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Amor prestado
Amor prestado
Por: ElisaVela90
¿Dónde está Lena?

Punto de vista de Liah

Hoy es uno de esos días en los que muchas personas sueñan con llegar, el día en que una promesa de amor enterno, marca un antes y un después en la vida de alguien. 

Si bien este nunca ha sido mi sueño, no puedo decir lo mismo de mi hermana. 

El día de hoy, mi hermana gemela Lena; está a un paso de cumplir el más grande de sus sueño: su gran boda.

A pesar de que vivimos en países diferentes, Lena y yo mantenemos una excelente relación.

De hecho, creo que no existen secretos entre nosotras.

Es por esto que al ver sus ojos abrillantados cuando me contó por video llamada que Bruno había pedido su mano, de inmediato supe que eso era todo lo que ella quería, lo que la hace realmente feliz, y por supuesto, yo me siento feliz por ella.

Por tal motivo, gestioné el permiso en mi trabajo y decidí venir a Madrid para la boda de mi hermana ¡y aquí estoy!

Sentada junto a mis padres mientras saboreo un exquisito whisky a las rocas, a la espera de que la novia haga su acto de presencia majestuoso y selle su unión para siempre con el amor de su vida.

Mientras espero, observo a Bruno acercarse a mí, mi futuro cuñado.

–¡Liah! Que gusto verte aquí después de tanto tiempo–dice Bruno con efusividad.

¡Vaya, que guapo está! Mi hermana siempre se caracterizó por su buen gusto a diferencia de mí.

A mí me atraen los hombres más normalitos, en cambio Lena tiene preferencia por los hombres cuyo parecido se asemejan a los de un actor de Hollywood.

Por supuesto, Bruno no es la excepción.

Su piel bronceada que le hace juego con su cabello rubio y con su increíble cuerpo, lo hacen lucir como si fuese sacado de una película de superhéroes.

Además, sus ojos verdes y su sonrisa perfecta son el cóctel idóneo para hacer sentir a cualquier mujer hipnotizada cuando les habla.

Mientras más lo detallo, más entiendo a Lena.

¿Cómo no sentirse enamorada de este monumento de hombre?

–Lo mismo digo, querido cuñadito. Lamento no haber podido venir con suficientes días de antelación, pero ya sabes, el trabajo me consume–respondo.

–Lo importante es que ya estás aquí–responde Bruno con su enorme sonrisa.

–Así es. Ahora cuéntame ¿qué se siente el saber que estás a punto de aguantarte a mi hermana por el resto de tu vida?

Bruno suelta una carcajada.

–Aunque quisiera decírtelo, creo que igual no lo entenderías.

–Ponme a prueba–respondo al instante.

De repente, la sonrisa de Bruno desaparece, y en su lugar, una expresión de confusión se apodera de él ¿acaso dije algo que no debí decir?

Sin embargo, antes de que pueda responder, mi madre interrumpe la conversación.

–Querido ¿no deberíamos haber empezado ya?

–Ehh sí, justo por eso me he acercado. Aura me ha dicho que Lena no le abre la puerta de la habitación ¿podría alguna de ustedes subir y decirle que baje?–pregunta Bruno con evidente preocupación.

–Debe ser que aún no está lista, ya sabes cómo es Lena. Pero descuida, ya mismo subo y la ayudo con lo que haga falta para que baje–respondo.

–Muchas gracias Liah. Estaré esperándola–dice Bruno.

Lena es ese tipo de persona que le encanta hacerse desear, por lo que no me extraña para nada que especialmente hoy, que es la noche de su boda y que todos los presentes la esperan con ansias, quiera alargar lo más que pueda el momento de su entrada triunfal, para luego aparecer con su espectacular vestido de novia y con esas ínfulas de diva caprichosa que son tan típicas en ella.

Aunque soy la que menos quiere arruinar su deseo, me temo que no tengo otra opción más que hacer lo que Bruno me ha pedido.

Sin embargo, mientras me voy acercando a su habitación, me percato de la presencia de Aura, su wedding planner; junto a uno de los botones del hotel en las afueras de ella.

Esto a su vez me causa suspicacia ¿por qué Lena no querría abrirles?

–¿Qué está pasando?–pregunto extrañada.

–Lena no responde, así que he solicitado que abran la puerta de su habitación–responde Aura.

Puedo percibir cierto nerviosismo en ella.

Por supuesto que el solo hecho de imaginar un escenario en el que la novia pudiera haberse arrepentido en el último momento, es lo peor que puede pasar.

Pero conociendo a mi hermana, estoy segura que esto no es más que uno de sus tantos caprichos por hacerse la diva.

–Ya ¿por qué no mejor bajas al salón y te encargas de que todo esté listo para cuando Lena baje? Yo me encargo de ella–respondo.

–Pero es que ella…–dice Aura y yo la interrumpo.

–Quizá solo tiene un ataque de nervios. Yo me encargo, tranquila–insisto.

–De acuerdo. Dile que la espero al final de las escaleras–dice Aura.

Yo asiento con la cabeza. Enseguida, el botones me entrega la llave magnética y junto con Aura, se alejan del lugar.

En ese momento, abro la puerta, y me encuentro con toda la habitación hecha un completo desastre.

Hay botellas de licor vacías por doquier, su ropa está rasgada y tirada en el piso, y por si fuera poco, uno de los tantos espejos que hay en ella, ahora se encuentra hecho trizas.

La verdad, esto me ha puesto de los nervios ¿qué se supone que ha pasado aquí?

Rápidamente busco a mi hermana por todos los rincones de la habitación pero no la encuentro.

Lo único que encuentro es su vestido de novia colgado en el vestier, pero ella no está en ninguna parte ¿dónde está Lena?

Invadida por la incertidumbre al no saber lo que ha ocurrido, llamo a mi madre y le pido que suba de inmediato a la habitación.

Al cabo de cinco minutos, aparece ella, pero contrario a lo que esperaba, no parece estar sorprendida ¿por qué tengo la sensación de que ella sabe algo que yo no?

–Tienes que calmarte. Esto tuvo que haber sido uno más de sus ataques de nervios. Tú más que nadie la conoce. Ella es así–insiste mi madre.

–No, mamá. Estoy segura que si ese hubiese sido el caso, yo sería la primera en enterarme. A Lena le hicieron algo, estoy segura–respondo consternada.

–Pero ¿quién? Si Lena no tiene enemigos. Todos la adoran.

–Eso es lo que vamos a averiguar. Voy a llamar a la policía–respondo al mismo tiempo que saco de nuevo mi celular.

–¡No! No lo hagas–grita mi mamá, y yo la miro confundida.

–¿Por qué no? Lena ha desaparecido.

–Nadie se puede enterar de esto, mucho menos la policía–dice mi madre.

–Pero ¿por qué? ¿acaso no te preocupa lo que ha podido pasar con tu hija? Porque a mí sí.

–Liah, tienes que confiar en mí. Sé que lo que estoy a punto de pedirte puede sonar descabellado, pero te aseguro que si nuestras vidas no dependieran de esto, no te lo pediría–dice mi madre.

–¿De qué estás hablando?–pregunto confundida.

–Toma el vestido de tu hermana, y hazte pasar por ella. Hoy tiene que haber una boda, y si no es con Lena, va a ser contigo.

¡¿Qué?! ¿de verdad esto está pasando? 

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