Carl: mejores amigos
¿Quieren que les cuente cuándo fue que toqué fondo por segunda vez? Fue algo demasiado idiota de mi parte. Cuando quise ver, tenía a Walter encima de mí, golpeándome como un bestia.
Nunca debió ser así, porque se suponía que él debía moler a golpes a Mateo, no a mí. Yo solo era el “mejor amigo” de Zaideth. Pero, claro, yo era el exnovio de Zaideth, el que estuvo después de él.
Les contaré cómo casi me matan por segunda vez y… todo por una mujer que nunca me llegó a gustar. Y no, no fue esa vez que Zaideth mandó a unos matones para que me dieran una golpiza.
Doscientas millones. Doscientas millones de lecturas tenía el primer libro de Mateo y el segundo libro (ya estaba culminando su publicación) tenía la mitad de la cifra; y bueno, faltaba ver a cuánto
Ese sábado por la noche nos fuimos a una discoteca y nos sentamos alrededor de una mesa de madera rústica y observábamos en la poca luz si encontrábamos nuestras víctimas. A Mateo le tocaba tomar tragos; aunque rezongara al hacerlo.Vimos a lo lejos, a varias mesas de nosotros, a una chica que estaba sola y supe al instante, cuando cruzó mirada con nosotros, qué era lo que buscaba aquella noche.Era una hermosa morena de cabello rizado, llevaba los labios de un color carmesí y un vestido negro ceñido al cuerpo.Pedimos a un mesero que le llevara una cerveza que ella recibió gustosa. Cuando la tuvo en la mano, brindamos desde la lejanía con ella.—Se ve mayor que yo —comentó Mateo, algo indeciso con lo que iba a pasar esa noche—. Debe tener como unos veintisiete. —¡Las veteranas son las mejores, Mateo! —le grité al o&
—Yo sí, —respondí—, aunque me gustan más los penes que las vaginas. Pero él es totalmente hetero, bueno, creo.—Lo soy —aclaró Mateo—. Totalmente hetero, estoy segurísimo.—¿Y entonces por qué tu único beso ha sido con un chico? —preguntó Esteban.—Porque el imbécil intentó violarme cuando estaba pequeño —Mateo peinó con una mano su cabello hacia atrás.Todos soltamos carcajadas, pero Mateo siguió con semblante serio. Catalina le pellizcó una mejilla a Mateo.—Ay, pero qué hermoso —soltó—. ¿Qué edad tienes?—Creo que eso es mejor no decirlo —dijo.—Aquí donde lo ves, —puse una mano en el hombro de Mateo y miré fijamente a la chica— es un puto genio. Este apartamento es d
Carl: tiempoPasamos varias semanas haciendo paseos y salidas nocturnas con Catalina y Esteban. Recuerdo ese diciembre como uno de los mejores de mi vida. Y sin duda alguna Mateo llegó a tener una vida sexual activa en esas semanas, porque a ellos les encantaba encerrarse por largas horas en la habitación principal y a veces llegaba a oírla gritar.Catalina me llegó a decir que Mateo aprendía muy rápido, que sí era cierto eso de que era un genio. Me pregunto a qué tipo de genialidad se estaba refiriendo.Y con Esteban llegué a tener una corta relación de varios meses. Me gustaba estar con él, pasar tiempo juntos, aunque los dos pasamos por alto que vivíamos en ciudades diferentes; además, yo no estaba preparado para declararme abiertamente como homosexual.Mateo siguió viéndose con Catalina por varios meses, de hecho, ella llegó a pasarse varias
Zaideth: mejores amigos 2Carl no me había visitado desde que había llegado Mateo. Aunque los dos me negaran que habían discutido, yo no era tonta, sabía que lo habían hecho; y eso era muy raro, porque nunca los había visto discutir y llevaba muchos años conociendo a los dos.Así que una tarde fui a visitar a Carl a su apartamento, pero no le dije a Mateo que iría (para que no se enojara), creo que desde aquí comenzaron los problemas entre los dos, porque se creó una grieta, una caja de pandora llena de secretos entre los dos.Al verme Carl, dejó salir un suspiro.—¿Me vas a dejar pasar? —pregunté frente a su puerta, viendo su rostro aburrido.Me dio espacio y entré al apartamento. Él siguió caminando hasta el pasillo de las habitaciones y yo lo seguí.—¿Estás con alguien? —inquir
Zaideth: mejores amigos 3—Yo sí te considero mi mejor amiga —protestó Carl—. ¿Cómo crees que te he aguantado todo este tiempo? ¡Por Dios, hasta has dormido en mi cama y acaparas todo el espacio!Llevé mis manos a la cara y la hundí entre ellas.—Eso es lo de menos —rezongué, después aparté las manos de mi cara, porque me había ensuciado el rostro con la mantequilla que tenían mis manos por las palomitas de maíz que había comido.—Y si te quedaste encerrada en el baño fue porque querías —resopló, gesticuló un “hum” que siempre hacía cuando estaba verdaderamente enojado.Me crucé de brazos, resoplando con mis fosas nasales que se abrían una y otra vez, enmudecida porque no sabía qué decirle para poder ser yo quien ganara la d
Mateo: familiaZaideth me llamó a eso de las ocho de la noche para informarme que se quedaría a dormir con su familia. No me pareció nada raro, de hecho, me tranquilizaba el que pasara tiempo por fuera de la cabaña, que se relacionara con su familia; sabía que no tenía la mejor relación con ellos, así que eso era algo bastante bueno.En la mañana me preguntaba el cómo decirle que íbamos a tener una visita la otra semana. De hecho, me preguntaba el cómo le iba a decir que mi hermana debía vivir un tiempo conmigo, que lo necesitaba para que así no terminara quedando embarazada a sus quince años o viviendo en un reclusorio.No soy el mejor si es de hablar de mi pasado o de mi familia: de hecho, no soy bueno hablando de mí.Preparé el desayuno a eso de las siete de la mañana. Pero Zaideth no llegaba. Decidí limpiar un poco la co
Zaideth: tu peor pesadillaLa hermana de Mateo era igual a él en tema de belleza: parecía un angelito bajado del cielo. Fácilmente podía ser una modelo y volverse famosa: alta, delgada, ojos color miel con tonos verdosos, labios rosados bastante delicados y, lo mejor, ¡una cascada de cabello liso rubio que le llegaba hasta las caderas! Ella lo sabía lucir bien, porque lo traía suelto y estaba segura que todos se la quedaban viendo cuando caminaba por su lado.Llegó luciendo un pantalón de tiro alto bastante corto y una camisa de tiras blanca que, a mi parecer, era bastante atrevida, porque le resaltaba los picos de sus senos: una completa extranjera en tierra samaria.Las dos nos reparamos de pies a cabeza. Ella me veía como si yo fuera un ente sacado de otro planeta y yo la evaluaba, viendo que sí, era lo que imaginaba.—¿Y quién es esta? —preguntó
Al tenerla allí, traté de relajarme, recordar el cómo me dirigía a mis alumnos más rebeldes para que me tomaran en serio.Primero puse mis manos en la cintura, mientras inspiraba hondo. Después peiné mi cabello hacia atrás, para quitarme algunos pelos de la cara.—Bien —solté. Me preguntaba si ella me haría caso ahora que no me conocía bien y no podía manipularme como lo hacía con su hermano, debía darle una buena primera impresión y demostrarle que no caería en sus jueguitos de niña rebelde.—Bien, ¿qué? —soltó con su gesto de desagrado.—Bien, esto es lo que tienes, ¿qué vas a hacer? —me crucé de brazos—. ¿Vas a seguir haciendo tus pataletas de niña pechichona y poniendo a tu hermano en tu contra o te vas a comportar como deberías?