Me agrada el padre de Zaideth, se nota que, si de verdad fuera mi suegro, la pasaría bastante bien a su lado cuando tuviera que hacer las visitas a la familia. Su madre, es un poco más difícil de ganar, se nota que no le gusta el hecho de que sea militar, pero sé que, si pasara un poco más de tiempo conversando con ella, podríamos llegar a congeniar mucho más.Zaideth es mala, ¿por qué nos ha puesto a todos en esta difícil situación? Siento que está jugando conmigo; me quiero largar de esta casa y no volver más.Una vez finalizada la reunión, me despido de “mis suegros”, no sin antes ser recordado del almuerzo que tendré con ellos el fin de semana antes de volver a Bogotá.Zaideth me acompaña hasta el parqueadero, en el camino un gran silencio nos invade, uno bastante incómodo que yo no deseo irrumpir.—Lo siento
Entro a mi habitación y me concentro en terminar los trabajos que debo entregar mañana. Me doy cuenta que la ayuda de Walter me facilita muchísimo el trabajo. Únicamente debo copiar y pegar la información de Walter, referenciarla y parafrasear un poco, después, finalizo con las bibliografías que él ha hecho.Nunca imaginé tener a alguien que me ayudara tanto, en serio, es fenomenal. De hecho, llegué a soltar uno que otro suspiro cuando vi a Walter sentado frente al escritorio terminando el trabajo que le había pedido. Muchas veces lo miré por el rabillo del ojo y me perdí en su belleza, en su nariz bien perfilada, sus brazos fuertes que me hacían querer darles un mordisco. Por eso, al final no soporté y me acerqué a él para comer su rostro a besos.Parecíamos una pareja y lo más lindo es que era una pareja que se ayudaba mutuamente. Dejo
Rasco mi cabeza mientras observo la moto de Walter a la lejanía, veo que me está esperando, pero no me convence que pase el tiempo conversando con esa chica rubia. Un descuido y ya le caen tipas como moscas.—Es mejor que corras a rescatar a tu novio —escucho que me dice Denisse cerca de mi oído.—Que no es mi novio —suelto por reflejo.—¿Pero no me dijiste que ayer acordaron ser novios por una semana? —respinga las cejas.—Fue una broma, no es que seamos novios de verdad —refuto.—Bueno. —Sube los hombros—, pero es la primera vez que escucho que unos novios de mentiras son oficiales en su círculo social.—Denisse, por favor —suelto con las mejillas ruborizadas—. Es un pasatiempo.—Ya —acepta con un movimiento de cabeza—. La próxima vez dile que también traiga a un amigo para que yo pue
Después de aquella conversación que me hizo entrar mucho en razón, a Walter se le metió la loca idea de enseñarme a manejar, yo le dije que dejara la locura, que ahí, justo ahí, en el corazón de la ciudad, ¿dónde podríamos encontrar un lugar para que me enseñara?Pero Walter me pidió que me montara en la moto, así lo hice. Walter manejó hasta bajar el Ziruma, pero no para volver a la ciudad, no, sino que tomó la ruta que lleva a las otras playas al sur de la ciudad. Cruzó El Rodado y me llevó hasta Cavo Tortuga.Ahí comprendí que ese sería un lugar perfecto para aprender a manejar moto, ya que, en una desviación se encontraba una carretera larga, ancha y solitaria. Para ese momento las sombras de la tarde comenzaban a crear la oscuridad, sin embargo, las farolas ya comenzaban a encenderse lentamente.—Bie
Cuando llego a mi casa, me dirijo con entera felicidad hacia mi habitación, pero escucho en el pasillo un sollozo que proviene de la habitación de Eva. Veo que la puerta de su cuarto está entreabierta, así que la abro y la encuentro semidesnuda, hecha bolita en un rincón de su cama.—Eva, ¿qué pasa? —indago preocupada mientras me acerco a ella.—Ay, Zai, no sé qué hacer —suelta en un hilo de voz.—¿Qué?, ¿qué pasa? —insisto preocupadísima.—Creo que estoy embarazada —confiesa.Abro mi boca de la impresión y mi mente queda en blanco, ¿qué le puedo decir? No se me ocurre nada.—Pero… ¿cómo? —inquiero, aunque me doy cuenta que es una pregunta muy fuera de lugar.—No sabía que estaba ovulando y tuve sexo con Pablo, él se l
Es increíble cuánto estamos dispuestos a cambiar cuando amamos de verdad. Aunque yo no logro comprender cuan tontos nos volvemos cuando conocemos a una persona que nos mete en aprietos, como Pablo. Mi pobre amigo Pablo.—Las cuotas son baratas para lo bonito y bien situados que está el apartamento —explica Pablo mientras me muestra las fotos del apartamento que en la mañana visitó.—Ajá… —suelto mientras veo de forma aburrida las fotos.—Hablé con Eva y lo vamos a ir a ver mañana juntos para tomar la decisión si lo compramos o no —explica mientras apaga la pantalla del celular.—¿En serio? —respingo las cejas.—Sí —suelta con nerviosismo—. Voy a hacer un préstamo en el banco para pagar la cuota inicial.Suelto un suspiro de resignación. Sé que, por mucho que trate de conven
En siete meses pueden suceder muchas cosas, una de ellas: olvidar el amor que sientes hacia una persona. Imagino que es lo mismo que me sucedió con Walter y Carl; ellos son mis dolores de cabeza.Intento pensar en qué momento todo se puso boca arriba, en qué momento eché todo al fiasco, claro, una vez más. Pero es la última vez que Walter accedió a perdonarme, no, no lo hizo de verdad, al menos, no como para que todo entre los dos volviera a funcionar.Termino de hacer la maleta y reflexiono sobre lo que estoy haciendo. Sacudo mi cabeza para soltar aquellos pensamientos de “estás loca, no tienes que viajar, nadie te está esperando”, “mejor ríndete, no te va a perdonar”, “eres una maldita desagradecida, por eso no lo mereces”. No tengo nada que perder, ya lo sé, tampoco nada que ganar, así que no importa lo que haga ahora, por eso puedo tomar el vuelo
—Zaideth, ¿qué haces? —pregunta mi madre mientras camina a la par de mí—. ¿Cómo se te ocurre irte así? ¿A dónde te vas a quedar?Decido no escuchar, únicamente estoy ahí, caminando hacia la puerta que da hacia la calle, cruzo y siento el frío viento de invierno costero golpear mi rostro, escucho las rueditas de la maleta roer el pavimento, los regaños de mi madre a mi lado, después un poco atrás de mí suenan como un bullicio al fondo, como cuando te quedas dormido y dejas el televisor encendido.De pronto, mi padre comienza a caminar a mi derecha, intentando que la maleta que estoy arrastrando no estorbe su paso.—¿Qué? ¿Ahora tú también te vas con ella? —pregunta mi madre con un tono de irritación.—Deja el drama mujer, sólo la voy a llevar al aeropuerto —arguya