Dudas y traición: ¿realmente me amas?

—Espero que esta habitación te guste. —dijo Diego con una leve sonrisa—. Es una de las mejores de la casa. Quiero que estés cómoda.

Luciana asintió, impresionada, pero al mismo tiempo abrumada por todo lo que estaba sucediendo.

—Gracias, Diego. —murmuró—. De verdad, gracias por todo esto.

Diego la miró por un segundo más antes de dar un paso atrás.

—Buenas noches, Luciana. —dijo, con una voz suave y amable—. Descansa, te hace falta.

—Buenas noches. —respondió ella, mirando cómo la puerta se cerraba lentamente.

El clic de la puerta al cerrarse resonó en el silencio de la habitación, y Luciana se dejó caer sobre la cama, sintiendo la suavidad de las sábanas bajo su piel. Pero justo cuando su cuerpo comenzó a relajarse, su celular vibró en la mesa de noche.

Lo tomó, viendo el nombre de Alejandro en la pantalla. Su corazón se aceleró.

"Amor, perdóname. Lo que viste fue el pasado. Videos viejos. Perdón. Vuelve a casa, no quiero rastrearte para saber dónde estás, prefiero que me lo digas tú
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