La reunión

Abrió mis piernas para acomodarse encima de mí, y sentí lo duro que rebota sobre mi privacidad. Besa mi cuello con ternura y luego deslizó sus delgados labios sobre los míos, su beso se intensificó luego de meter mi mano dentro de su cabello. Sus labios se movían como olas encima de los míos.

Mordí su labio superior y él succiona mi labio inferior, su beso es rico y con el olor a alcohol se hace disfrutar más.

Se separa de mí y empieza a quitar su camisa, estaba ansiosa por saber qué había debajo de ese cuerpo, mis pupilas se dilataron a tal punto de enterrar mis uñas en el sofá.

Tras quitar su camisa, me deja ver su cuerpo, a decir verdad no es el típico cuerpo que se redactan en las novelas románticas, donde el chico guapo tiene lindo abdominales y bonitos bíceps, no, no, y ¡No!

En este caso su abdomen no está lleno de abdominales o cuadritos como le llamen, en este caso su barriga está llena de cicatrices y no cualquier cicatriz, una de ellas toma desde su tetilla derecha, hasta su ombligo, bueno esa es una de las más grandes, del resto son pequeñas, y, no quisiera ser chismosa pero…tengo que averiguar el porqué su barriga está así de destrozada.

Él se tiró encima de mí, y no me dio tiempo siquiera de preguntar, cuando él ya estaba atacando mi cuello a punta de besos, un gemido de placer se escapó de mi boca.

Desgarro la poca ropa que llevaba, ya que mi vestido en sí, era un poco corto, me deje llevar por su mirada salvaje y cerré mis ojos lista para probar ese tremendo p...

Quede como dios me envió al mundo, esperando ser embestida por un maldito desconocido, lleve mis manos hacia la parte superior de mi cabeza y me sostuve de la manga del sofá, abrí mis piernas y de inmediato empecé a sentir como su longitud, acariciaba mi humedad.

-¡Ah!-Me quejo y el lleva su mano hasta mis pezones y los acarició.

Él ruge de placer luego de incrustar su p... en mi interior, se sentía robusta y caliente.

Sus estocadas hacían un sonido particular en medio de la sala.

Gemía sin control alguno, tenía la certeza de que esto se estaba convirtiendo en una buena noche, no voy a decir que jamás había sentido esto con otro hombre, porque si, he estado con otros hombres, y se siente igual de rico, eso sí. Sin demeritar la excelente cogida que me está regalando este individuo.

Mordí mi labio con fuerza, estaba al límite de llegar a un buen clímax, pero…Deivis se adelantó y se corrió dentro de mí, lo supe ya que su respiración se empezó a acelerar y su boca soltó un suspiro agitador.

Se tumbó encima de mí, y me abrazó, su espalda está mojada debido al sudor.

-Que buen polvo-Me dice mientras se ríe

-Estuvo...Bien-Afirmó abrazándolo.

Mientras estamos abrazados compartiendo diestro calor corporal, mi teléfono suena.

Tengo la costumbre o más bien adicción, de tener de tono con cualquier teléfono que compre, la canción de Él binomio de oro, un osito dormilón.

Amo esa canción a parte porque fue una de las primeras que me dedicó un ex novio.

En eso era tan solo una adolescente… Aunque ya no siento nada por mi ex, aún así me encanta esa canción.

-Tu teléfono-Me avisa Deivis al mismo tiempo que se levanta del sofá, tras haberse volcado quedando de espalda, mis ojos se abrieron luego de ver el gigante tatuaje que tiene en su espalda.

Es un lobo mirando una luna menguante.

Porque tiene tantos tatuajes, que significan para él.

Ignore su tatuaje y me dirigí a mi móvil, antes de tomar la llamada verifique, y era mi hermana menor. Carolina.

Contestó.

-Hola Carolina-Dije acomodando mi cabello.

-Hola hermosa. ¿Dónde estás?-Ella me dice hermosa de cariño, y claro, me mira como una figura a admirar, aunque no soy tan buena como ella me considera. Carolina de un momento a otro empieza a llorar.

Creo que soy el peor ser que puede existir en este universo, y el motivo de su llanto, ya sé cuál es, y también estoy involucrada en este.

-Hermosa, mi hermano-hace una pausa y suspira-asesinó a…Ernesto-Trague grueso al enterarme de la noticia, y me sentí traicionada por mi hermano, habíamos quedado en que no lo asesinaremos, solo lo íbamos a torturar hasta que confesara los hechos de lo sucedido el pasado jueves.

Mi hermana está alterada y no soy capaz siquiera de responder ante lo que me acaba de manifestar.

Colgué la llamada y de inmediato empecé a vestirme, tenía que llegar a casa antes de que mi hermana entrará en crisis de ansiedad, o quizás aún peor, acabar con su inocente vida.

Me coloque el vestido y los tacones como sea, tome mi bolso y estaba apunto de cruzar la puerta principal cuando escuche la voz de Deivis.

-¿Te irás?-Su cuerpo aún seguía en desnudez.

-Lo lamento, me tengo que ir-dije apresurada.

-Esta bien, pero por lo menos regálame tu número personal-Aquí vamos, este hombrecillo quiere tener otro encuentro caluroso.

Sonreí sin siquiera explicarle el motivo de mi salida, y a él tampoco es que le importara, le di mi número y él de inmediato lo anotó en su móvil.

-Ahora si, me voy-Doy la vuelta y salgo casi que corriendo de su lujosa casa.

Rayos, y ahora, ¿cómo me iré?. Él vive en una villa alejada de la ciudad, cuando menos lo espere Deivis estaba detrás de mi, solo llevaba su pantalón puesto y estaba descalzo.

-Vamos te llevaré

-No, no es necesario-No puedo aceptar dicha propuesta, donde mi hermano me vea entrando por el portal con este hombre me mata.

Mi hermano es un controlador, me trata como si yo fuese su mujer, más bien, los motivos de sus celos, son porque según él cree que todos los hombres que se acerquen a nosotras nos van a hacer daño.

-¿Cómo no mi vida? Además vivo alejado de la ciudad-Es verdad, él tiene razón.

-Esta bien, pero en cuanto lleguemos a la ciudad, tomaré un taxi- él asintió sin problemas.

Nos subimos al auto.

El camino de regreso se sentía un poco tedioso, quizá fue por los nervios que tenía, luego de haber hablado con mi hermana por teléfono.

Durante el viaje no cruzamos palabras, solo me atacó un tips nervioso en las piernas, estaba desesperada, el pensamiento me consumía, no quería que Carolina cometiera lo que años atrás intento hacer, ella casi se ahorca, tras haberse enterado de la muerte de mi padre, o más bien el macabro asesinato, que hasta el son de hoy ha quedado impune.

Llegamos a la ciudad y me bajé del auto a toda prisa, no le dije nada a Deivis, él solo me miró por unos largos segundos.

Di la vuelta para cruzar la carretera y tomar el primer taxi que se me cruzará en el camino. Sentía los ojos de él puestos sobre mí, me sentía estudiada, no sé en qué estará pensando en estos momentos.

estaba a punto de pasar un taxi, extendí mi mano y lo detuve.

Me subí rápidamente y le dije al conductor que me llevará hasta el portón Méndez.

Llegué a casa sana y salva, eso sí, con una borrachera tenaz, casi no podía estar parada de pie, me tambaleaba.

Uno de los guardias me ayudó a entrar a casa, tenía tantas ganas de vomitar y orinar.

No le presté atención a esas necesidades, y de inmediato me dirigí al cuarto de mi hermana.

Entre y para mí suerte ella estaba dormida, su angelical rostro demostraba una inmensa tristeza.

Me acosté a su lado y la abracé.

Su piel se sentía cálida y eso fue lo suficientemente como para quedar sumamente dormida a su lado.

A la mañana siguiente…

Despierto debido a la fuerte voz de mi hermano, lleve mi mano a mi rostro y frote mis ojos, aún tenía sueño.

-¡Les he dicho que la mantenga vigilada!-Me imagino que se refiere a mi-Ella es vulnerable, cualquier miserable se puede aprovechar de su nobleza.

Ese es Yeison Velasquez, mi hermano mayor. Líder y jefe de la banda criminal los indios. Justo ahora está gritando en la sala de estar a sus escoltas.

Recordando lo que dijo, quiero agregar algo. primera basé, no soy vulnerable, y segundo no soy noble, soy todo lo contrario, quizá mi hermano no se ha tomado la molestia de conocerme, me cree que soy alguna niña de kínder, pero realmente soy la mujer del mismísimo demonio.

Me levanto a duras penas, y lo primero que verifique fue si mi hermana estaba junto a mi, y no, ella no estaba, aunque es raro, ella suele levantarse a las nueve de la mañana, aún son las seis.

Me levanto de golpe, me quito el vestido y me coloco una bata ligera de mi hermana.

Salgo del cuarto a duras penas, aún con los pies estropeados y las entrepiernas vuelto mier** Ayer fue una excelente noche.

Me dirigí a la cocina en donde está cocinando la criada, la saludo y meto la mano en el caldo que está haciendo

Coral, si supieras lo que ha pasado-Ella abre sus verdes ojos como búho.

-No, no sé qué ha pasado.

-Bueno, es que ayer el señor asesinó a Ernesto-Deje la cuchara con la cual probaba el caldo y la mire sería.

-Lo se, aunque no era necesario.

Ella me mira con decepción.

-¿Por qué no le dijiste a tu hermana? Ella merecía la verdad.

Mi hermana estaba enamorada de Ernesto, él era uno de los hombres más antiguos de papá, a pesar de su edad, tenía cincuenta y ocho. Nos traicionó, nos traicionó de la peor manera.

Y lo peor de todo es que mi hermana sentía sentimientos por él, de hecho sostenían una relación clandestina.

Me imagino que debe de estar dolida en este instante de su vida, y tener una pérdida con el diagnóstico que ella tiene, es muy difícil de sobrellevar.

-Señora Guadalupe, creo que no era la persona indicada para dar esa noticia, además si lo hubiera hecho, ella me estaría odiando en estos momentos.

-Si, te entiendo hija.

-Sabes dónde está mi hermana?-Ella me miró sin expresión.

-Ella salió a cabalgar, pero no te preocupes está en compañía de Darío.

Eso me deja más tranquila, se que Darío jamás permitirá que le suceda nada.

-Señora, tiene que alistarse, en media hora llegará el señor Santander.

Oh, lo había olvidado, Santander, Santander.

Repito ese apellido en mi boca, y la señora Guadalupe me mira extraño.

Salgo de la cocina y subo a mi habitación voy a ducharme, aún tengo el olor de Deivis encima de mi cuerpo.

Me duche lo más rápido posible y luego fui al clóset, elegí un vestido poco casual de color azul.

Y coloque un poco de maquillaje sobre mis mejillas y mi cabello lo deje suelto, aún estaba mojado por ello caían gotas de agua.

Con mis pies descalzos baje por las escaleras realmente no me importaba si Santander me veía con los ojos que quisiera, además de eso, no me interesa, pese a que es muy atractivo, realmente no me gusta.

Al bajar estaba mi hermano rodeado con cinco de sus hombres y en medio estaba Santander, más conocido como El Gavilán.

-Bonitos son los ojos que te ven, Coral-Dijo Santander levantándose del sofá para ayudarme a bajar.

Le sonrió y le doy la mano para que me ayude.

Los hombres de mi hermano me miraron los pies y luego miraron a mi hermano. Quien coloca los ojos en blanco luego de ver mi fachada.

Me senté enfrente de ellos y coloque mi mejor rostro.

-Este es el rostro de una mujer ebria-Dijo el chismoso de Santander.

Lo ignoré y enfoqué mi vista sobre los archivos que tenían sobre la mesa.

-Ahora si, empecemos la reunión-Dijo mi hermano.

Todos asintieron.

La reunión trataba de dos puntos básicamente, el primero era la mercancía que íbamos a recibir la cual viene de Roma.

Y el segundo punto era potencializar más la vigilancia, tanto para mi hermana como para mí. Que para mi era una inutilidad.

-Hermano estoy de acuerdo con el primer punto, pero el segundo no-Mi hermano me miró con desaprobación y negó.

-Mi padre me dejó a cargo sus vidas, por ello tengo que protegerlas y si algo les sucede él estará muy decepcionado de mi.

-Sé que me quieres pero, hasta este punto no lo tolerare, soy una adulta. Tengo mi propia arma, practique defensa propia, se como cargar y descargar un arma-Estaba molesta, todos me miraban-Por ello, no los necesito, son una partida de estúpidos, no sirven para nada, si ellos sirvieran quizás mi madre estuviera viva. Pero no-Mis lágrimas se asomaron-Ellos la dejaron sola…Y por eso la asesinaron-Solté un sollozo.

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