Hugo caminó hasta la pequeña Zoe que intentaba equilibrarse para caminar hasta él y la levantó en sus brazos dejando un beso sobre su cabecita.–Sabes que Felipe no debe saber que ella existe, Hugo. – Murmuró Julia acercándose a ellos, porque sabía que Hugo lo había invitado para la ceremonia del Balón de Oro. – No sé como harás para tener a los dos en tu vida sin que Felipe se entere de la existencia de su hija.–Encontraré la manera de hacerlo, aunque jamás estaré de acuerdo con eso. Felipe es su padre y tiene derecho a conocerla, nada le haría más feliz que tener a esa princesa en su vida. – Replicó Hugo apartando unos de los mechones de Zoe de su rostro. – Casi morí pensando que mi hijo no existía y ahora entiendo porque Felipe tomó aquella horrible decisión de acabar con su propia vida. Un padre no debería estar lejos de su hijo, no es justo.–Y una madre tiene derecho y la obligación natural de proteger a sus hijos, ante todo, independiente de sus propios sentimientos. – Afirmó
Julia veía a Hugo al final del pasillo donde habían unas ventanas enormes desde donde podía ver la Torre Eiffel, y sintió un aprieto en su corazón solo de imaginar el dolor tan grande que estaba sintiendo en aquel momento. Julia caminó despacio hasta él y puso la mano sobre su hombro para llamar su atención. Entonces sintió un dolor pulsante en su corazón al ver aquellos hermosos ojos verdes que tanto amaba rojos y hinchados de tanto llorar y lo abrazo con fuerza.Hugo enterró su rostro en el cuello de Julia mientras que las lágrimas salían sin parar negando con la cabeza, deseando despertar de aquella pesadilla.–No seré capaz de seguir con mi vida si Felipe no sale bien de esto, no podría vivir sabiendo que mi hermano murió para salvarme. –Murmuró Hugo con la voz rota y Julia pudo sentir toda su angustia.–Felipe es fuerte mi amor, verás que saldrá todo bien. – Intentó reconfortarlo Julia, pero en aquel momento lo único que sería capaz de calmar el corazón de Hugo era ver a su amigo
Un par de días después del atentado, Kelly llegó al aeropuerto de París pensando que aquellas dos horas de vuelo habían sido las más largas de su vida y lo peor era hacerlas sintiendo que tenía el corazón a punto de saltar de su pecho. Era horrible cargar con la preocupación de perder a Felipe y con el remordimiento de saber que tal vez él no podría llegar a disfrutar de su hija. Por primera vez todo el miedo que Kelly sentía por relacionar a Zoe con Felipe se hizo a un lado, dando lugar al desespero de jamás llegar a verlos juntos. Cuando Kelly llegó al hospital Julia fue la primera en recibirla con unas enormes ojeras, ya que había pasado las últimas cuarenta y ocho horas sin dormir para estar al lado de Hugo. Kelly tuvo que volver a salir para sentarse en las escaleras de la entrada del hospital, incapaz de controlar el temblor en sus piernas y la falta de aire que sintió mientras que Julia le explicaba la situación de Felipe. –Lo siento mucho Kelly. – Murmuró Julia sentándose
Adela estaba sentada en su celda mirando como las presas de enfrente la miraban con desprecio, pero no le importaba, porque sabía que con su historial terminaría encerrada en un tranquilo manicomio, y que su paso por aquella prisión era temporal, que ninguna de aquellas mujeres llegaría a ponerle un solo dedo encima. Entonces Adela sonrió con sorna, enseñando el dedo corazón a las mujeres que parecían estar deseando ahorcarla con sus propias manos. –¡Valverde tienes visita! – Anunció una de las guardias y Adela se levantó rápidamente mirándola extraña. –¡Es de madrugada, no se reciben visitas a esas horas! – Escupió Adela mirando a la mujer con desconfianza. –¡Así que no me vengas con estas, yo no pienso moverme de aquí! – Exclamó mirando a la mujer con desprecio y la guardia abrió la celda con brusquedad, tirando del brazo de Adela con fuerza, que tuvo que ahogar un grito de dolor por como la había agarrado la mujer. –¡No me digas lo que podemos o no hacer, me vas a obedecer calla
Veinte cuatro horas después el placer de haber hecho sufrir a la culpable del estado de Felipe desapareció en el pasillo de aquel hospital, que parecía un verdadero cementerio. Todos estaban en silencio, algunos lloraban y otros aguantaban la rabia que estaba sintiendo callados mientras que escuchaban los lamentos y el llanto de Felipe en la habitación, después de haber despertado en un mundo nuevo para él, completamente a oscuras. –¡¡¡Nooo, noooo, noooooo…NOOOOO!!! – Gritó Felipe desesperado mientras que su hermana lo abrazaba para intentar calmarlo. –¡¡¡ Bea no puedo ver, no veo nada!!! Beatriz lloraba a su lado mientras que Kelly estaba parada delante de su cama abrazando su propio cuerpo, sin decir ni una sola palabra. Ella pensaba que sería mejor estar callada para que Felipe no supiera que estaba presente, ya que eso podría alterarlo todavía más. Kelly se tapaba la boca para ahogar su llanto mientras que veía la mirada aturdida de Felipe, que miraba en su dirección sin poder v
Un mes después.–Vamos bebé, abre la boquita que tienes que comer todito para ser un niño grande y fuerte. – Pidió Hugo con suavidad haciendo un puchero mientras que levantaba una cuchara con sopa. – ¿Quién es la cosita bonita de papi? – Preguntó con ternura y escuchó un gruñido.–¡Deja de tratarme como si fuese un bebé, “Huguito” o te juro que encontraré la forma de meterte la cuchara por ese lugar donde no te da el sol! – Gruñó Felipe molesto antes de abrir la boca para tomar la sopa. –Encima que te cuido con todo mi amor y cariño, ¿te quejas? – Preguntó Hugo fingiendo estar indignado. – Eres muy gruñón Lipe, jamás has sabido valorar las cosas que hago por ti. – Se quejó Hugo esbozando una sonrisa picará. – ¿Acaso te has olvidado de tu primera borrachera cuando te sujeté el cabello mientras que vomitabas hasta el alma en un baño de aquella discoteca de Sevilla? – Preguntó con un tono dramático y Felipe se rió. –No exageres las cosas, jamás he llevado el cabello largo y si no recue
Días más tarde Felipe entraba por la puerta de su departamento en Madrid, agarrado del brazo de su hermana, que lo iba guiando para que no se chocará con nada mientras que se reían porque Beatriz parecía ser más torpe que él. –Te vez muy sexi con las gafas oscuras, hermanito. – Bromeó Beatriz mirando a su hermano con una sonrisa tierna ya que él debería llevar las gafas durante un tiempo por sensibilidad de sus ojos y Felipe sonrió con satisfacción colocando la mano sobre la mano que tenía Beatriz en su brazo.–Me veo muy sexi con cualquier cosa, Bea porque soy muy lindo. – Contestó Felipe caminando a su lado, pero tropezó cuando llegó unos escalones que bajaban a su salón y Hugo corrió hacia ellos para ayudarlos, ya que él había decidido no apartarse de Felipe hasta no estar seguro de que estaría bien. – No creo que este departamento sea la mejor opción para mí en este momento. – Murmuró mientras que Hugo lo ayudaba a sentarse en el sillón.–Tendrás enfermeras que estarán contigo to
Kelly se giró para pedir a la enfermera que los dejará a solas y la mujer lo dudó por unos segundos, pero Kelly logró convencerla, después ella se acercó a Felipe que parecía estar aturdido.–Necesito que me escuches. – Pidió Kelly con el corazón en la mano, rezando a Dios que Felipe no reaccionará como en el hospital, pero solo lo vio negar con el semblante triste.–Y yo lo que necesito es que te marches, por favor, Kelly. ¡Vete! – Contestó Felipe con la voz rota porque nada le dolía más que Kelly lo viese en aquel estado tan deprimente, y más le dolía saber que la lástima que le tenía era mucho grande que el amor que había sentido por él, porque solo en aquella triste situación Kelly se había decidido buscarlo. – Te pedí que me dejarás en paz, así que márchate, Kelly. Vamos a dejar esta historia morir de una buena vez, por favor. – Suplicó Felipe con la mirada perdida mordiéndose el labio inferior por los nervios que sentía de estar tan cerca de ella y también porque estaba cansado