Antes de que pueda responder, la puerta del penthouse se abre de golpe. Luca se gira justo a tiempo para ver entrar a tres hombres. Mis hombres. Ellos no necesitan presentaciones, ni disculpas. Vienen a cumplir una orden.—Valeria, ¿qué estás haciendo? —pregunta Luca, pero ya sabe la respuesta.—Lo que tenía que hacer desde el principio, —respondo, alejándome de él mientras mis hombres lo rodean—. Elegí mi bando. Y no eres tú.Luca intenta resistirse, pero sabe que está acabado. Los hombres que me rodean son profesionales. Sin más palabras, se lo llevan, mientras él lucha por mantener la dignidad que le queda.—No me hagas esto, Valeria, —son sus últimas palabras antes de que lo saquen del lugar. No hay gritos ni ruegos desesperados. Solo silencio. Su destino está sellado, y no habrá vuelta atrás.Más tarde, recibo la confirmación. Luca ya no es una amenaza. Está muerto, y con él, se fue el último pedazo de mi antigua vida. Vicente y yo seguimos de pie, pero ahora, yo tengo la ventaja
Llego a su villa esa misma noche. El lugar está rodeado de una belleza imponente, pero en su corazón late un peligro constante. Las luces, los guardias, el lujo desmedido... todo habla del poder de Vicente, pero también de su aislamiento. Es un rey en su castillo, y yo, al parecer, soy su reina... aunque aún no lo sepa.Me recibe con una sonrisa que no llega a sus ojos.—Valeria, qué bella estás esta noche. —Su voz es suave, peligrosa.—Gracias, Vicente. —Sonrío con la misma falsedad—. Sabía que esta noche debía ser especial.Caminamos hacia el salón principal, donde una mesa elegantemente servida nos espera. Este no es un simple encuentro. Esto es un juego de poder, y ambos lo sabemos.—Luca ya no es un problema, —dice Vicente, sirviéndome una copa de vino tinto—. Ahora el mundo es nuestro.Levanto mi copa en un gesto educado, pero las palabras "nuestro" me resuenan como un eco vacío. Lo que Vicente no entiende es que el mundo no pertenece a ninguno de nosotros dos. Pertenece a quien
Salgo de la villa de Vicente con una calma inquietante.El aire frío de la noche golpea mi rostro, pero no me afecta. Lo he hecho. Vicente, el hombre que creía controlar mi vida, ya no es más que un cadáver en el suelo de su opulento castillo. La oscuridad se cierne sobre mí, pero en lugar de sentir miedo, siento una peligrosa libertad.El poder es mío ahora, pero el peligro sigue acechando. Todavía hay enemigos que no conozco, aliados que aún no han mostrado su verdadera cara, y la ciudad… la ciudad nunca duerme.Mientras camino hacia el coche que me espera, mi celular vibra en mi bolsillo. Al principio, pienso que es uno de mis hombres, confirmando que todo ha salido como lo planeamos. Pero el nombre que aparece en la pantalla me hace detenerme en seco. Luca.—No puede ser.Luca está muerto. Vi cómo lo sacaban de esa habitación. No puede estar llamándome. Sin embargo, el número es el suyo, y el mensaje que aparece en la pantalla es corto, pero cargado de significado: "Nos vemos pron
Sus ojos me recorren de arriba abajo, y siento una mezcla peligrosa de atracción y temor. Siempre hubo algo en Vicente, algo que me atraía, pero también me repelía. Un hombre que no juega según las reglas de nadie, y eso lo hace impredecible.—Luca dejó una puerta abierta para ti, Valeria. —Su tono cambia, volviéndose más suave, casi seductor—. Una puerta que ahora tienes la opción de cruzar, o puedes intentar mantenerte sola en este juego y... bueno, ya sabes cómo terminan los que creen que pueden sobrevivir sin aliados.Doy un paso atrás, dejando que las palabras de Vicente se asienten. La atracción entre nosotros es innegable, pero también lo es el riesgo que representa. Luca ya no está, o al menos eso creía, pero Vicente trae consigo el olor del peligro. Una parte de mí quiere saber más, quiere dejarse llevar por la tensión entre nosotros, pero la otra parte… la parte que quiere sobrevivir, duda.—¿Y qué me ofreces tú, Vicente? —pregunto, sin dejar que mi voz tiemble—. Porque, por
Las palabras resuenan en mi mente, pero algo no encaja del todo. Vicente siempre ha sido misterioso, pero esta vez... esta vez siento que hay algo más detrás de su oferta. ¿Qué es lo que realmente busca?Pero lo más importante: ¿por qué yo?—Entonces, ¿qué se supone que debo hacer? —pregunto, dando un paso atrás, tratando de recuperar algo de espacio entre nosotros. El calor de su cercanía es una distracción, y no puedo permitirme distracciones ahora.—Es simple, —dice, y puedo ver cómo sus ojos se oscurecen ligeramente—. Confía en mí.La risa burbujea en mi garganta, pero la reprimo. ¿Confiar en él? Es casi una broma. Nadie en este juego confía en nadie. La confianza es solo otra herramienta para el control, y Vicente lo sabe mejor que nadie.—¿Confianza, Vicente? —Me cruzo de brazos, observándolo con escepticismo—. Tú y yo sabemos que esa palabra no significa nada aquí. ¿Qué pasa si decido seguir mi propio camino, sin cruzar esa puerta?Su sonrisa se desvanece por un instante, pero
La ciudad se extiende bajo mis pies, un campo de batalla de luces y sombras.Desde la ventana, puedo ver cómo la vida sigue allá abajo, ajena al caos que se avecina. Mi caos. Los autos pasan, las luces parpadean, y mientras el mundo sigue su curso, aquí, en esta habitación, se está gestando algo mucho más oscuro.Vicente sigue detrás de mí. Puedo sentir su mirada, su paciencia peligrosa. Está esperando, como un depredador que sabe que su presa no tiene escapatoria. Y tal vez tenga razón. En este juego, o te unes a alguien más fuerte o te consumes solo.—Te queda poco tiempo, Valeria. —Su voz rompe el silencio, baja y controlada. Es una advertencia, no una amenaza.Sus palabras me molestan. Odio sentirme acorralada. Pero también sé que Vicente tiene razón. Vicente está muerto, y con él, la protección que me brindaba. Los enemigos que dejó atrás ahora son míos, y ya deben estar moviéndose en las sombras, buscando una forma de alcanzarme. Luca, si es que realmente está detrás de esto, aú
De pronto, el sonido del celular rompe el silencio. El tono corto y repetitivo me saca de mis pensamientos. Vicente frunce el ceño, pero no se mueve mientras yo cruzo la habitación y levanto el auricular. Mi mano tiembla levemente, aunque no quiero admitir que la presencia de Vicente me afecta tanto.—¿Sí? —mi voz suena fría, distante.—Valeria, —la voz del otro lado es tensa, urgente—. Debes salir de ahí ahora.Es uno de mis hombres, y su tono no me gusta nada.—¿Qué pasa? —pregunto, mientras mis ojos se clavan en Vicente, quien sigue observándome en silencio.—Alguien ha puesto precio a tu cabeza. —La voz en el celular es clara, sin titubeos—. El trato que hiciste no salió como esperabas. La gente de Vicente te culpa por su muerte, y los que quedan de su círculo están dispuestos a hacer lo que sea para acabar contigo. Tienes que moverte rápido.Cuelgo el celular lentamente, y la realidad golpea con toda su fuerza. El tiempo que creía tener ya no existe. La caza ha comenzado.—Vicent
Nos dirigimos al pequeño apartamento que llevo usando como base. A pesar de su tamaño reducido y su discreción, es el lugar perfecto para planear el siguiente movimiento. Mientras reviso mi equipo, siento a Vicente detrás de mí, observando cada uno de mis movimientos, evaluándome, como siempre.—¿Y cuál es tu plan, Valeria? —pregunta, apoyado contra la pared con una tranquilidad que me pone nerviosa.—El plan es simple, Vicente, —digo mientras guardo una pistola en la parte baja de mi bota—. Salir antes de que vengan por mí. Encontrar a Luca, y descubrir qué demonios está pasando.Él sonríe, casi divertido. Siempre encuentra gracioso cuando digo que mi plan es simple. Tal vez porque sabe que, en realidad, nunca lo es.—Sabes que Luca no será fácil de encontrar. —Su tono es serio ahora—. El tipo tiene conexiones que ni siquiera imaginas.—Y tú también, —respondo mientras me pongo la chaqueta—. Por eso te necesito. Si alguien puede encontrar a Luca, ese eres tú.Vicente asiente lentamen