puedes al menos despreocuparte una vez en la vida de eso” dijo Alejandro con mirada llena de amor.Alejandro se levantó, caminó hacia ella y, con delicadeza, tomó su mano. Luciana lo miró sorprendida por el gesto, sintiendo la calidez de su tacto. Ese toque despertaba en ella emociones que había intentado suprimir por tanto tiempo.—Lo único que te pido es tiempo, Luciana. El tiempo que sea necesario para que confíes en mí de nuevo.Ella lo observó en silencio por unos segundos antes de finalmente asentir, dándole un pequeño y tímido gesto de aceptación.—De
El aire estaba impregnado de elegancia y promesas en la gala benéfica que Luciana Méndez había estado esperando durante semanas. Las luces brillantes del salón de baile danzaban sobre las mesas decoradas con arreglos florales, y el murmullo de conversaciones animadas creaba una atmósfera vibrante. Pero en el fondo de su corazón, Luciana sentía un nudo, una mezcla de emoción y ansiedad.— ¿Por qué acepté venir? —se preguntó, ajustándose el escote de su vestido negro que abrazaba sus curvas de manera halagadora. Su mejor amiga, Clara, la había convencido de asistir, insistiendo en que necesitaba distraerse y dejar atrás el dolor de una ruptura que aún resonaba en su pecho. Sin embargo, esa misma mañana, había recibido un mensaje que la inquietó:— Alejandro Ferrer será el invitado principal —— No puedo creer que él esté aquí —susurró Luciana mientras tomaba un sorbo de champán, su mirada recorriendo la sala. La idea de encontrarse con el hombre que una vez había sido su mundo la llenab
La semana posterior a la gala fue un torbellino de emociones para Luciana. Cada día parecía arrastrarla entre la nostalgia y la incertidumbre, mientras sus pensamientos giraban en torno a Alejandro. Las imágenes de sus ojos intensos y la promesa de una segunda oportunidad la perseguían, dejándola en un estado de anhelo.Era una mañana soleada cuando decidió acudir a la exposición de arte que se celebraba en el centro cultural de la ciudad. Había decidido dejar que la belleza de las obras la distraiga, al menos por un tiempo. Sin embargo, en el fondo de su mente, sabía que la posibilidad de cruzarse con Alejandro en ese lugar estaba presente.Mientras caminaba por las salas, contemplando las pinturas vibrantes, sintió una corriente de energía recorrer el espacio. Era como si cada trazo de color hablara de amor y pérdida, reflejando su propia lucha interna. Se detuvo frente a una obra en particular, una representación de un cielo estrellado que la hizo recordar las noches que había comp
Luciana se encontraba en su apartamento, el ruido de las risas de la gala aún resonando en su mente. Las luces de la ciudad brillaban a través de la ventana, pero su corazón se sentía pesado, como si una sombra lo cubriera. Se dejó caer en el sofá, rodeada de la oscuridad de la noche, y permitió que los recuerdos la invadieran.El primer recuerdo que emergió fue el de su ruptura con Alejandro. Había sido un día gris, con nubes pesadas que presagiaban tormenta, un reflejo del caos que se avecinaba en su vida. Luciana cerró los ojos y pudo volver a escuchar las palabras que habían desgarrado su corazón.—No puedo seguir así, Luciana. Mi vida es demasiado complicada, y tú mereces más. — Las palabras de Alejandro resonaban en su mente como un eco doloroso.En ese momento, Luciana había sentido que el suelo se desvanecía bajo sus pies. —¿Más? ¿Más qué? ¿Acaso no es suficiente lo que tenemos?— Su voz había temblado, llena de incredulidad y dolor.—No es justo para ti, — había dicho él, su
El silencio volvió a caer, pero esta vez no era incómodo. Era un momento suspendido en el tiempo, donde la posibilidad de un nuevo amor empezaba a florecer entre las espinas del pasado. Luciana sabía que estaba arriesgando su corazón de nuevo, pero en el fondo, el deseo de reconectar con Alejandro era más fuerte que el miedo.Con un suspiro profundo, hizo un movimiento hacia él, y en ese instante, el mundo exterior desapareció, dejando solo a dos almas que aún creían en el poder del amor.La mañana siguiente, Luciana se despertó con una mezcla de ansiedad y emoción. La conversación con Alejandro había dejado una huella profunda en su corazón. Sabía que la vida no podía regresar a la normalidad después de ese encuentro, pero también sentía un miedo latente al dejarse llevar por los viejos sentimientos.Se preparó para el trabajo, cada movimiento en el espejo parecía más pesado de lo habitual. La sombra de Alejandro persistía en su mente, sus palabras resonando como un eco: “Te prometo
Luciana se metió a la oficina de su amiga Clara porque Alejandro la estaba siguiendo, y lo último que quería era verle la cara después de recordar cómo él le pegaba y la maltrataba. Incluso le dijo que no quería tener un bebé con ella.—Amiga, es mi oficina, ¿qué haces aquí? —preguntó Clara.—Clara, no es un buen momento para que me veas así —respondió Luciana, rodando los ojos.Clara no dijo nada, pero sus gestos hablaban por sí solos.Luciana todavía sentía el peso de la conversación reciente con Alejandro, pero decidió dejar a un lado la montaña rusa emocional que suponía verlo nuevamente. Se sentó y vio a Alejandro.—No quiero hablar —añadió seria.—Luciana, tenemos que... no me dejes solo, te lo suplico —agregó Alejandro con esos ojos que la caracterizan cuando estaba enojada.—Perdón, mi vida —añadió Alejandro.Luciana, en un momento de ira, le dio a Alejandro una bofetada en la cara y lo agarró de la corbata.—Te odio, al diablo con todo. No mereces una oportunidad. Recordé que