Capitulo 1.1

Podría decir que fueron mis padres que me recordaron que me veía ganada de peso, que mis nalgas se veían más grandes, mis caderas estaban más anchas y que debía mantener una cintura pequeña para no verme mal. Tal vez fueron los comentarios de mis compañeros de clase, el acoso sexual que recibía, o que una vez camino a los vestidores para la clase de natación un chico abuso de mí. Tal vez fue que ante mi cuerpo solo había dos reacciones: la de juzgarme o en la que me veían como objeto sexual. Pero me da demasiada pereza echarle la culpa a alguien o algún acontecimiento sobre el porqué de mi comportamiento.

 Todo empezó por el estrés de las pruebas finales, la ansiedad hacia que comiera todo lo que me encontraba, pero la culpa de todas las calorías que entraban a mi cuerpo no me dejaba dormir después, entonces mi manera de hacer que toda esa comida no me engordara era vomitar. Primero empezó por no querer engordar, luego se volvió una forma de quitarme el estrés. Cuando vomitaba me dolía, sufría, terminaba con la cara roja y los ojos hinchados, pero cuando terminaba estaba tan cansada que eso me relajaba. Así fue como encontré en la bulimia mi propia forma de apagar mi estrés y la ansiedad. Duraba unas horas y ya, pero si lo repetía dos o tres veces al día era suficiente para mí. Para ser sincera, hoy que lo veo desde otra perspectiva no era que la bulimia me diera placer, me daba placer el hecho de que me estaba haciendo daño. En el fondo de mi pensaba que eso era lo que me merecía.

 Junto con la bulimia vino la depresión, la tristeza y la melancolía permanente, o eso creía. Realmente no estaba triste porque era bulímica, era bulímica porque estaba triste.

 Por la danza árabe, el atletismo, entrenar de cinco a seis de la mañana, las horas extras que hacía en el instituto como presidenta, las tutorías, el club de debate y el de ajedrez además de que todo lo que comía lo vomitaba realmente estaba llevando mi cuerpo al límite. Tomaba bebidas energéticas casi tan seguido como tomaba agua para poder aguantar el día, también las pastillas para dormir porque el hambre que tenía no me dejaba descansar mis ocho horas completas. El café era mi desayuno, a veces hasta tres tazas antes de irme al instituto. Y a la hora del almuerzo comía barras energéticas y una manzana, era lo único que no vomitaba porque tampoco me quería desmayar en medio de alguna actividad y que todos se dieran cuenta que algo andaba mal. Esa era mi vida hasta que me gradué. No deje de ser voluptuosa pero si estaba considerablemente bastante delgada, llegue a la talla dos, y mi espalda sufría las consecuencias porque mi cintura de sesenta y cinco centímetros no aguantaba muy bien el peso de mis pechos.

 A diferencia de mis hermanos que decidieron dedicarse a ayudar a la gente a resolver problemas de salud o problemas legales, yo no sabía qué hacer con mi vida. Yo no pude desarrollar esa cualidad que tienen mis hermanos de ser apasionados, yo simplemente hacia lo que se me pedía. Cuando me gradué ya no tenía escapatoria, tenía que escoger una carrera, pero ni para eso me dieron mi tiempo. Mis padres tuvieron una larga conversación conmigo, en la cual me expresaron su preocupación en cuanto a la empresa de mi madre, y en vista de que mis hermanos ya tenían sus propios rumbos bien sólidos, yo era la única opción para poder adquirir toda esa responsabilidad cuando mi mamá tenga que retirarse. Y así fue como me terminaron orillando a escoger administración empresarial en la NYU.

 Mientras acudía a la universidad también decidí dejar todas esas clases extracurriculares y hacer algo completamente nuevo: el modelaje. Todo inició porque fui con mi mejor amiga, Jane, a un desfile de modas. Y no cualquier desfile de modas, estábamos en primera fila viendo el fashion show de fin de año de la marca de lencería femenina más grande del mundo, Giovanna Gloss. Ver a todas esas mujeres perfectas, con maquillajes espectaculares, que cada conjunto parecía una joya de la corona y caminando como diosas si me apasiono, me volví adicta en menos de media hora. Para cuando termino el desfile yo ya anhelaba sentirme tan poderosa como ellas. Ese tipo de validación que les dieron a todas esas modelos ese día, el que reciben en las redes sociales, en programas de tv y en las revistas de moda, no se compara con nada. En las redes sociales no dejan de decir que solo las mujeres más bellas del mundo modelan en esa pasarela. No sé, en ese momento pensaba que si llegaba a ese nivel de que miles de personas me validen ya no me preocuparía por la opinión de mis padres nunca más. 

El modelaje y la universidad consumían todo mi tiempo. Cuando no estaba estudiando, estaba partiéndome el lomo en el gimnasio. Cuando no estaba en el gimnasio, estaba en la universidad, y cuando no estaba en la universidad, estaba en la agencia de modelaje entrenándome. Y los atracones seguían, sabía que no estaba bien, pero me importaba tan poco mi salud y no sabía cómo dejar de hacerme daño.

 Tuve que trabajar muy duro para obtener buenas calificaciones, y mucho más duro para tener la figura que me pedían en la academia. Piernas largas y tonificadas, abdomen marcado, nalgas firmes, cintura de sesenta centímetros. Mis senos talla D44 no fueron un problema afortunadamente, incluso había pensado hacerme una reducción si terminaba siendo una dificultad, pero los profesores de la academia estuvieron de acuerdo en usarlo a mi favor. Sus palabras fueron: -Al fin alguien que si llena los sostenes. No sé si eso fue un cumplido.

 Yo estaba obsesionada con la perfección, más que con el éxito. Me llenaba de vida esta pasión que desarrolle por ser hermosa, por ser estética, por verme bien desde cualquier ángulo. Tenía un hambre voraz por ser reconocida, apreciada, alabada, elogiada, ser esculpida por el escultor. Yo sabía bien que para ser hermosa no tenías que ser talla XS, y que la belleza se puede encontrar en quien sea, no solamente siendo un canon. Pero ese pensamiento acababa cuando se trataba de mí. Desde niña me habían dicho tantas cosas malas, y me habían hecho creer que mi cuerpo estaba mal, que ahora que logre apagar todo eso sentía que era la única forma de ser valiosa. A pesar de que matara a mi cuerpo de hambre.

Cuando estaba preparando mi bolso para una sesión de fotos que tenía al día siguiente mi padre entró a mi habitación. Raro, ya que el cuándo llega después de la media noche se va directo a dormir, pero ese día le nació hablar conmigo.

 -¿Qué tan lejos quieres llegar con esto?- Me preguntó tumbado sobre el marco de la puerta mientras yo metía las brochas de maquillaje que estaban en la peinadora en mi bolso.

    -¿A qué te refieres?- Sabia exactamente de que hablaba, pero fingir demencia con mi papá era tradición.

     -A esto. El modelaje y todo eso ¿Realmente te gusta y quieres llegar lejos o es un acto de rebeldía contra nosotros? Porque literalmente en todo el tiempo que llevas haciendo esto no me has comunicado tus planes. Te puedo ayudar, así como lo he hecho toda la vida. Sabes que tengo contactos.

           

   -No, pero muchas gracias, papá. Por esta vez no quiero acudir al nepotismo.-Lo dije haciendo contacto visual desde el espejo de la peinadora.

           

   -Sabes lo que pienso del nepotismo…

    -”Si tienes el privilegio, aprovéchalo”-Dijimos los dos al unísono.

           

   Eso hizo que le sacara una sonrisa, tal vez comprobar que si escucho sus cuestionables consejos le da un aire de frescura.

 -Ya, en serio. Quiero que me digas que quieres hacer en este mundo, y más te vale que sea algo ambicioso.

-Quiero ser modelo de Giovanna Gloss. No solo una simple modelo, quiero ser la imagen oficial. La mejor modelo novata, e incluso en algún momento poder cerrar el desfile. También quiero modelar para muchas marcas, pero de las grandes. Forever 21, Banana Republic…-Iba hablando y me senté en mi cama para verlo de frente- Carolina Herrera, Dolce & Gabanna, Versace, y todos esos que son tiburones en la moda. Por primera vez encontré algo a lo cual correr tras él.

-Excelente. Me alegra de que por fin vea ese brillo en tus ojos. Siempre he querido que despertara eso en ti, no hice un mal trabajo, después de todo.

 ¿Eso fue algo parecido a un “estoy orgulloso de ti”? Fue impresionante para mí que él me apoyara. Pero hoy en día es diferente a como lo veo. Si el nada más supiera que estaba buscando la aprobación que nunca recibí de él en otras cosas y otras personas, por primera vez, pero no la última. Y no digo que las modelos tengan estas mismas motivaciones con su carrera, pero en mi caso específico fue así.

 Mi padre no paró allí. Si su hija iba a ser súper modelo, él quería que fuese la mejor. Y como no podía faltar, entre sus múltiples contactos con la elite de Nueva York estaba: Edward Sinclair. El dueño de la agencia NYM Models. Mi padre no me pasó directamente entre las modelos pre-seleccionadas de Giovanna Gloss porque no quería hacerme molestar. Hizo algo menos descarado. Se contactó con Sinclair y le preguntó cuáles son los requerimientos para ser modelo de la marca. Obviamente que Sinclair se los sabía de memoria, su agencia y Giovanna Gloss trabajan de la mano en los desfiles de moda. Ellos son los que reclutan a las modelos, buscan lo mejor de lo mejor, las chicas más bellas que existen dentro y fuera de su agencia y la marca a cambio los patrocina.

Mi padre será lo que sea, pero es la única persona en el mundo que sabe cómo abrirse paso como los grandes, realmente. 

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