El olor a pólvora es sofocante, pero sigo adelante, mis piernas moviéndose como si tuvieran vida propia. Nos escondemos detrás de una pila de cajas, el sudor corriendo por mi frente mientras mis manos tiemblan. Vicente está a mi lado, aún calculando cada movimiento como si esto fuera solo otro día en la oficina.—¿Tienes algún plan brillante? —le digo, tratando de mantener el sarcasmo en mi voz, aunque lo único que quiero es salir de este infierno con vida.—Siempre, —responde, con una sonrisa que me hace pensar que realmente se está divirtiendo en medio de esta locura.—¿Vas a compartirlo conmigo, o prefieres morir siendo el héroe misterioso?—Tú mantén la cabeza agachada, y deja que yo me encargue de Luca. —Su tono cambia, es más serio ahora. Algo ha cambiado en él, como si lo que está a punto de hacer fuese personal. Muy personal.Vicente se levanta de golpe y dispara hacia Luca, moviéndose entre las sombras con una velocidad que casi no puedo seguir. Todo sucede tan rápido: los ho
El silencio entre nosotros se vuelve tan espeso como el aire de la fábrica. Vicente me mira con una intensidad que nunca había visto antes, una que casi me asusta. Su mano aún descansa en mi mejilla, y aunque es un gesto suave, cargado de algo que no puedo descifrar del todo, también lo siento como un recordatorio: este hombre siempre ha tenido el control.—Mantenerme viva, ¿eh? —respondo, tratando de sonar casual, aunque mi voz tiembla un poco—. ¿Por qué no me sorprende que siempre estés dos pasos por delante de todo?Él sonríe, pero no es una sonrisa arrogante. Es más triste, cansada, como si llevara el peso de todo lo que ha sucedido. Y tal vez lo hace. Tal vez este hombre, que siempre parece inquebrantable, está tan agotado como yo, aunque lo disimula mejor.—Alguien tiene que pensar en lo que viene después, —dice, retirando su mano lentamente, como si fuera un esfuerzo dejar de tocarme—. Y créeme, Valeria, lo que viene no será fácil.—¿De qué hablas? —doy un paso hacia él, mis oj
La palabra "juntos" resuena en mi mente, pero esta vez tiene un peso diferente. Ya no es solo una estrategia, no es solo un medio para un fin. Es una promesa, una que ambos sabemos que no podemos romper.—¿Y qué pasa si perdemos? —susurro, mis ojos buscando los suyos, queriendo respuestas que él no puede darme.—No vamos a perder. —Su voz es firme, pero sus ojos traicionan una sombra de duda. Esa duda es lo que lo humaniza, lo que me hace darme cuenta de que, por mucho que intente controlarlo todo, también tiene miedo.El aire entre nosotros se siente cargado, como si estuviéramos en el borde de algo más grande que lo que ha ocurrido esta noche. El caos nos rodea, pero por primera vez, parece que somos los únicos en este momento.Vicente se inclina hacia mí, y por un segundo todo desaparece, los disparos, la sangre, la amenaza inminente. Solo quedamos él y yo.—Valeria, —susurra, y puedo sentir su aliento cálido en mi piel—. No puedo prometerte nada, excepto una cosa: no dejaré que te
Victor. Otro jugador en este tablero del que acabo de enterarme, pero al que parece que Vicente ha estado esperando. Observo a este nuevo hombre con cuidado, buscando cualquier indicio de lo que pueda ser su siguiente movimiento. Porque lo sé. Este no es alguien cualquiera.Victor ríe, un sonido bajo y áspero que no hace nada para aliviar la tensión. Sus ojos se clavan en mí, y siento un escalofrío que me recorre la espalda.—Siempre tan impaciente, Vicente, —murmura, sacudiendo la cabeza con una falsa decepción—. Pero esta vez, estoy aquí solo por una cosa. O mejor dicho, por alguien.Me mira directamente, y ahora entiendo lo que se cuece aquí. Es por mí.—¿A qué te refieres, Victor? —pregunto, manteniendo con mi voz firme aunque la sangre corre fría por mis venas—. ¿Qué diablos crees que vas a sacar de esto?Victor sonríe, esa maldita sonrisa de serpiente que no alcanza sus ojos.—Tú lo sabes, Valeria, —responde, inclinando la cabeza—. Siempre has sido más lista de lo que parece. Lo
El ambiente se vuelve sofocante, como si el aire estuviera cargado de electricidad. Vicente sostiene el arma con firmeza, pero puedo ver una leve tensión en su mano, como si todo lo que estuviera ocurriendo le afectara más de lo que deja ver. Victor, por otro lado, sigue sonriendo. Como si la vida y la muerte fueran meras formalidades para él, meros movimientos en un tablero que él cree controlar.—No tienes idea de lo que estás haciendo, Vicente, —dice Victor en tono casi aburrido, como si estuviera explicándole algo obvio a un niño—. Si me matas aquí, será la última jugada que hagas. No porque yo sea intocable, sino porque las piezas que se mueven detrás de todo esto ya están en marcha. Y créeme, una vez que empiecen, no hay forma de detenerlas.Mis ojos se clavan en Vicente, buscando respuestas. El sudor frío que recorre mi columna es una señal de alerta. Esta no es solo una guerra de mafiosos. Es algo personal, y Vicente me ha ocultado más de lo que jamás imaginé.—Vicente, —murmu
Victor sonríe de nuevo, pero esta vez hay algo más en su mirada, algo casi admirativo.—Es la llave a todo, querida. —Da un paso atrás, como si ya no tuviera más que decir—. El poder absoluto sobre la ciudad. La clave para los secretos más oscuros que tu padre nunca compartió. Y ahora, está en tus manos, aunque no lo sepas aún.Vicente no se mueve, pero lo siento temblar. Todo ha cambiado en un solo segundo. Todo este tiempo, creí que estaba atrapada en un conflicto ajeno, pero ahora... parece que el conflicto soy yo.Victor se aleja lentamente, dándonos la espalda con una arrogancia que solo alguien que cree estar a salvo podría permitirse.—Nos veremos pronto, Valeria, —dice antes de desaparecer en las sombras de la fábrica—. Porque esto apenas está empezando.El eco de sus pasos desaparece, y por un segundo, todo queda en silencio. Me giro hacia Vicente, con los ojos llenos de preguntas y un fuego ardiendo dentro de mí.—Tienes que explicarme todo esto, ahora mismo. —con mi voz est
Vicente me observa por un momento antes de responder.—Es un dispositivo, Valeria. Algo que tu padre dejó para ti, sin que lo supieras. Una especie de memoria que contiene toda la información que recopiló a lo largo de los años. Nombres, transacciones, trapos sucios de gente que controla todo en las sombras. Lo escondió en un lugar al que solo tú tienes acceso, porque pensó que eso te mantendría a salvo.Mi cabeza da vueltas. Un dispositivo. ¿Toda esa gente poderosa quiere algo que yo ni siquiera sabía que existía?—Pero tú lo sabías —espeté, mi ira creciendo—. Tú sabías que lo tenía, y me dejaste vivir en la ignorancia mientras todo el mundo me cazaba. ¡Sabías que mi vida estaba en peligro y no me dijiste nada!Vicente da un paso hacia mí, su expresión endurecida.—Te he protegido desde el principio, —dice, su voz baja pero tensa—. Lo que hice fue para mantenerte viva. Si sabías demasiado, habrías sido un blanco más grande. Victor y sus hombres habrían ido por ti mucho antes. Pero ah
Nos quedamos allí, frente a frente, sin palabras, pero con demasiadas cosas que decir. Vicente sostiene mi mano, y en ese pequeño gesto se esconde un torbellino de emociones. Él ha sido todo: mi protector, mi traidor, mi salvador. Y, sin embargo, aquí estamos, en el mismo punto de siempre, pero más cerca del abismo que nunca.—Tenemos que movernos ya, —me dice en voz baja, pero firme. "Moverse". Como si fuera tan fácil dejar atrás todo lo que ha pasado.—¿A dónde? —le pregunto, aunque ya sé que no me dará una respuesta clara. Nunca las da. Todo con él es una nebulosa, un rompecabezas sin piezas suficientes para completarlo.—A un lugar seguro, —responde, y yo no puedo evitar soltar una risa amarga.—¿Seguro? ¿Acaso queda algo "seguro" en todo esto? —mis palabras salen con veneno, pero estoy cansada de su idea de protección. Vicente siempre habla de seguridad, pero parece que la única persona realmente protegida es él.—Sé que estás enfadada, —dice, suavizando su tono, aunque sus ojos