"Aquí estamos," dijo Alejandro, su voz más suave de lo que había sido en todo el trayecto. Miró a Luciana con una mezcla de ternura y determinación, sus ojos oscuros reflejaban un deseo profundo de protegerla. "Es tu casa ahora también. No tienes que temer nada."Luciana asintió lentamente, sin palabras. Las dudas seguían nublando su mente, pero había algo en la forma en que Alejandro la miraba, algo en su intensidad, que la hacía querer creerle. "No sé si soy capaz de esto, y si pasa algo más" murmuró, apenas audible, mientras salía del coche y miraba la puerta de la mansión, como si fuera la entrada a un mundo del cual no estaba segura de querer formar parte.Alejandro se acercó, tomando su mano de nuevo, esta vez con una firmeza que la hizo sentir que, por un momento, no estaba sola. "Lo serás," dijo con total certeza. "Te prometo que lo serás."Ambos se bajaron del coche y Alejandro dio instrucciones precisas a la sirvienta de la mansión mientras Luciana se sentaba en el acogedor
5 minutos despues.Luciana se encontraba sola en la terraza de la mansión de Alejandro, contemplando la luna llena que se alzaba majestuosa en el cielo. El aire fresco de la noche acariciaba su piel, pero no podía evitar sentirse atrapada en un torbellino mundial de emociones. Aquella mansión, aquel hombre, ambos llenaban su mente de recuerdos que, como olas, la golpeaban una y otra vez, llevándola entre lo dulce y lo amargo de lo que alguna vez compartieron.Apoyada en la barandilla, sus dedos se cerraron con fuerza mientras cerraba los ojos, dejando que su memoria la transportara a esos momentos que habían dejado marcas imborrables.Primero, vinieron los recuerdos felices, como flashes de luz en medio de la oscuridad. La risa contagiosa de Alejandro resonaba en su mente, esos días en los que todo parecía sencillo y sin complicaciones. Lo veía a su lado, caminando por la playa, su mano entrelazada con la suya, las olas acariciando sus pies descalzos. Era tan fácil estar con él entonc
El silencio entre ellos fue pesado, pero no incómodo. Ambos parecían estar lidiando con sus propios demonios, atrapados en un bucle de recuerdos que no podían cambiar, pero que aún los definían."¿Recuerdas aquella noche en la cabaña?" preguntó Alejandro de repente, su voz llena de nostalgia. "La noche en la que dijiste que siempre estaríamos juntos, sin importar lo que pasara."Luciana asintió, su corazón latiendo más rápido al recordar ese momento. Era una noche de verano, una de las pocas veces en las que habían dejado atrás el caos de la ciudad y se habían escapado a un lugar solo para ellos. Bajo las estrellas, Alejandro la había tomado entre sus brazos y le había jurado que siempre la protegería, que nada ni nadie podría separarlos. En ese entonces, había creído cada palabra. Pero ahora... ahora se sentía como si esa promesa hubiera sido hecha en otro tiempo, por otras personas."Lo recuerdo," dijo finalmente, su voz quebrada. "Pero las promesas no siempre se cumplen, ¿verdad?"
"No sabes cuánto te odié," admitió finalmente Luciana, su voz temblando. "Te odié por hacerme sentir invisible, por hacerme dudar de mí misma, por hacerme creer que lo que teníamos no significaba nada para ti, por meterte en nuestra cama con esa mujer."Alejandro bajó la cabeza, sus hombros pesados por el peso de su culpa. "Te mereces odiarme," dijo en un susurro. "Lo acepto. Pero si hay una pequeña parte de ti que aún puede perdonarme... entonces, te juro que haré lo que sea por recuperarte. Lo que sea."Luciana cerró los ojos, su corazón latiendo frenéticamente. ¿Podía realmente perdonarlo? ¿Podía dejar atrás todo ese dolor y confiar en él de nuevo? Parte de ella quería hacerlo, quería creer que el hombre que una vez amó seguía ahí, escondido detrás de todas esas capas de orgullo y miedo. Pero la otra parte... la parte que había sido herida tan profundamente no estaba segura de poder olvidar, y mas por el miedo de no saber si el volvería a lo mismo de siempre.Y en medio de esos pen
"No te pido que lo olvides," dijo él con sinceridad. "Solo te pido que me dejes demostrarte que puedo ser mejor. Que podemos ser mejores juntos."El silencio cayó entre ellos, roto solo por el lejano sonido de la alarma que ya se apagaba en el sistema. Ambos sabían que lo que estaban diciendo no era algo sencillo de resolver en una noche, pero era un comienzo. Y en medio de la madrugada, entre confesiones y susurros, algo había cambiado entre ellos.Luciana suspiró profundamente, tratando de no dejarse llevar por el momento. "No sé, Alejandro. Todavía estoy muy confundida, estoy que no se si besarte sin permiso o volver sentirte en mi piel."Alejandro asintió, levantándose lentamente. "Lo sé, y te daré el espacio que necesites para aclararlo. No voy a presionarte." Le dedicó una sonrisa antes de tomar su arma del mostrador. "Ve a dormir, yo me quedaré vigilando unos 5 minutos por si acaso, Lugo me iré a dormir, termina de comer tu manzana." Le dijo entregándole la manzana.Luciana lo
“Lo siento,” dijo él, de repente consciente de la cercanía. “Solo... quise que lo supieras.”Luciana lo miró fijamente, intentando procesar lo que sentía. No podía negar que su corazón latía más rápido cuando él estaba cerca, pero también sabía que no podía dejar que eso los hiciera retroceder a un lugar al que ya no pertenecían.“Está bien, ese Angulo te favorece mucho” respondió, su voz un suspiro. “Solo... no sé qué hacer con esto, Alejandro.”Él asintió, entendiendo lo que no decía. Sabía que las heridas del pasado aún eran demasiado frescas, pero también sabía que no podría olvidar a Luciana tan fácilmente, ni dejar que la oportunidad se desvaneciera sin intentarlo.Luciana volvió a acomodarse en la cama, cerrando los ojos para tratar de recuperar el descanso que la alarma había interrumpido. Alejandro se quedó unos segundos más, mirándola en silencio antes de levantarse lentamente y salir de la habitación. En su corazón, una sensación de añoranza y esperanza permaneció, sabiendo
Alejandro se detuvo, dejando de empacar por un segundo. Se acercó lentamente, sus pasos apenas audibles en la habitación silenciosa. "No tienes que agradecerme, es mi responsabilidad cuidar de ti, y no sé, la lista de enemigos para alguien que maneja mucho dinero como yo, pues si me llueven enemigos, pero no los conozco y siento que están en cualquier parte, y de Héctor si se, pero para mayor seguridad le pedí a Héctor que no se comunicara contigo, hasta nuevo aviso" dijo, su voz baja y grave, pero llena de una suavidad que ella no esperaba. "Lo hago porque quiero. Porque tú... importas."El corazón de Luciana dio un vuelco. Estaba a punto de responder, de decir algo, pero las palabras no salían. Solo podía mirarlo, con los ojos llenos de algo que ella no había permitido sentir en mucho tiempo.Y en ese momento, supo que, a pesar de todo lo que había pasado entre ellos, algo más profundo estaba naciendo en su interior.Justo cuando Alejandro estaba a punto de acercarse un poco más, el
Luciana lo miró, sus ojos encontrándose con los de él. La atracción seguía ahí, innegable, pero también el dolor del pasado. Sin embargo, algo en la voz de Alejandro, en la sinceridad de su mirada, la hizo sentir que tal vez, solo tal vez, este viaje podría ser el comienzo de algo nuevo."Está bien, me parece perfecta idea" dijo finalmente, su voz apenas un susurro, pero con una firmeza que sorprendió a ambos. "Voy a ir."Alejandro esbozó una pequeña sonrisa, y por primera vez en mucho tiempo, Luciana sintió que tal vez, solo tal vez, estaban en el camino correcto para encontrar su propio final feliz.Mientras el silencio rodeaba la entrada de la mansión, Luciana todavía sentía el ambiente lleno de tranquilidad. Aunque de su propia respuesta vibrando en su mente: "Voy a ir". No había dado un paso tan importante en mucho tiempo, y la decisión seguía provocando en su pecho una mezcla de alivio y temor. Los ojos de Alejandro brillaron con una emoción que no había visto en años, pero tamb