La lluvia azotaba los cristales del tren que avanzaba a toda velocidad rumbo a París. Antonella Ricci, con su cabello oscuro recogido en un moño y sus grandes ojos marrones fijos en el paisaje que se deslizaba por su ventana, intentaba ignorar los nervios que la invadían, pero la sensación de aventura se mezclaba con la incertidumbre y la nostalgia que sentía al alejarse de su familia y amigos. Antonella era una joven ambiciosa y trabajadora, que soñaba con triunfar en el mundo de la moda, pero que también ansiaba encontrar el amor verdadero.Decidida y apasionada, contemplaba el paisaje con nerviosismo mientras reflexionaba sobre su inminente cambio de vida. Estaba dejando atrás su hogar en Italia para perseguir sus sueños en la ciudad de la moda, una ciudad que siempre había admirado y que ahora se encontraba a solo unas horas de distancia.Mientras Antonella luchaba con sus pensamientos, un joven de aspecto misterioso y atractivo ocupó el compartimiento del asiento cama al lado de
―Te extrañaremos mucho, hija. ―dijo Emiliana, su madre, mientras lágrimas caían por sus mejillas.Antonella, observaba con a su madre. Sofía, su hermana menor, intentó alegrar el momento: ―Hermana, procura traernos unos croissants de la mejor panadería de París en tus vacaciones.―Antonella interrumpió:―Deberías dejar de comer pan, Sofía. Ya te lo dijo el médico.― La familia se abrazó, conteniendo las lágrimas mientras anunciaban por megafonía la partida del tren a París.―Mamá, no te sientas mal, estaremos prácticamente cerca… solo son nueve a catorce horas en tren. ―Le comenta mientras se acerca a su madre y le retira las lágrimas en sus ojos. "Respetables pasajeros, el tren con destino a París saldrá en menos de diez minutos... se le pide a bordo en el menor tiempo posible", se escuchó por los altavoces de la estación. Su madre y su hermana la abrazaron por última vez, llorando las tres al unísono.―Si, hija pero estás a solo cinco horas en avió… ―Antonella hace un gesto de que
―¿Puedes quedarte en mi compartimiento? ―pregunta Antonella, al ver que luego de un rato ella ha permanecido charlando con Nicholas muy amenamente en su compartimiento al lado del de ella. ―Digo… tengo una pizza de ocho rebanadas y dudo terminarla yo sola. ―Mencionó la joven diseñadora. Nicholas sonríe ampliamente ante la invitación de Antonella.―¡Me encantaría quedarme contigo y compartir esa pizza! ―responde el joven fotógrafo, mientras se levanta del asiento y se dirige hacia el compartimiento de Antonella.Mientras comparten la pizza, la conversación sigue fluyendo naturalmente y ambos se sienten cada vez más cómodos el uno con el otro. Antonella se siente agradecida por la compañía de Nicholas, y se da cuenta de que, aunque al principio se había sentido incómoda y nerviosa, ahora se siente feliz y emocionada de tener un nuevo amigo.Nicholas no podía evitar sentirse atraído por Antonella. A pesar de que ella era mucho más joven que él, había algo en su personalidad y en su form
―Falta casi seis horas, para llegar a la ciudad francesa, Modane que fronteriza con Italia. ―comenta ella mientras a observar el cielo está empezando a nublar. Sus orbes marrones miran las nubes grises en el horizonte. ―¿Cómo estará el pronostico del clima para hoy? ―Pregunta ella regresando su rostro para mirar a su nuevo amigo y flechazo.Nicholas la observa por unos segundos pero luego saca su teléfono celular para leer el pronóstico del clima.―Parece que habrá algunas lluvias ligeras a lo largo del día, pero no será nada demasiado intenso. ―Dice Nicholas después de revisar el pronóstico del clima en su teléfono. ―Pero no te preocupes, te puedo prestar mi paraguas o mi abrigo impermeable.Antonella asiente, agradecida por la información, pero su mente aún está vagando en el hecho de que Nicholas no parece estar interesado en ella de manera romántica debido a su edad. Aunque ella se esfuerza por no dejar que eso la afecte demasiado, es difícil ignorar la sensación de desilusión que
Antonella abrió los ojos con dificultad y trató de enfocar su vista en el mundo que la rodeaba. Todo parecía diferente. Los colores, los sonidos, los olores, todo estaba fuera de lugar. Trató de recordar cómo había llegado allí, pero no lograba recordar nada más allá del estallido en el tren. Miró a su alrededor y vio a Nicholas tendido en el suelo a su lado. Se acercó a él y lo sacudió suavemente para despertarlo. Después de unos momentos, Nicholas abrió los ojos y se levantó con dificultad. ― ¿Qué pasó? ― preguntó Nicholas con voz somnolienta. ― No lo sé ― respondió Antonella, ―parece que hemos llegado a algún otro lugar. ¿Puedes ver algo? Nicholas se puso en pie y se acercó a la ventana del tren. Miró hacia afuera y su expresión se volvió de asombro. ― ¡Estamos en París!― exclamó. Antonella se unió a él en la ventana y lo vio con sus propios ojos. La ciudad era majestuosa y hermosa, pero parecía sacada de otra época. Los edificios eran altos y elegantes, con tejados a dos agu
Mientras que los dos jóvenes amigos fingían ser una pareja de novios melosa y acaramelada, los sujetos le seguían la pista, para preocupación de Nicholas, pero no tanto por parte de Antonella ya que disfruta la cercanía de Nicholas de ella mientras el la tenia abrazada con su brazo mientras caminaban. ―Aún nos siguen siguiendo… ―Le dice Nicholas mientras acerca sus labios a la oreja de Antonella, susurrándole.Antonella asiente con la cabeza y su corazón late más rápido, sintiendo un poco de miedo e intriga sobre quiénes podrían ser esos hombres y qué podrían querer de ellos. Aunque trata de disimularlo y seguir el juego de Nicholas, siente un escalofrío recorriendo su espalda y se aferra más fuerte a él.Nicholas la lleva a una pequeña tienda en una calle lateral y le dice que elijan algunas prendas de ropa que se adapten a la época.Antonella cuando está frente a la tienda de ropa se da cuenta que le resulta muy familiar, ella se suelta del abrazo de Nicholas y entra como si esa t
Al salir del Atelier de la abuela de Antonella, aun sumergida en sus pensamientos mientras mantenía un semblante serio pero siempre alerta de su alrededor, ella se percata que los misteriosos hombres estaban frente de la esquina opuesta, mientras ambos vestían con gabardinas como si se tratasen una especie de detectives o agentes secretos del gobierno francés, ella detiene su andar, y coge de la mano de Nicholas que el por estar distraído choca con la espalda de la joven modista.―Esos hombres no siguen, están escondidos en la esquina. ―Comienza a decir ella en voz baja para que solamente Nicholas la escuchase.―Tienes… razón, Tony. ―Le afirma el agudizando la vista.Si bien es cierto, que ahora está vestidos acorde a la época, y Tony aun carga ese ramos de flores, mientras ambos están tomados de la mano. Esos dos hombres de mediana edad lo tienen aun en la mira, causando incertidumbre a los dos jóvenes del futuro no tan cercano.―¿Qué deberíamos hacer para perderlos de vista, Nichola