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Te voy a encontrar

Punto de vista de Liah

Si bien no sería la primera vez que Lena y yo compartiríamos una pareja, esto me parece algo mucho más serio; ¡es su esposo! ¿cómo se supone que voy a estar con su esposo?

Tengo que hacer algo para evitarlo. Especialmente porque ni siquiera tengo cabeza para pensar en otra cosa que no sea la desaparición de Lena.

Es por esto que, al finalizar el baile me escabullo entre los invitados y me dirijo hacia la recepción del hotel.

Estoy segura que las cámaras tuvieron que haber captado alguna imagen que me dé una pista sobre lo que pudo haber pasado con Lena.

–Lo siento. No puedo ayudarla–responde la recepcionista.

–Señorita, creo que no me está entendiendo. Alguien entró a mi habitación e hizo un desastre en ella. Mis cosas están tiradas en el suelo, y alguien me tiene que responder por ello–insisto con un tono de voz elevado.

–Según lo que me reporta el sistema, a usted le fue entregada la llave de la habitación. Además de la copia, quien fue solicitada por Aura Rodríguez. Nadie más ha podido entrar a esa habitación sin la llave. Simplemente no hay manera.

–No me cabe dudas que las cámaras pueden decir lo contrario–respondo contundente.

–Solo por medio de una orden judicial, se puede tener acceso a las cámaras. De lo contrario, no es posible.

–Muy bien. Estoy segura que ambas podemos llegar a un acuerdo ¿no le parece?–pregunto, pero a juzgar por la expresión de la chica, esta parece no entender a lo que me refiero, por lo que continúo diciendo–algún acuerdo en el que ambas ganemos.

–Señora Gil, ya se lo dije. Es imposible, así que por favor no insista.

¡Genial! De todas las personas que se dejan sobornar, me tocó la más honesta ¡qué desgracia!

Tal parece que no podré tener acceso a las cámaras, porque no hay manera de conseguir esa bendita orden si no denuncio la desaparición de Lena, cosa que es imposible de hacer porque mis padres quieren a la policía lo más lejos de sus narices ¡esto no puede ser peor!

–¿Algún problema?–pregunta Abel, el hermano de Bruno, quien se ha acercado a la recepción.

–No, ninguno. De hecho, ya me iba–respondo resignada.

Pero justo cuando me doy media vuelta para regresar al salón, Abel me sujeta del brazo y me detiene.

–Tengo algo que decirte–dice Abel.

–Dime–respondo.

–Ehh no, aquí no. Ven conmigo, por favor.

Enseguida, Abel se dirige a lo que parece el área de servicio del hotel y yo lo sigo.

Aunque la verdad, no tengo ni la más mínima idea de qué puede ser tan importante como para traerme hasta aquí.

–¿Y bien?–pregunto.

De inmediato, Abel se abalanza hacia mí y choca mi cuerpo hacia la pared mientras comienza a besarme apasionadamente.

Pero ¡¿qué?! ¿qué se supone que está haciendo este hombre?

Rápidamente, lo empujo con fuerza para alejarlo de mí.

–¡¿Qué te pasa?!–grito enfurecida.

–No me digas que no lo deseas tanto como yo–dice Abel al mismo tiempo que su mirada llena de deseo me recorre de arriba abajo.

No estoy entendiendo nada. Lena nunca me habló de que entre ella y su cuñado podía existir algún tipo de relación.

Jamás lo mencionó. Pero a juzgar por la actitud de Abel, pareciera que no fuese la primera vez.

¡Oh por Dios, Lena! ¿en qué estabas metida?

Justo en ese instante Bruno abre la puerta de par en par, y yo me quiero morir.

Por supuesto que ver a su hermano con su respiración acelerada y a mí, con mi labial corrido en una de las habitaciones de servicio, no es precisamente el mejor escenario para encontrar a la mujer con quien se acaba de casar.

Mi cara de horror al sentirme expuesta ante sus ojos lo dice todo. Pero en cambio, él se mantiene taciturno, sin expresión alguna; como si lo que acabase de ver, no le impresionara.

–¿Podrían no ser tan evidentes?–pregunta Bruno.

–¡Como si te importara!–exclama Abel de mala gana.

–Sí me importa, imbécil ¿o es que acaso te tengo que recordar que ella se acaba de casar conmigo? De ninguna manera voy a permitir que por sus imprudencias, me hagan quedar como el pobrecito a quien lo engañan en su propia boda–responde Bruno.

¡Esto tiene que ser una broma!

No tengo idea de cómo no he perdido mi capacidad de asombro esta noche… eso quiere decir que ¿Lena y Abel estaban juntos?

Pero entonces ¿por qué Bruno cedió a casarse con ella? Si evidentemente, no es algo que él desconocía.

–Toma, límpiate y vente conmigo al salón–dice Bruno al mismo tiempo que me entrega un pañuelo y yo lo tomo.

–Te advierto que Lena pasará la noche conmigo–dice Abel, y a juzgar por su tono, pareciera una amenaza.

–¿De verdad es necesario recordarte que me vale madres?–responde Bruno con su mirada llena de desprecio.

Enseguida, Bruno se da media vuelta para salir mientras yo me quedo en ascuas por lo que acabo de presenciar.

Aún estoy tratando de digerir toda esta información a la que era completamente ajena, y si quiero ser honesta, me siento un poco indignada porque Lena nunca me mencionó nada de esto.

Ella nunca me dijo que su relación con Bruno era una farsa, ni mucho menos que tenía una relación con su cuñado.

Tampoco me dijo que su boda formaba parte de un acuerdo en el que estaban involucrados nuestros padres, quienes por si fuera poco, resultaron ser una especie de criminales.

Todo esto me tiene la cabeza a punto de estallar ¿por qué Lena me ocultó tantas cosas?

Quisiera tenerla conmigo para que me explique todo esto que está pasando y que me tiene al borde del colapso.

¿Dónde estás, Lena?

¿Acaso fue Bruno quien quiso que desaparecieras para no tener que casarse contigo bajo obligación?

O por el contrario ¿fuiste tú quien decidió huir para no hacerle frente a esta desgracia?

Sea lo que sea, te prometo que te voy a encontrar aunque sea lo último que haga.

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