Días más tarde Felipe entraba por la puerta de su departamento en Madrid, agarrado del brazo de su hermana, que lo iba guiando para que no se chocará con nada mientras que se reían porque Beatriz parecía ser más torpe que él. –Te vez muy sexi con las gafas oscuras, hermanito. – Bromeó Beatriz mirando a su hermano con una sonrisa tierna ya que él debería llevar las gafas durante un tiempo por sensibilidad de sus ojos y Felipe sonrió con satisfacción colocando la mano sobre la mano que tenía Beatriz en su brazo.–Me veo muy sexi con cualquier cosa, Bea porque soy muy lindo. – Contestó Felipe caminando a su lado, pero tropezó cuando llegó unos escalones que bajaban a su salón y Hugo corrió hacia ellos para ayudarlos, ya que él había decidido no apartarse de Felipe hasta no estar seguro de que estaría bien. – No creo que este departamento sea la mejor opción para mí en este momento. – Murmuró mientras que Hugo lo ayudaba a sentarse en el sillón.–Tendrás enfermeras que estarán contigo to
Kelly se giró para pedir a la enfermera que los dejará a solas y la mujer lo dudó por unos segundos, pero Kelly logró convencerla, después ella se acercó a Felipe que parecía estar aturdido.–Necesito que me escuches. – Pidió Kelly con el corazón en la mano, rezando a Dios que Felipe no reaccionará como en el hospital, pero solo lo vio negar con el semblante triste.–Y yo lo que necesito es que te marches, por favor, Kelly. ¡Vete! – Contestó Felipe con la voz rota porque nada le dolía más que Kelly lo viese en aquel estado tan deprimente, y más le dolía saber que la lástima que le tenía era mucho grande que el amor que había sentido por él, porque solo en aquella triste situación Kelly se había decidido buscarlo. – Te pedí que me dejarás en paz, así que márchate, Kelly. Vamos a dejar esta historia morir de una buena vez, por favor. – Suplicó Felipe con la mirada perdida mordiéndose el labio inferior por los nervios que sentía de estar tan cerca de ella y también porque estaba cansado
–¿Estás realmente seguro? Porque si no recuerdo mal hace unos días estabas decidido a no hacerlo. – Preguntó Eros un par de semanas después, sentándose al lado en una silla al lado de la cama de Felipe en la clínica privada de Suiza, donde realizarían su operación.–Tenía miedo, pero más miedo tengo de ser un lastre para mi hija. – Murmuró Felipe y Eros bajo la cabeza pensando en la pequeña, que era el nuevo miembro de la familia Oliveira. – Para mí sería una tortura vivir sin poder verla y que esto sea lo único que pueda ver ella de mí. Zoe se merece tener un padre de verdad, que pueda jugar con ella, cargarla en sus brazos sin la ayuda de nadie, protegerla cuando tenga miedo y ahora mismo yo no soy capaz de protegerme ni a mí mismo.–Sé que es una operación complicada, pero yo también prefiero que lo hagas primo. – Contestó Eros colocando la mano sobre el hombro de Felipe y este puso la suya sobre la de su primo. – No sabes lo feliz que me hace saber que la nueva princesita de esta
Un mes después Zoe jugaba en el jardín con Iker mientras que sus padres se habían apartado un rato de ellos para tomar unas cervezas y así descansar un poco después de haber estado horas jugando con los niños.–¡Muy bien cariño, enseña al conejito que tú eres una cazadora! – Exclamó Felipe viendo comoZoe iba detrás de Iker amenazándolo con su pistolita de agua y Hugo le dio un codazo suave. – ¡¿Qué?! – Preguntó mirando a su amigo. – No me mires con esa cara porque es la verdad, mi hija es toda una Oliveira. –¡¡Es una Guerrero!! – Exclamó Abraham saliendo al jardín, llamando la atención de los dos amigos, que se miraron girando los ojos.–¿Qué hace el pitbull con cara de princeso aquí? – Preguntó Felipe mirando a Hugo que se encogió de hombros. –No tengo ni idea, este metiche siempre está en todas partes, aparece de la nada sin que lo inviten. – Se quejó Hugo y Abraham lo miró molesto.–¡Esta es mi casa payaso, así que ustedes dos son los que sobran aquí! –Exclamó Abraham acercándos
Kelly y Julia estaban pasando una mañana maravillosa haciendo el recorrido por la bodega con los niños mientras que las abuelas estaban en la piscina del hotel intentando consumir toda la reserva de vino que había en la Bodega El Esteco, localizada en el pequeño pueblo de Cafayate al norte de Argentina.–¡Después de conocer este lugar tengo algo muy claro en mi vida, quiero un viñedo! – Exclamó Kelly mirando alrededor y Julia comenzó a reírse mirándola.–Pues no lo digas cerca de Felipe, porque estoy segura de que si él llegar a enterarse de este deseo tuyo, no tardará en concedértelo. – Contestó Julia girando la cabeza para ver a los niños que iban caminando delante de ellas dados de la mano. – Hablando de Felipe, ¿Cómo lo lleváis? – Preguntó con curiosidad y Kelly se encogió de hombros con una sonrisa tímida.–Nos amamos y jamás dejaremos de hacerlo y esto es algo que tenemos muy claro, pero de momento nos estamos dedicando a penas a disfrutar juntos de nuestra ZoZo. – Contestó Kell
Las parejas llevaban cuatro días en Cafayate, cuando una mañana una de las empleadas del hotel se encargó de despertar a Julia y después a Kelly, para avisarlas que había alguien esperando por ellas en la suite principal del hotel de la bodega.Cuando las dos amigas se encontraron en el pasillo del hotel se miraron extrañadas, porque no entendían lo que estaba pasando, pero la empleada les había asegurado que estaban preparando una sorpresa muy especial para ellas y aquella fue la única manera que tuvo la mujer para conseguir que Kelly la siguiera sin hacer demasiadas preguntas, ya que la empleada tenía terminantemente prohibido contar los detalles de la sorpresa que estaban preparando Felipe y Hugo.La empleada del hotel abrió la puerta de la suite y cuando Julia entró se encontró con un rostro muy conocido, que esperaba por ellas.–¡¿Bea?! – Preguntó Julia sorprendida y Kelly miró a su futura cuñada con curiosidad, pensando que a lo mejor toda la familia había decidido unirse al via
Siete meses después.–Hugo, tengo la “cosa” esa pegada en mi cabello. – Se quejó Julia agarrando una mecha de su cabello mientras que Hugo intentaba ayudarla a lavarlo.–Tranquila bebé, una vez escuché que es un hidratante natural buenísimo. – Contestó Hugo aguantándose las ganas de reírse.–Ah, ¿sí? – Preguntó Julia con sarcasmo girando la cabeza para verlo, mientras que tenía todo el cabello lleno de espuma. –Entonces, ¿por qué no te lo echas en la cara?–Porque se ve mucho más bonito y morboso en la tuya. –Contestó Hugo mirándola con malicia y Julia le dio un pellizco en el brazo. – ¡Auuuch! –Se quejó y después la abrazó por detrás deslizando las manos por la pancita de embarazada de su mujer que apoyó la cabeza en su pecho mientras que el agua de la ducha caía sobre ellos. – ¿Todavía te duele la espalda? –Preguntó preocupado y Julia asintió.–Un poco, pero le pediré a mi abuela que me haga el masaje esta vez. No pienso arriesgarme a que una bestia salvaje quiera poseerme como un l
Felipe agarraba la mano de su padre con fuerza mientras que lo miraba a los ojos, olvidándose de todo lo malo que había pasado entre ellos, porque aquel no era el momento para reproches, ni discusiones, solo era un momento de sinceridad entre padre e hijo, una oportunidad que la vida le estaba ofreciendo para sanar viejas heridas, aunque fuese tarde par uno de ellos. –Eres mi niño y debí protegerte de ella, del daño que te hizo. – Murmuró Amancio con tristeza. –Pilar ha destrozado nuestras vidas. – Murmuró Felipe asqueado solo de recordar el rostro de su madrastra. –No hijo, lo hice yo, pero me alegro de saber que tú vida no ha terminado destrozada. – Contestó Amancio. – Sé que te has casado y estás formando una familia con la mujer que amas y no sabes lo feliz que esto me hace. Porque quién se merece pagar por sus pecados aquí, soy yo, tú eras inocente en toda esa historia. Te mereces ser inmensamente feliz mi chico. –Pero no es justo que acabes así papá, sin derecho a una segund