Zaideth: la nada
Al principio, lo sentí como un reto. Cuando comencé como profesora de lenguas en un instituto de ricos para los últimos grados, lo vi como un desafío: ganarme el respeto de los estudiantes, que prestaran atención en las clases y que aprendieran de verdad.
Al principio, cuando me veían como una novata, varios chicos, sobre todo de último año, se acercaron, restregándome sus apellidos importantes e intentando sobornarme para que les pasara la materia. Otros, intentaron seducirme para que me acostara con ellos.
Claro, para ese tiempo, recién salidita de la universidad, seguía gozando de un buen cuerpo, de hecho, había comenzado a practicar natación y algunas veces, sobre todo los fines de semana, salía a trotar con Carl.
Para ese tiempo pensaba que el trabajar en el colegio era un tema momentáneo. Por eso, a cada uno de ellos, lo hice per
La nada 2:Cuando estás en un atraco, tu mente no asimila muy bien lo que sucede, no como lo muestran en las películas, donde piensas analíticamente en cómo librarte; como esa gente que comienza a intimidar a los asaltantes y después los engaña para poder salirse bien librado.La verdad es que, a mí nunca me habían atracado y mucho menos creí que fuera en plena luz del día, en una calle por la que caminé mil veces.Mi mente no llegaba a procesarlo, sin embargo, mi instinto de supervivencia alargó a los dos atracadores —uno con un enorme cuchillo y otro con una pistola que señalaba mi cabeza—, mi bolso: donde llevaba mi paga, mi celular y todos mis documentos.Estaba inmóvil, viendo todo de manera muy rápida, porque sí, pasó tan rápido que no llegaba a procesarlo.Cuando uno de ellos tomó mi bolso, los dos
La nada 3:No sé a quién amé más, si a Walter o Mateo. Porque lo vivido con Walter fue apasionante, intenso; donde entre las muchas discusiones, cuando llegaba el reconcilio, nos devorábamos a besos y me elevaba hasta rascar el cielo; yo le mordía sus fuertes brazos y sentía sus manos grandes apretar con fuerza mi cadera, ¡ah! Y ni qué decir con el estilo de vida que nos gustaba llevar a los dos: los viajes a su lado y las cosas que me enseñaba. Pero, por otro lado, estaba Mateo con su semblante serio e intelectual, mi amor apagado y discreto; su mente que me transmitía tanto conocimiento y la sensación de que a su lado podía llegar a lograr todo lo que me propusiera; el orden en el que hizo que me sumergiera y… carajo; esos besos que daba: lo que me susurraba al oído; sus ojos intensos mirándome mientras guardaba mi rostro en sus manos cálidas.U
Zaideth: fondo:Despertarme acostada al lado del tronco, sin zapatos (no sé qué se hicieron en medio de la noche), verme rodeada de basura y con la ropa húmeda por el lodo… fue como tocar fondo en mi vida.Si alguien me ve en estas fachas, pensará que soy una indigente. No queda nada de la profesora de instituto privado, nada de la escritora y chica de alta sociedad.Mi vida necesita un cambio. Debo mejorar mi calidad de vida.No hay momento más vergonzoso que, cuando ves que las personas te observan al pasar y hacen mala cara. Sólo con eso se sabe que estás en fachas deplorables y quieres que la tierra se abra y te trague.No soy capaz de acercarme a la entrada del edificio donde vive Carl, prefiero esperarlo a las afueras, a que salga como todas las mañanas a su trabajo. Sé que, al verme, saldrá de su auto corriendo para ayudarme; y debo gu
Propuesta: déjame vivir contigoVolver a ver a Zaideth, fue tristemente la cosa más hermosa que me pasó en todo este año. Mi corazón rebotaba de alegría.Detesté a Carl por haberla dejado quedarse en mi cabaña, que la engañara (pero es algo muy normal en él).—Me dijo que podía quedarme aquí —me explicaba Zaideth, cuando se cambió y se sentó en un sillón que estaba en el balcón de la habitación principal.Podíamos escuchar las olas del mar romper en la costa, el viento salado juguetear a nuestro alrededor. Zaideth se veía casualmente un poco más delgada que a las veces cuando llegué a visitar. Sin embargo, sus mejillas seguían siendo redondas, pero curiosamente encantadoras. Llevaba el cabello más largo que antes y con honestidad, me parece que le favorece mucho m&aacu
Zaideth: marLo bueno de vivir en una ciudad costera es que, ver el mar, te hace reconectar contigo mismo.Cuando llegué a la cabaña y estuve rodeada de silencio, me sentí liberada. Recuerdo asomarme por el balcón de la habitación principal y apreciar la enorme panorámica del mar, cerrar los ojos y escuchar el sonido de las olas entrar por mis oídos e inspirar profundamente el olor salado.Fue una de las mejores sensaciones que he tenido en mi vida. Fue como en unos minutos, sólo era yo, mezclada con la naturaleza, con la razón de ser de la misma.Y fue ahí, donde me di cuenta que estaba en el lugar correcto.Lo primero que hice fue limpiar todo el polvo de la gran cabaña. Carl me dijo que me ayudaría, pero era mi momento, era el instante que yo necesitaba, así que le di las gracias y le pedí que me dejara hacerlo sola.—P
Mateo: las mañanas a su lado:Zaideth ronca cuando duerme, se estira en la cama y abre la boca, dejando salir su baba. Se ve que duerme tan placenteramente, que me da cosa levantarla.—Zai, Zai —comienzo a llamarla.Ella se da vuelta en la cama y queda a medio lado, dejando una pierna flexionada y sobresale de la sábana, dejando su piel trigueña al descubierto. Paso saliva al sentir mi rostro comenzar a sonrojarse.¿Qué estoy haciendo? No debí entrar en su habitación. Así que, avergonzado, comienzo a dar vuelta sobre mis pasos para salir cuando siento un gruñido.—¿Hum? —empieza a removerse en la cama.Volteo y veo que comienza a sentarse en la cama, con la cara arrugada y con una mano se limpia la saliva de la cara.—Mateo —dice con voz arrastrada y ronca. Definitivamente no ha cambiado nada a la chica que llevo
Zaideth: nostalgiaA veces me pregunto, ¿hice algo para vivir en completa soledad? ¿Algo muy malo que me haya condenado a vivir sin poder ser amada?Veo a las personas, felices con sus parejas y yo… sola. Pasan los años y ya me he cansado de tener intentos fallidos de amar.Y cuando ya he aprendido a olvidar, a resignarme, aparece él, con su hermosa sonrisa rosada y me besa.En el mes que viví sola en la cabaña, aprendí a encontrarme a mí misma, a ver de buena forma mi futuro, me dije “saldré de esta”, dormí feliz en las noches al verme construyendo mi vida poco a poco.Mi rutina consistía en escribir de día y leer de noche, ponerme muy al día con el mercado literario y así planear el volver a ser editora.Los fines de semana hablaba de forma animada con Carl y hacíamos planes a futuro. Todo en mi vida comenzaba a tener
Mateo:¿Cuál es el momento en que te cansas de estar en una monotonía de algo que crees que es cierto? Para mí, fue cuando besé a Zaideth y vi todos sus sentimientos rebosar ante mí.La verdad, también debo darle las gracias al vino, que me hizo sentirme más valiente al respecto. Cuando estuve solo, sin ella, observando la tarde caer; me vi levantándome del sillón, seguirla hasta su habitación, allí, no dejé que cerrara la puerta, puse una mano en la madera y ella pudo sentir la resistencia.Cuando volteó a verme, los dos nos observamos fijamente a los ojos.—Mat… —balbuceó con sus ojos llenos de lágrimas.Llevé mis manos hasta su rostro, lo llevé hasta el mío y comencé a besarlo, no solo en los labios, también en su nariz, sus mejillas, su frente: le di todos esos bes