ZaidethNo quiero que vuelva a sucederme. No, no dejaré que me vuelva a suceder.“¡No me mates, por favor!, ¡PERDÓN, PERDÓN! ¡PROMETO QUE NO TE VUELVO A BUSCAR!” recuerdo a Nicolás frente a mí, arrodillado, pidiendo perdón mientras yo le sacaba el seguro a la pistola.Quiero volver a sentirme tan segura de mí misma como aquella vez, no dejar que ningún hombre vuelva a pisotearme: no quiero que nadie intente pasar por encima de mí, jugar con mis sentimientos.—¿Por qué no te mudas con nosotros? —me pregunta Eva por décima vez mientras me ve terminar de empacar la maleta.Está sentada en el bordillo de la cama y en el centro del colchón está la bebita jugando con unos papeles que raya con un lápiz.—Eva, no voy a vivir en el cuarto de Nana —respondo mientras termino de doblar una camisa a modo de royito.—Ay, pero eso no va a ser por siempre, es mientras consigues un mejor lugar —insiste—. Conmigo no vas a tener que pagar arriendo, sólo nos ayudas a pagar las cuentas, puedes pagar… la l
Escribe versos en libros antes que cartas, no gastes tiempo escribiendo líneas que no llegarán a un remitente. No llores recordando palabras que nunca se van volver actos.Vamos, Zaideth, vamos a repetirlo hasta que nos lo podamos creer.Él en una conversación me dijo “eres la única que me escribe cartas”. Me gustaría preguntarle a alguien qué le parece el hecho de que una persona le escriba cartas, si le parecería algo interesante o bonito.¡Te escribía cartas porque estabas en otra ciudad, me parecía algo romántico!A mí me gustaría que me escribieran cartas, sería de las que las guardaría en un cofrecito una a una para leerlas y reírme después con lágrimas en los ojos.¿Por qué debo pensar en esas cosas ahora? Se supone que estoy quemando el maldito muñeco para poder cerrar ciclo. Y esta estúpida manilla….Me la quito de la muñeca y la arrojo al fuego frente a mí.¡Arde, joder, arde de una maldita vez!Disculpen, es que… esto de ver arder al puto oso que todos los días me recordab
Mateo:Es una de esas tardes donde llueve con brisa, en los que acercar tu rostro al vidrio de una ventana la empaña, y con ella, todo su reflejo.Me gustan las tardes como esa, donde puedo sentir que todo mi mundo se siente como mi interior, cuando parece que lo que veo es el reflejo de mi alma.Porque sí, siento que… soy un cúmulo de tristeza contenida, de sufrimiento que me hace especial. Sin ese algo que está dentro de mí, no tendría trabajo, ni fama, ni una vida que a la gente le parece interesante.Si esa persona no me hubiera roto el corazón, no estaría escribiendo los versos que ahora salen en la pantalla grande. No habría filas en los cines repletas de parejas que quieren consagrar su amor viendo cómo desquebrajaron el mío; solamente que ellos no lo saben.Recuerdo los últimos días al lado de Zaideth como marchitos, llenos de esa mism
Zaideth: la nadaAl principio, lo sentí como un reto. Cuando comencé como profesora de lenguas en un instituto de ricos para los últimos grados, lo vi como un desafío: ganarme el respeto de los estudiantes, que prestaran atención en las clases y que aprendieran de verdad.Al principio, cuando me veían como una novata, varios chicos, sobre todo de último año, se acercaron, restregándome sus apellidos importantes e intentando sobornarme para que les pasara la materia. Otros, intentaron seducirme para que me acostara con ellos.Claro, para ese tiempo, recién salidita de la universidad, seguía gozando de un buen cuerpo, de hecho, había comenzado a practicar natación y algunas veces, sobre todo los fines de semana, salía a trotar con Carl.Para ese tiempo pensaba que el trabajar en el colegio era un tema momentáneo. Por eso, a cada uno de ellos, lo hice per
La nada 2:Cuando estás en un atraco, tu mente no asimila muy bien lo que sucede, no como lo muestran en las películas, donde piensas analíticamente en cómo librarte; como esa gente que comienza a intimidar a los asaltantes y después los engaña para poder salirse bien librado.La verdad es que, a mí nunca me habían atracado y mucho menos creí que fuera en plena luz del día, en una calle por la que caminé mil veces.Mi mente no llegaba a procesarlo, sin embargo, mi instinto de supervivencia alargó a los dos atracadores —uno con un enorme cuchillo y otro con una pistola que señalaba mi cabeza—, mi bolso: donde llevaba mi paga, mi celular y todos mis documentos.Estaba inmóvil, viendo todo de manera muy rápida, porque sí, pasó tan rápido que no llegaba a procesarlo.Cuando uno de ellos tomó mi bolso, los dos
La nada 3:No sé a quién amé más, si a Walter o Mateo. Porque lo vivido con Walter fue apasionante, intenso; donde entre las muchas discusiones, cuando llegaba el reconcilio, nos devorábamos a besos y me elevaba hasta rascar el cielo; yo le mordía sus fuertes brazos y sentía sus manos grandes apretar con fuerza mi cadera, ¡ah! Y ni qué decir con el estilo de vida que nos gustaba llevar a los dos: los viajes a su lado y las cosas que me enseñaba. Pero, por otro lado, estaba Mateo con su semblante serio e intelectual, mi amor apagado y discreto; su mente que me transmitía tanto conocimiento y la sensación de que a su lado podía llegar a lograr todo lo que me propusiera; el orden en el que hizo que me sumergiera y… carajo; esos besos que daba: lo que me susurraba al oído; sus ojos intensos mirándome mientras guardaba mi rostro en sus manos cálidas.U
Zaideth: fondo:Despertarme acostada al lado del tronco, sin zapatos (no sé qué se hicieron en medio de la noche), verme rodeada de basura y con la ropa húmeda por el lodo… fue como tocar fondo en mi vida.Si alguien me ve en estas fachas, pensará que soy una indigente. No queda nada de la profesora de instituto privado, nada de la escritora y chica de alta sociedad.Mi vida necesita un cambio. Debo mejorar mi calidad de vida.No hay momento más vergonzoso que, cuando ves que las personas te observan al pasar y hacen mala cara. Sólo con eso se sabe que estás en fachas deplorables y quieres que la tierra se abra y te trague.No soy capaz de acercarme a la entrada del edificio donde vive Carl, prefiero esperarlo a las afueras, a que salga como todas las mañanas a su trabajo. Sé que, al verme, saldrá de su auto corriendo para ayudarme; y debo gu
Propuesta: déjame vivir contigoVolver a ver a Zaideth, fue tristemente la cosa más hermosa que me pasó en todo este año. Mi corazón rebotaba de alegría.Detesté a Carl por haberla dejado quedarse en mi cabaña, que la engañara (pero es algo muy normal en él).—Me dijo que podía quedarme aquí —me explicaba Zaideth, cuando se cambió y se sentó en un sillón que estaba en el balcón de la habitación principal.Podíamos escuchar las olas del mar romper en la costa, el viento salado juguetear a nuestro alrededor. Zaideth se veía casualmente un poco más delgada que a las veces cuando llegué a visitar. Sin embargo, sus mejillas seguían siendo redondas, pero curiosamente encantadoras. Llevaba el cabello más largo que antes y con honestidad, me parece que le favorece mucho m&aacu