Días después…La ciudad sigue en pie, aunque todo ha cambiado en las sombras. Sergei ha asumido el control, y yo, por fin, soy libre de hacer lo que quiera. Pero la libertad es más complicada de lo que imaginaba.Puedo irme, desaparecer del mapa, empezar de nuevo en otro lugar. Pero también puedo quedarme, usar lo que he aprendido para tejer mi propio destino, sin estar a la sombra de nadie.Mientras observo la ciudad desde un balcón, el viento fresco acariciando mi piel, me doy cuenta de que, por primera vez, el tablero está vacío, y todas las piezas son mías. El juego ha cambiado.Y esta vez, seré yo quien haga las reglas.Las luces de la ciudad brillan desde el balcón, y cada parpadeo parece un recordatorio de la transformación que ha tenido lugar. Vicente ya no está. Y yo, por fin, estoy en control de mi vida. O al menos, eso me gusta pensar.Sergei ha tomado su lugar como el nuevo rey en las sombras. Ha cumplido con su parte del trato, y ahora, en teoría, soy libre de irme y deja
—No espero que confíes en mí. Solo que entiendas que, en este juego, siempre es mejor tener a alguien a tu lado. Sola, serás un objetivo. Conmigo, serás intocable.Intocable. ¿Qué significa ser intocable en este mundo? Para Vicente, significaba tener todo el poder, pero en el fondo, siempre estuvo rodeado de enemigos. Sergei tiene razón en algo: sola, seré una presa fácil. Pero con él... podría ser más que eso.Sin embargo, he aprendido algo importante. Ninguna alianza es para siempre. Y tarde o temprano, Sergei también intentará jugar su propia partida. Solo que esta vez, estaré más preparada.—Está bien, Sergei —digo finalmente, dejando que las palabras fluyan con una mezcla de frialdad y desafío—. Tal vez podamos trabajar juntos. Pero recuerda una cosa: si alguna vez intentas hacerme lo mismo que le hicimos a Vicente, no dudaré en eliminarte.Sergei suelta una risa breve, sincera. No está ofendido. De hecho, parece que esperaba esa respuesta.—Espero nada menos de ti, Valeria. Así
La sonrisa de Sergei se ensancha, pero no alcanza sus ojos. Me mira fijamente, intentando leerme, pero hace mucho que aprendí a ocultar mis pensamientos detrás de una máscara. Si algo he perfeccionado en este tiempo, es la capacidad de dejarlo en las sombras, de no darle nada que pueda usar en mi contra.—Hay rumores de que algunos de los hombres de Vicente que escaparon están organizándose —dice, apagando el cigarro en el cenicero de plata sobre su escritorio—. Creen que pueden reclamar lo que era suyo. Y saben que tú eras cercana a él.Ah, los fantasmas del pasado vuelven para recordarme que nada desaparece realmente. Los hombres de Vicente, aquellos que lograron escabullirse en la noche de su caída, están reuniendo fuerzas. Quieren venganza, quieren recuperar lo que creen que les pertenece.—Y supongo que esos rumores te preocupan —digo, como si esto fuera un detalle menor, mientras me dejo caer en el sillón frente a él.—No me preocupan. Pero deben ser manejados.Aquí está de nuev
Más tarde esa noche…Estoy en el balcón, buscando un respiro del aire cargado de intrigas del interior, cuando siento su presencia detrás de mí. El hombre de las sombras.—Interesante que no te quedaras dentro con los demás —dice, su voz suave pero firme, con un acento apenas perceptible.—Nunca he sido fan de las multitudes —respondo sin girarme. Quiero ver qué más dirá. Qué tan valiente es.—Lo que no puedo entender —continúa— es cómo alguien como tú sigue aquí, jugando este juego, cuando claramente estás por encima de todos ellos.Ah, el halago disfrazado de observación. Muy bien, es más inteligente de lo que pensé. Giro lentamente para mirarlo, cruzando los brazos mientras lo examino.—Dime algo que no sepa —le digo, sin esfuerzo en ocultar mi sarcasmo—. ¿O estás aquí solo para hacer cumplidos?Él sonríe, pero no retrocede. Sus ojos tienen algo más, una chispa que no suele verse en los hombres que solo buscan ascender.—Estoy aquí porque sé que Sergei te subestima. Y sé que eso te
Días después…Las palabras de Dmitri me siguen como una sombra persistente. Una salida. Es una promesa que suena tan tentadora, tan peligrosa. Si Sergei supiera que Dmitri me había propuesto traicionarlo, probablemente lo haría desaparecer antes de que pudiera terminar la frase. Pero claro, Sergei subestima a Dmitri, tal como subestima a cualquiera que no sea él. Un error común entre los hombres con poder.Estoy en mi apartamento, tumbada en el sofá con una copa de vino. El silencio del lugar me da un respiro, pero no el suficiente. Dmitri ha plantado una semilla, y ahora no puedo dejar de pensar en lo que podría significar.Más tarde esa noche...Me encuentro con Sergei, como de costumbre, en su club privado. El lugar está lleno de humo, risas ahogadas y conversaciones susurradas. Todo el mundo aparenta ser amigo, pero todos están esperando el momento adecuado para apuñalarse por la espalda.—Valeria, qué raro que no contestaras esta mañana —dice Sergei mientras se inclina hacia mí d
—¿Y tú serías mi salvavidas? —pregunto, con todo el sarcasmo que puedo reunir.Dmitri se inclina hacia adelante, con su sonrisa desvaneciéndose.—Soy algo mejor que eso. Soy tu salida. Tú y yo podemos tomar lo que Sergei ha construido y hacerlo mejor. Más fuerte. Sin necesidad de ocultarte en las sombras.Ahí está de nuevo. Esa promesa de poder, de control. Es tentador, lo admito. Y Dmitri es más listo de lo que Sergei le da crédito. Pero sé que un movimiento así tiene riesgos, y grandes.—Y si decido no unirme a ti —le digo, manteniendo mi mirada firme—, ¿qué harás entonces?Dmitri no parpadea. Está completamente seguro de sí mismo.—Si no me ayudas a destronar a Sergei, entonces solo será cuestión de tiempo antes de que él te vea como una amenaza —dice en voz baja—. Ya estás demasiado cerca de ser una pieza importante para ignorarte. Eventualmente, te traicionará.Sus palabras me golpean más fuerte de lo que esperaba. Porque, en el fondo, sé que tiene razón. Sergei me necesita ahora
Esa noche, con Dmitri…Dmitri ha sido más cauto últimamente. Sabe que Sergei está comenzando a sospechar algo, pero no sabe qué tan cerca está de caer. Nos encontramos en otro lugar discreto, esta vez en la habitación de un hotel que nadie relacionaría conmigo. Dmitri es todo lo contrario de Sergei: calculador, pero mucho menos impulsivo. Me escucha con atención y deja que yo tome la iniciativa. Al menos por ahora.—¿Has decidido ya? —me pregunta mientras sirve dos copas de whisky y me ofrece una.—¿Decidido qué? —le devuelvo, sabiendo que lo está perdiendo. Le gusta pensar que soy una aliada más confiable de lo que soy, pero incluso los hombres más listos pueden ser ciegos.—Sergei —dice, observándome de reojo mientras se sienta—. No podemos esperar más, Valeria. Está debilitándose, pero no por mucho tiempo. Si queremos quitarle el poder, es ahora o nunca.Ahí está. La urgencia en su voz, esa pizca de desesperación. Es un hombre que sabe que está cerca, pero teme perderlo todo si no
Un mes después...El eco de los disparos todavía resuena en mi mente de vez en cuando, como una melodía que no termina de desvanecerse. Sergei y Dmitri ya no son más que fantasmas en la historia que he escrito a mi medida. Y como siempre, los fantasmas no pueden hacer nada más que rondar, atrapados en un pasado que ya no me importa.Ahora todo es mío. El poder, el control, el respeto. O al menos, eso es lo que parece desde afuera. El dinero fluye a raudales, las conexiones se expanden y la nueva red que he tejido está funcionando como un reloj suizo. Incluso los viejos aliados de Sergei han aceptado su nuevo lugar en este reino bajo mis reglas. Claro, algunos murmuraron al principio, pero después de un par de demostraciones de lo que ocurre cuando se cruzan los límites, se les pasó rápido.En mi nuevo apartamento…Mi nuevo apartamento es una especie de palacio moderno, ubicado en lo más alto de un rascacielos, con una vista que abarca toda la ciudad. Todo está diseñado a mi gusto: luj