Mateo: las mañanas a su lado:
Zaideth ronca cuando duerme, se estira en la cama y abre la boca, dejando salir su baba. Se ve que duerme tan placenteramente, que me da cosa levantarla.
—Zai, Zai —comienzo a llamarla.
Ella se da vuelta en la cama y queda a medio lado, dejando una pierna flexionada y sobresale de la sábana, dejando su piel trigueña al descubierto. Paso saliva al sentir mi rostro comenzar a sonrojarse.
¿Qué estoy haciendo? No debí entrar en su habitación. Así que, avergonzado, comienzo a dar vuelta sobre mis pasos para salir cuando siento un gruñido.
—¿Hum? —empieza a removerse en la cama.
Volteo y veo que comienza a sentarse en la cama, con la cara arrugada y con una mano se limpia la saliva de la cara.
—Mateo —dice con voz arrastrada y ronca. Definitivamente no ha cambiado nada a la chica que llevo
Zaideth: nostalgiaA veces me pregunto, ¿hice algo para vivir en completa soledad? ¿Algo muy malo que me haya condenado a vivir sin poder ser amada?Veo a las personas, felices con sus parejas y yo… sola. Pasan los años y ya me he cansado de tener intentos fallidos de amar.Y cuando ya he aprendido a olvidar, a resignarme, aparece él, con su hermosa sonrisa rosada y me besa.En el mes que viví sola en la cabaña, aprendí a encontrarme a mí misma, a ver de buena forma mi futuro, me dije “saldré de esta”, dormí feliz en las noches al verme construyendo mi vida poco a poco.Mi rutina consistía en escribir de día y leer de noche, ponerme muy al día con el mercado literario y así planear el volver a ser editora.Los fines de semana hablaba de forma animada con Carl y hacíamos planes a futuro. Todo en mi vida comenzaba a tener
Mateo:¿Cuál es el momento en que te cansas de estar en una monotonía de algo que crees que es cierto? Para mí, fue cuando besé a Zaideth y vi todos sus sentimientos rebosar ante mí.La verdad, también debo darle las gracias al vino, que me hizo sentirme más valiente al respecto. Cuando estuve solo, sin ella, observando la tarde caer; me vi levantándome del sillón, seguirla hasta su habitación, allí, no dejé que cerrara la puerta, puse una mano en la madera y ella pudo sentir la resistencia.Cuando volteó a verme, los dos nos observamos fijamente a los ojos.—Mat… —balbuceó con sus ojos llenos de lágrimas.Llevé mis manos hasta su rostro, lo llevé hasta el mío y comencé a besarlo, no solo en los labios, también en su nariz, sus mejillas, su frente: le di todos esos bes
Entrar en una relación con Zaideth fue totalmente diferente a lo que yo llegué a pensar que podría ser. ¿Saben? A veces llegamos a idealizar mucho a las personas.En mi caso, debo sentirme tranquilo que hice lo que se pudo. Que, cuando tuvimos la primera y única discusión en todo ese tiempo que estuvimos juntos, yo quería decirle que sí, que estaba bien, podíamos seguir juntos, pero, no podía hacerlo. Habíamos cruzado la línea.Que el tomar la maleta para irme, los dos ya lo habíamos aceptado y quisimos hacerlo por el lado amable. A fin de cuentas, los dos somos adultos y por encima de los problemas está ese amor tan grande que seguimos sintiendo.Ese mismo amor que hizo que Zaideth lograra publicar su libro en papel, volviera a sonreír por las mañanas y la hacía decirme “amor” en medio de los desayunos.Por eso, antes de irme
Zaideth: epopeyaCuando estaba en el colegio me gustaba mucho un chico, pero no era correspondida, él no estudiaba en mi colegio, de hecho, ya se había graduado. Lo conocí en unas clases de actuación, y quedábamos a leer en la biblioteca. Pero él siempre me restregaba que le gustaban otras chicas, por más que sabía que yo me desvivía por él. Y a veces hasta se burlaba de mí. Se me hizo muy difícil dejar de hablarle y apartarme.¿Por qué hacemos eso, el aferrarnos más cuando alguien no nos quiere? Para mí, en ese tiempo, al graduarme, me di cuenta que pasaría un año completo gustando de alguien que no me apreciaba. Así que, me inscribí a un gimnasio e iba todas las mañanas. También dejé las clases de actuación para no verlo y me enfoqué en mí.Pasé del desamor a estar lista par
Zaideth: recuerdosSiempre tengo este recuerdo.“¡No me mates, por favor!, ¡PERDÓN, PERDÓN! ¡PROMETO QUE NO TE VUELVO A BUSCAR!” recuerdo a Nicolás frente a mí, arrodillado, pidiendo perdón mientras yo le sacaba el seguro a la pistola.Recuerdo estar apuntándole, pero había alguien a mi derecha, acurrucado en una pared.Yo me sentía bien. Poderosa. Pero con impotencia. Pensé seriamente en matarlo, hasta que un grito me arrancó de mis pensamientos.A veces pienso que el recuerdo no es así. Que la súplica la hizo después que disparé. No lo sé, fue un momento que mi mente no logra encajar bien.A veces me pregunto si… tanto me gusta ese recuerdo porque me recuerda que puedo llegar a ser muy fuerte, ¿por qué me atormenta?...Clara llegó s
Carl: momentosEn la vida, he tenido dos momentos donde toqué fondo: uno fue por causas externas y en otra porque me comporté como un verdadero idiota.Pero esta vez debo hablar de esa primera, cuando todo lo que vi fue sangre, cuando… tuve que apartar a alguien para que no matara a otra.Tenía diecisiete años, cursaba mi último año de instituto y lo único que podía pensar era que mi padre se mudaría a una ciudad al ser trasladado en su trabajo: una ciudad donde yo no iba a conocer a nadie y eso me molestaba mucho, porque también me indicaba que no podría estudiar en la universidad que quería (ya que mi padre no estaba dispuesto a pagarme la estadía).Mi mejor amigo (años menor que yo) era más adulto en cuestión de pensamiento y vivía regañándome porque yo discutía con mis padres por lo mismo;
Carl: momentos 2—Bueno, pero primero debes graduarte —le dije y ladeé una sonrisa.—Y tú irte de aquí.—Sabes que va a pasar, aunque yo no quiera.Quedó ahí, en el plan de vivir juntos. Sabía que, aunque eso no fuera a pasar, Mateo necesitaba una esperanza de salir de esos problemas que, aunque yo no supiera cuáles fueran, era evidente que sí los tenía.Nos despedimos y Mateo se fue. Pero mi malestar seguía ahí, en mi pecho.A eso de las siete, no soporté más y decidí ir a la casa de Mateo, tomar cualquier excusa para hablar con él.Decidí decirle que me acompañara a Santa Marta el día que tuviera mi examen de admisión y así los dos conociéramos la ciudad, sabía que mi padre, con tal de que yo estudiara en la universidad de Santa Marta, le pagaría los
Carl: momentos 3:Recuerdo cuando salí de la casa de Mateo. Recuerdo que mi brazo, con el cual lo sostenía, cuando íbamos caminando por la calle, estaba lleno de su sangre.Las personas comenzaron a mirarnos, a exclamar, a gritar.Recuerdo a mis amigos y vecinos correr hasta mi casa.Recuerdo a mis padres llegar hasta nosotros y comenzar a gritar por el pánico.Entonces sentí que algo rodeó mi pierna derecha, era un agarre tembloroso, pequeño, pero fuerte. Sollozaba.Bajé la mirada y la vi a ella, entre la multitud de gente que nos rodeaba. Valentina estaba pegada a nosotros, decidida a no separarse de su hermano herido. Estaba temblando del miedo; qué injusto es a esa edad vivir tantas tragedias, ella era un pobre angelito que había caído en el hogar equivocado.En ese momento el agarre de Mateo se volvió débil y estuvo a punto de caer al piso. Logré tomarlo, junto con la ayuda de mi padre, que se había quitado la camisa para hacer presión en la herida de su cuello y así no perdiera