Mis pensamientos corren a mil por hora. Estamos acorralados, y el tiempo se nos está acabando. Pero en el fondo, sé que Vicente tiene razón. Este es el momento de actuar, de enfrentarnos a Luca antes de que él nos encuentre.—Está bien, —digo, sintiendo cómo la adrenalina vuelve a inundar mi cuerpo—. Vamos a cazarlo antes de que él venga por nosotros.Vicente sonríe, esa sonrisa oscura y peligrosa que siempre me pone en alerta, y mientras se prepara para salir, algo en su mirada me dice que la verdadera batalla apenas comienza.Vicente y yo nos preparamos en silencio. Cada movimiento es calculado, frío, metódico, pero la tensión que crece entre nosotros es imposible de ignorar. Sabemos que la tormenta que se avecina no es solo contra Luca y su gente, sino algo más profundo, algo que ha estado latente desde que decidimos cruzar esta línea. Porque, después de esto, no habrá marcha atrás.—¿Tienes todo listo? —pregunto mientras verifico mi pistola, mis dedos rozando el metal frío. Mi cor
Las balas vuelan antes de que pueda reaccionar. Me cubro detrás de un contenedor de basura, mi corazón latiendo desbocado. El sonido de los disparos retumba en mis oídos, y el olor a pólvora me invade las fosas nasales.Vicente dispara, calmado como siempre, cada bala bien calculada. Yo, por otro lado, me siento en medio de un caos absoluto. Pero no voy a dejar que esto me supere. No ahora. No después de todo lo que hemos pasado.—¡Valeria! —la voz de Vicente me llega como una orden—. Cubre mi retaguardia.Respiro hondo, cargando mi arma. Esto no es solo sobrevivir, es nuestra única oportunidad de escapar.Salto del refugio, disparando hacia el coche mientras me muevo en zigzag. El sonido metálico de las balas rebotando en el pavimento es ensordecedor, pero no tengo tiempo para pensar en eso. Mis manos tiemblan, pero los tiros son precisos. He pasado demasiado tiempo esperando este momento para fallar ahora.Vicente aprovecha el caos para avanzar hacia el coche, disparando sin parar.
—¿De verdad crees que voy a ser la chica que se queda atrás? —respondo, arqueando una ceja y apuntando con mi arma hacia la penumbra—. Eso es tan... 1980, Vicente.Él suelta una breve carcajada, un sonido casi extraño en medio del caos. Es ese toque de ironía lo que me hace quererlo y odiarlo a partes iguales. Pero antes de que pueda responderme, se escucha un ruido metálico. Alguien está aquí, más cerca de lo que pensábamos.—Así que... tú y yo, Vicente. —La voz de Luca resuena una vez más, esta vez mucho más cerca. Su tono es casi... amistoso, lo que lo hace aún más inquietante—. Después de tanto tiempo, finalmente nos encontramos cara a cara.Vicente no responde, pero puedo ver cómo su cuerpo se tensa, preparándose para lo que viene. Su mirada está fija en la oscuridad, como si ya estuviera viendo a Luca, como si ya estuviera apuntando directamente a su cabeza.—No te lo tomes a mal, Vicente, —continúa Luca, su voz filtrándose entre los rincones de la fábrica—. Pero siempre supe qu
El olor a pólvora es sofocante, pero sigo adelante, mis piernas moviéndose como si tuvieran vida propia. Nos escondemos detrás de una pila de cajas, el sudor corriendo por mi frente mientras mis manos tiemblan. Vicente está a mi lado, aún calculando cada movimiento como si esto fuera solo otro día en la oficina.—¿Tienes algún plan brillante? —le digo, tratando de mantener el sarcasmo en mi voz, aunque lo único que quiero es salir de este infierno con vida.—Siempre, —responde, con una sonrisa que me hace pensar que realmente se está divirtiendo en medio de esta locura.—¿Vas a compartirlo conmigo, o prefieres morir siendo el héroe misterioso?—Tú mantén la cabeza agachada, y deja que yo me encargue de Luca. —Su tono cambia, es más serio ahora. Algo ha cambiado en él, como si lo que está a punto de hacer fuese personal. Muy personal.Vicente se levanta de golpe y dispara hacia Luca, moviéndose entre las sombras con una velocidad que casi no puedo seguir. Todo sucede tan rápido: los ho
El silencio entre nosotros se vuelve tan espeso como el aire de la fábrica. Vicente me mira con una intensidad que nunca había visto antes, una que casi me asusta. Su mano aún descansa en mi mejilla, y aunque es un gesto suave, cargado de algo que no puedo descifrar del todo, también lo siento como un recordatorio: este hombre siempre ha tenido el control.—Mantenerme viva, ¿eh? —respondo, tratando de sonar casual, aunque mi voz tiembla un poco—. ¿Por qué no me sorprende que siempre estés dos pasos por delante de todo?Él sonríe, pero no es una sonrisa arrogante. Es más triste, cansada, como si llevara el peso de todo lo que ha sucedido. Y tal vez lo hace. Tal vez este hombre, que siempre parece inquebrantable, está tan agotado como yo, aunque lo disimula mejor.—Alguien tiene que pensar en lo que viene después, —dice, retirando su mano lentamente, como si fuera un esfuerzo dejar de tocarme—. Y créeme, Valeria, lo que viene no será fácil.—¿De qué hablas? —doy un paso hacia él, mis oj
La palabra "juntos" resuena en mi mente, pero esta vez tiene un peso diferente. Ya no es solo una estrategia, no es solo un medio para un fin. Es una promesa, una que ambos sabemos que no podemos romper.—¿Y qué pasa si perdemos? —susurro, mis ojos buscando los suyos, queriendo respuestas que él no puede darme.—No vamos a perder. —Su voz es firme, pero sus ojos traicionan una sombra de duda. Esa duda es lo que lo humaniza, lo que me hace darme cuenta de que, por mucho que intente controlarlo todo, también tiene miedo.El aire entre nosotros se siente cargado, como si estuviéramos en el borde de algo más grande que lo que ha ocurrido esta noche. El caos nos rodea, pero por primera vez, parece que somos los únicos en este momento.Vicente se inclina hacia mí, y por un segundo todo desaparece, los disparos, la sangre, la amenaza inminente. Solo quedamos él y yo.—Valeria, —susurra, y puedo sentir su aliento cálido en mi piel—. No puedo prometerte nada, excepto una cosa: no dejaré que te
Victor. Otro jugador en este tablero del que acabo de enterarme, pero al que parece que Vicente ha estado esperando. Observo a este nuevo hombre con cuidado, buscando cualquier indicio de lo que pueda ser su siguiente movimiento. Porque lo sé. Este no es alguien cualquiera.Victor ríe, un sonido bajo y áspero que no hace nada para aliviar la tensión. Sus ojos se clavan en mí, y siento un escalofrío que me recorre la espalda.—Siempre tan impaciente, Vicente, —murmura, sacudiendo la cabeza con una falsa decepción—. Pero esta vez, estoy aquí solo por una cosa. O mejor dicho, por alguien.Me mira directamente, y ahora entiendo lo que se cuece aquí. Es por mí.—¿A qué te refieres, Victor? —pregunto, manteniendo con mi voz firme aunque la sangre corre fría por mis venas—. ¿Qué diablos crees que vas a sacar de esto?Victor sonríe, esa maldita sonrisa de serpiente que no alcanza sus ojos.—Tú lo sabes, Valeria, —responde, inclinando la cabeza—. Siempre has sido más lista de lo que parece. Lo
El ambiente se vuelve sofocante, como si el aire estuviera cargado de electricidad. Vicente sostiene el arma con firmeza, pero puedo ver una leve tensión en su mano, como si todo lo que estuviera ocurriendo le afectara más de lo que deja ver. Victor, por otro lado, sigue sonriendo. Como si la vida y la muerte fueran meras formalidades para él, meros movimientos en un tablero que él cree controlar.—No tienes idea de lo que estás haciendo, Vicente, —dice Victor en tono casi aburrido, como si estuviera explicándole algo obvio a un niño—. Si me matas aquí, será la última jugada que hagas. No porque yo sea intocable, sino porque las piezas que se mueven detrás de todo esto ya están en marcha. Y créeme, una vez que empiecen, no hay forma de detenerlas.Mis ojos se clavan en Vicente, buscando respuestas. El sudor frío que recorre mi columna es una señal de alerta. Esta no es solo una guerra de mafiosos. Es algo personal, y Vicente me ha ocultado más de lo que jamás imaginé.—Vicente, —murmu