Alejandro se detuvo, dejando de empacar por un segundo. Se acercó lentamente, sus pasos apenas audibles en la habitación silenciosa. "No tienes que agradecerme, es mi responsabilidad cuidar de ti, y no sé, la lista de enemigos para alguien que maneja mucho dinero como yo, pues si me llueven enemigos, pero no los conozco y siento que están en cualquier parte, y de Héctor si se, pero para mayor seguridad le pedí a Héctor que no se comunicara contigo, hasta nuevo aviso" dijo, su voz baja y grave, pero llena de una suavidad que ella no esperaba. "Lo hago porque quiero. Porque tú... importas."El corazón de Luciana dio un vuelco. Estaba a punto de responder, de decir algo, pero las palabras no salían. Solo podía mirarlo, con los ojos llenos de algo que ella no había permitido sentir en mucho tiempo.Y en ese momento, supo que, a pesar de todo lo que había pasado entre ellos, algo más profundo estaba naciendo en su interior.Justo cuando Alejandro estaba a punto de acercarse un poco más, el
Luciana lo miró, sus ojos encontrándose con los de él. La atracción seguía ahí, innegable, pero también el dolor del pasado. Sin embargo, algo en la voz de Alejandro, en la sinceridad de su mirada, la hizo sentir que tal vez, solo tal vez, este viaje podría ser el comienzo de algo nuevo."Está bien, me parece perfecta idea" dijo finalmente, su voz apenas un susurro, pero con una firmeza que sorprendió a ambos. "Voy a ir."Alejandro esbozó una pequeña sonrisa, y por primera vez en mucho tiempo, Luciana sintió que tal vez, solo tal vez, estaban en el camino correcto para encontrar su propio final feliz.Mientras el silencio rodeaba la entrada de la mansión, Luciana todavía sentía el ambiente lleno de tranquilidad. Aunque de su propia respuesta vibrando en su mente: "Voy a ir". No había dado un paso tan importante en mucho tiempo, y la decisión seguía provocando en su pecho una mezcla de alivio y temor. Los ojos de Alejandro brillaron con una emoción que no había visto en años, pero tamb
Alejandro la miró con la misma intensidad, sus labios aún rozando los de ella. "Eso... fue todo lo que nunca dejé de sentir por ti."Luciana se quedó en silencio, aún sujetando su corbata, sin soltarlo del todo. Algo dentro de ella sabía que este momento era el comienzo de algo nuevo, algo que no se podía ignorar. Y aunque la confusión seguía ahí, junto con el miedo a repetir los mismos errores, sentía que ese beso había roto una barrera que llevaba años bloqueando sus sentimientos.En ese momento, Milena y Paco, aprovechando la pausa en el beso, se acercaron, fingiendo discreción, aunque sus sonrisas los delataban. Milena, con esa calidez maternal que la caracterizaba, rompió el incómodo silencio."Bueno, parece que el viaje va a ser aún más interesante de lo que pensábamos," comentó con una sonrisa traviesa. “Ya tenemos todo listo para que ustedes dos puedan disfrutarlo, incluyendo el día es que si no reservamos con tiempo se llena mucho.”Luciana levantó la vista, aún con el pulso
Luciana lo miró, sus ojos encontrándose en un punto de conexión que ambos sabían que no podían negar. Pero la duda y el pasado aún colgaban en el aire, y aunque las palabras de Alejandro eran sinceras, el camino por delante no sería fácil.Alejandro mantuvo su mirada fija en Luciana, con una intensidad que hablaba más allá de las palabras que acababa de pronunciar. Ella, sentada frente a él, aún sostenía su taza de café entre las manos, tratando de encontrar el equilibrio entre la sorpresa y los sentimientos que comenzaban a despertar nuevamente dentro de ella."Lo que quiero está aquí, contigo", las palabras resonaban en su mente, pero la sombra de la carta firmada por Verónica seguía flotando en el aire.Luciana respiró hondo, buscando alguna respuesta dentro de sí. “Es difícil, Alejandro,” murmuró finalmente. “Pensé que habíamos dejado todo esto atrás... pero ver cómo alguien más aún tiene la audacia de declararte su amor y pedirte matrimonio...” Hizo una pausa, mirando a la mesa.
Cuando se dejaron de escuchar los tacones y Verónica desapareció por el pasillo, Alejandro soltó un suspiro largo, y Luciana, aún sentada, se pasó una mano nerviosa por el cabello, intentando procesar todo lo que acababa de suceder.Alejandro se acercó a ella y le tomó la mano con suavidad, buscando sus ojos."Lamento que hayas tenido que presenciar eso," dijo con sinceridad.Luciana lo miró fijamente, su corazón latiendo rápidamente. A pesar del drama, había algo que comenzaba a aclararse en su mente y en su corazón. "No te preocupes... No es culpa tuya, es solo que Verónica se ve afectada y creo que va enserio de eso de casarse contigo."Alejandro se inclinó hacia ella, sus labios cerca de su oído. "Luciana, lo único que quiero ahora... es estar contigo."El ambiente entre ellos, a pesar de la tormenta que acababa de pasar, se volvió a cargar de esa electricidad palpable, y en el fondo, ambos sabían que lo que acababa de suceder solo había fortalecido lo que realmente sentían el uno
Con un suspiro, Alejandro devolvió el teléfono a su madre y asintió. —Está bien. Acepto su ayuda, pero esto lo haré a mi manera. Si todavía hay algo entre Luciana y yo, quiero ganármelo con honestidad.Milena sonrió, orgullosa, y Paco lo miró con aprobación.—Ese es nuestro muchacho —dijo Paco—. Ahora, ve y descansa un poco, que mañana comienza tu verdadera misión.Alejandro salió de la habitación con una nueva determinación. Las fotos de Luciana todavía rondaban en su mente, recordándole todo lo que habían compartido. Quizás, solo quizás, todavía había esperanza para ellos.Alejandro subió las escaleras de la mansión en silencio, su mente enredada en los recuerdos de Luciana y las palabras de sus padres. Se detuvo frente a una de las paredes del pasillo, una que a simple vista parecía parte de la decoración. Con un movimiento preciso, presionó un pequeño relieve en la pared, y un panel se deslizó hacia un lado, revelando una puerta oculta. Era su santuario personal, su espacio secret
Luciana lo escuchó en silencio, las palabras de Alejandro resonaban en su mente. Sabía que él tenía razón, que las cosas no podían volver a ser como antes, pero había una parte de ella que todavía sentía ese miedo, esa incertidumbre de lo que el futuro les deparaba.—Solo no quiero que lo del vieje arruine tus planes en la empresa, Alejandro... —murmuró, desviando la mirada hacia el jardín.“Mis padres me ayudaran con la empresa, puedes al menos despreocuparte una vez en la vida de eso” dijo Alejandro con mirada llena de amor.Alejandro se levantó, caminó hacia ella y, con delicadeza, tomó su mano. Luciana lo miró sorprendida por el gesto, sintiendo la calidez de su tacto. Ese toque despertaba en ella emociones que había intentado suprimir por tanto tiempo.—Lo único que te pido es tiempo, Luciana. El tiempo que sea necesario para que confíes en mí de nuevo.Ella lo observó en silencio por unos segundos antes de finalmente asentir, dándole un pequeño y tímido gesto de aceptación.—De
El aire estaba impregnado de elegancia y promesas en la gala benéfica que Luciana Méndez había estado esperando durante semanas. Las luces brillantes del salón de baile danzaban sobre las mesas decoradas con arreglos florales, y el murmullo de conversaciones animadas creaba una atmósfera vibrante. Pero en el fondo de su corazón, Luciana sentía un nudo, una mezcla de emoción y ansiedad.— ¿Por qué acepté venir? —se preguntó, ajustándose el escote de su vestido negro que abrazaba sus curvas de manera halagadora. Su mejor amiga, Clara, la había convencido de asistir, insistiendo en que necesitaba distraerse y dejar atrás el dolor de una ruptura que aún resonaba en su pecho. Sin embargo, esa misma mañana, había recibido un mensaje que la inquietó:— Alejandro Ferrer será el invitado principal —— No puedo creer que él esté aquí —susurró Luciana mientras tomaba un sorbo de champán, su mirada recorriendo la sala. La idea de encontrarse con el hombre que una vez había sido su mundo la llenab