La luz tenue de la luna se filtraba a través de las cortinas de la habitación de Clara, bañándola en un resplandor plateado. El eco de las palabras del mensajero seguía resonando en su mente, perturbándola más de lo que quería admitir. Sabía que el juego de poder en el que había entrado con Lucien era mucho más peligroso de lo que cualquier alianza podría mitigar. Los vampiros eran maestros del engaño, y ahora, más que nunca, Clara tenía que estar alerta.Lucien, que había estado observando su semblante silencioso, se acercó a ella. Su presencia imponente llenaba la habitación, y Clara levantó la vista para encontrar sus ojos intensos, como si pudiera leer sus pensamientos.—No podemos permitirnos flaquear ahora —dijo Lucien, su voz grave y firme—. Estamos demasiado cerca de algo importante.Clara asintió lentamente. Sabía que tenía razón, pero también sabía que las decisiones que tomarían en los próximos días podrían definir el futuro de los clanes vampiros para siempre. Pero lo que
El amanecer apenas comenzaba a teñir el horizonte cuando Lucien y Clara despertaron del breve descanso que habían compartido. Aunque el aire de intimidad aún persistía entre ellos, ambos sabían que la realidad, con sus implacables desafíos, los aguardaba fuera de las paredes de esa habitación.Lucien se levantó en silencio, sus ojos oscuros y pensativos observando el panorama desde la ventana. Los tonos cálidos del sol apenas comenzaban a iluminar el mundo exterior, pero él no tenía tiempo para perderse en la belleza del amanecer. Sabía que cada minuto que pasaba representaba una amenaza mayor para el equilibrio entre los clanes vampiros.Clara, aún acostada, observaba cómo el líder del clan más poderoso del mundo retomaba su postura habitual de autoridad. La calma y la vulnerabilidad que habían compartido durante la noche parecían desvanecerse a medida que Lucien se adentraba de nuevo en su papel de defensor y protector. Sin embargo, Clara sentía que algo había cambiado entre ellos,
Clara observaba a Lucien mientras las palabras formaban un nudo en su garganta. Sabía que lo que estaba a punto de confesar podría cambiar el rumbo de los acontecimientos de manera irreversible, pero también comprendía que guardarse esa información pondría en riesgo no solo su vida, sino también la de todos los miembros leales del clan. La mirada de Lucien, oscura e intensa, se clavaba en ella, exigiendo respuestas.—Clara, ¿qué es lo que sabes? —la voz de Lucien era baja, pero cargada de autoridad. No había espacio para mentiras ni para titubeos.Clara tragó saliva, tomando una profunda respiración antes de hablar.—Vi a uno de los traidores —admitió, sin rodeos—. Se ocultaba en las sombras durante la reunión, observando. Me acerqué a él, pero no dijo su nombre. Sin embargo, me hizo una advertencia. Cree que el poder ha cambiado de manos, que no tenemos la fuerza suficiente para mantener nuestra posición, y que ya es demasiado tarde para detener lo que viene.El silencio que siguió a
La mansión estaba sumida en un silencio inquietante. El aire era denso, cargado con la sensación de que algo inevitable estaba por ocurrir. Cada vampiro leal a Lucien se movía con una precisión calculada, anticipando la tormenta que se acercaba. A medida que el plan de batalla tomaba forma, las sombras del traidor continuaban acechando, invisibles, pero poderosas.Clara caminaba por los pasillos de la mansión con el corazón acelerado. Su relación con Lucien había alcanzado un nuevo nivel de intimidad, pero el mundo a su alrededor parecía más incierto que nunca. Sus pensamientos oscilaban entre la calidez del toque de Lucien y el frío de la traición que se cernía sobre ellos. Era una contradicción constante: la pasión y el peligro se entrelazaban en cada uno de sus pasos.Lucien, por su parte, estaba concentrado en la guerra que se avecinaba. Sabía que los traidores dentro de su clan eran más peligrosos que cualquier enemigo externo, y ahora, más que nunca, necesitaba mantener el contr
La noche había caído sobre la mansión de Lucien, y una atmósfera densa y cargada de tensión dominaba el aire. Los sirvientes vampiros se movían con sigilo, percibiendo el cambio en la energía de la casa, pero sin atreverse a mencionar lo que todos sabían que se acercaba: la tormenta estaba a punto de desatarse.Clara se encontraba en su habitación, mirando su reflejo en el espejo. Las sombras de la lámpara suave iluminaban su rostro, revelando la mezcla de emociones que se agitaban en su interior. Desde que llegó a la vida de Lucien, su mundo había dado giros inesperados y vertiginosos. Ahora, estaba atrapada entre el deseo de protegerlo y el temor de que los secretos y las traiciones que lo rodeaban los destruyeran a ambos.Sentía el peso de su papel en todo esto. Había entrado en la vida de Lucien como una mujer común, de clase baja, pero ahora tenía acceso a los secretos más profundos del clan de vampiros más poderoso del mundo. Lucien la había dejado entrar en su círculo íntimo, c
La atmósfera en la mansión de Lucien había cambiado. Después de la traición que Clara había descubierto, la tensión era palpable. Los vampiros que una vez caminaban con la cabeza alta, confiados en su poder, ahora se movían con cautela, mirando a su alrededor, conscientes de que las lealtades se estaban probando. Lucien, con su rostro pétreo y su mirada oscura, había dado la orden de preparar el ataque que desmantelaría la amenaza interna y solidificaría su posición como líder absoluto.Clara, aunque había cumplido con su deber al alertar a Lucien, no podía dejar de sentir el peso de la situación. Sabía que el costo de esta traición sería alto, no solo para los culpables, sino también para aquellos que estaban atrapados en medio de este conflicto. La guerra, tanto interna como externa, se acercaba, y los próximos días serían decisivos.Lucien se encontraba en su despacho, revisando los últimos informes de sus generales. La traición que Clara había revelado había puesto en marcha una s
El amanecer se había convertido en un presagio sombrío para la mansión de Lucien. Aunque la victoria era innegable, los ecos de la batalla aún resonaban en los pasillos. El aire estaba cargado de un silencio inquietante, interrumpido solo por murmullos de los vampiros que sobrevivieron al ataque y se movían en las sombras, como si el peso de la traición hubiera dejado una marca indeleble en sus almas inmortales.Clara caminaba entre los restos del conflicto, con la mente en un torbellino de pensamientos. Las escenas que había presenciado seguían clavadas en su memoria: el brillo de las armas, los gritos sofocados de los traidores, la figura imponente de Lucien, devastadora y hermosa en su brutalidad. Aunque la batalla había sido corta, el impacto que dejó en su corazón era profundo.Entró en la mansión y subió las escaleras hacia la habitación que compartía con Lucien. A pesar de todo lo que había ocurrido, había una sensación de inquietud en el aire. Como si la verdadera batalla no h
La brisa nocturna aún recorría las colinas alrededor de la mansión de Lucien cuando Clara despertó al lado del vampiro que había cambiado su vida para siempre. Los primeros rayos de un amanecer incipiente amenazaban con deslizarse por las ventanas pesadamente cubiertas, pero el refugio aún se mantenía envuelto en la penumbra, un mundo donde el tiempo parecía detenerse.Clara, aún enredada en las sábanas de seda, lo observaba dormir. Aunque su cuerpo no requería descanso, Lucien parecía encontrar en la calma de esa quietud un escape del peso que cargaba sobre sus hombros. Acarició su pecho frío, sintiendo el latido imperceptible de su corazón inmortal, esa señal de vida tan tenue que la hacía dudar si realmente lo era. Él no se movió, pero una calma sobrecogedora emanaba de su figura, algo que Clara nunca había visto en él. En ese instante, Lucien no era el imponente líder del clan más poderoso del mundo. No era el vampiro autoritario y controlador que había gobernado su destino con ma