33. Ahora.

Esa misma noche, mientras la ciudad duerme, mi vida comienza a desmantelarse, pedazo a pedazo. Cierro cuentas, desconecto celulars, y veo cómo cada hilo que me ataba a mi vida anterior se corta. Mi apartamento quedará vacío, como si nunca hubiera existido. Y en pocas horas, dejaré de ser Valeria, la mujer que Vicente cree que controla.

Pero lo que Vicente nunca va a entender es que siempre fui libre, incluso bajo su dominio. Y ahora, esa libertad será total, lejos de él.

Miro una última vez por la ventana, hacia las luces lejanas de la ciudad. Vicente no lo sabe todavía, pero ha perdido. Y cuando lo descubra, será demasiado tarde. Porque para entonces, yo ya habré desaparecido.

La noche parece más oscura de lo normal mientras miro por la ventana, sabiendo que es la última vez que veré esta vista, este lugar que he llamado hogar, aunque solo fuera una fachada. Mi contacto sigue a
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