No hay amor como tú,ni otro que te ame como yo.No hay lugares donde también quiera estar,
Si tú no estás,
RICK
El trayecto hasta el hospital me pareció eterno. No era hombre de perder el control con facilidad, pero lo que acababa de presenciar… ¡nunca había estado frente a algo semejante! Me sentía desolado, temblaba por fuera, por dentro, amenazado por la situación con desmoronarme en cualquier momento. Hice acopio de todo mi esfuerzo para poder conducir y seguir el camino sin perder el control.
Un fuerte mareo me asaltó junto con náuseas que con cada minuto eran más difíciles de controlar. El temor que sentía porque el desenlace de la mujer que amaba fuera fatal, solo contribuía a que me siguiera descompensando gradualmente; me costaba respirar y en la garganta sentía un sabor agrio que subi
Tinieblas que te impiden ver el Sol,Tinieblas… Una barrera entre los dos.RICKApenas me vestí con un conjunto deportivo mirando a la nada. Salí a la terraza y rememoré la primera vez que Samanta pisó este lugar. Jamás creí entonces que todo se desencadenaría de este modo, pero el sentimiento que albergaba hacia ella ya era imposible de borrar.Oí dos golpes en la puerta y regresé dentro, girando el picaporte y topándome con Rose.—Ya tenemos todo listo, señor Jones —avisó.—Si terminaron con el desayuno, es mejor que nos marchemos.—¿Desea que lo ayude con su equipaje?—No es necesario. Oportunamente trasladaré mis cosas a la nueva casa.La mujer asintió con la cabeza y se marchó por donde vino.Fui h
Eres mi principio, mi final.El infierno el cielo y todo lo demás.RICKSus ojos se fruncieron y esquivó la mirada hacia el doctor Johnson.—¿Lo recuerdas, Samanta? —le preguntó él y ella negó despacio, perdiendo su vista en sus dedos que jugueteaban sobre las sábanas que cubrían sus piernas.—Samanta… —pronuncié su nombre en tono de súplica y lamento. Estiré mi mano con la intención de tocarla—. Yo soy…—Él es un muy buen amigo, al igual que Linda —intervino el médico. Levantó la mirada hacia mí y negó con la cabeza para que no siguiera hablando—. ¿Quieres conversar con él unos minutos?—No… —Samanta volvió a negar sin siquiera dignarse a verme.Avanc&eacu
No quiero cerrar los ojos, no quiero caer dormido, porque te echaría de menos cariño, y no quiero perderme una sola cosa.RICK—¿Estás bien? —pregunté cuando noté que seguía aturdida por lo que acababa de sentir.—Sí… creo que sí —replicó, sacudiendo la cabeza.—¿Puedo ir al columpio? —interrumpió Erín y afirmé con la cabeza. Ambos la vimos correr en dirección a los juegos. Volteé de nuevo la cabeza y la miré; seguía preciosa, más hermosa que nunca.—No me has dicho tu nombre…—Me llamo Samanta… o eso creo —sonrió tímidamente y suspiré.—¿Cómo es eso?—Una larga historia —fijó
Si me dieras solo una oportunidad,Podríamos reunir nuestros viejos sueñosY nuestras antiguas vidas.SAMANTACon los dedos temblándome, tomé la llave y el anillo, sintiendo la misma descarga eléctrica que me había invadido en el parque. Algo en mi mente se comenzó a formar, pero descarté aquella loca idea que había maquinado.—¿Él me las dio? —pregunté conmovida, presionando ambas cosas en mi puño.—Sí, Sam. Te las dio el hombre que amabas.—¿Dónde está, Linda? ¿Qué ocurrió entre nosotros? —finas lágrimas comenzaron a descender de mis ojos.—Podrás averiguarlo tú misma con esas dos cosas.Tragué grueso y abrí mi palma, observando de nuevo
No puedo dejarte ir,No sin luchar…No puedo renunciar a ti,Aunque a veces te hiciera más daño que feliz…RICK—¿Hola? —mi móvil había repicado, mientras regresaba a la casa junto con Erín, luego de habernos bebido una taza de chocolate caliente a unas calles del parque.—Soy Linda… —susurró una voz suave del otro lado.—¿Ocurrió algo? —inquirí desconcertado, completamente consternado por lo que pudo ocasionar en Samanta haberme aparecido delante de ella.—Creo que algo bueno —susurró apenas—. Necesito llevar a Sam a tu piso; ella ha comenzado a remover cosas y a hacer preguntas sobre su vida personal. No pude decirle mucho, pero le sugerí que utilizara la llave que
Yo iré a encontrarte,Espérame allá,En el valle de lo profundo.RICKSu rostro pálido y vacío de expresiones, cambió completamente cuando le hablé de aquella forma. Samanta iba despertando lentamente de aquel invierno en el se encontraba sumergida por la ausencia de recuerdos y estaba seguro que se trataba porque esa conexión que nos unía, la arrebataba hacia mí sin que ella siquiera pudiera comprender los motivos para dejar que me acerque.—Que… ¿qué quieres decir con eso? —preguntó nerviosa y sonrojada.—Que me gustaría que nos conociéramos y pasáramos tiempo juntos, si te sientes a gusto conmigo. Quiero que seamos amigos, Samanta.Sonrió con los labios apretados y suspiró hondo mientras sus ojos se llenaban de lágrimas
No encuentro salida sin ti.RICKNuestros cuerpos temblaban bajo la lluvia, mientras nuestras bocas se exploraban mutuamente. Ella se había dejado besar como si yo fuera la única persona en el mundo que deseaba lo hiciera. Sus palmas reposaron sobre mi pecho que latía frenéticamente por el impacto que significaba todo lo que estaba sucediendo. No podía creer aun que ella se hubiera lanzado a besarme sin más, sin recordar nada, haciendo simplemente lo que deseaba. Samanta, en el pasado nunca había hecho nada por impulso.Desde las plantas de mis pies hasta el último poro de mi rostro, sentía fluir una sensación inexplicable, aquella que siempre causaba en mí cuando la tenía cerca. Sin embargo, esta sensación se potenciaba, era mas fuerte e indefectiblemente me estaba conteniendo a fuerza para no decirle quien era yo en realidad.<
No voy a resignarme…Te amaré, aunque no estés a mi lado.SAMANTAMi corazón latía tan frenéticamente que creí en un momento que si respiraba más fuerte de lo que ya lo hacía, se reventaría mi pecho en cualquier instante.El hombre al que había besado impulsivamente, al que tenía aferrado entre mis brazos sin valor para verlo a la cara, era él… era el motivo por el que deseaba descubrir todo mi pasado de un modo inconsciente, después de que lo vi por primera vez.Al parecer… era cierto aquello que alguna vez oí, de que el corazón jamás olvidaba el sitio donde dejó sus mejores latidos, y los míos, se intensificaban con la sola mirada de ese hombre, haciéndome erizar hasta el último tramo de mi piel.Tenía miedo,