Un par de días después del atentado, Kelly llegó al aeropuerto de París pensando que aquellas dos horas de vuelo habían sido las más largas de su vida y lo peor era hacerlas sintiendo que tenía el corazón a punto de saltar de su pecho. Era horrible cargar con la preocupación de perder a Felipe y con el remordimiento de saber que tal vez él no podría llegar a disfrutar de su hija. Por primera vez todo el miedo que Kelly sentía por relacionar a Zoe con Felipe se hizo a un lado, dando lugar al desespero de jamás llegar a verlos juntos. Cuando Kelly llegó al hospital Julia fue la primera en recibirla con unas enormes ojeras, ya que había pasado las últimas cuarenta y ocho horas sin dormir para estar al lado de Hugo. Kelly tuvo que volver a salir para sentarse en las escaleras de la entrada del hospital, incapaz de controlar el temblor en sus piernas y la falta de aire que sintió mientras que Julia le explicaba la situación de Felipe. –Lo siento mucho Kelly. – Murmuró Julia sentándose
Adela estaba sentada en su celda mirando como las presas de enfrente la miraban con desprecio, pero no le importaba, porque sabía que con su historial terminaría encerrada en un tranquilo manicomio, y que su paso por aquella prisión era temporal, que ninguna de aquellas mujeres llegaría a ponerle un solo dedo encima. Entonces Adela sonrió con sorna, enseñando el dedo corazón a las mujeres que parecían estar deseando ahorcarla con sus propias manos. –¡Valverde tienes visita! – Anunció una de las guardias y Adela se levantó rápidamente mirándola extraña. –¡Es de madrugada, no se reciben visitas a esas horas! – Escupió Adela mirando a la mujer con desconfianza. –¡Así que no me vengas con estas, yo no pienso moverme de aquí! – Exclamó mirando a la mujer con desprecio y la guardia abrió la celda con brusquedad, tirando del brazo de Adela con fuerza, que tuvo que ahogar un grito de dolor por como la había agarrado la mujer. –¡No me digas lo que podemos o no hacer, me vas a obedecer calla
Veinte cuatro horas después el placer de haber hecho sufrir a la culpable del estado de Felipe desapareció en el pasillo de aquel hospital, que parecía un verdadero cementerio. Todos estaban en silencio, algunos lloraban y otros aguantaban la rabia que estaba sintiendo callados mientras que escuchaban los lamentos y el llanto de Felipe en la habitación, después de haber despertado en un mundo nuevo para él, completamente a oscuras. –¡¡¡Nooo, noooo, noooooo…NOOOOO!!! – Gritó Felipe desesperado mientras que su hermana lo abrazaba para intentar calmarlo. –¡¡¡ Bea no puedo ver, no veo nada!!! Beatriz lloraba a su lado mientras que Kelly estaba parada delante de su cama abrazando su propio cuerpo, sin decir ni una sola palabra. Ella pensaba que sería mejor estar callada para que Felipe no supiera que estaba presente, ya que eso podría alterarlo todavía más. Kelly se tapaba la boca para ahogar su llanto mientras que veía la mirada aturdida de Felipe, que miraba en su dirección sin poder v
Un mes después.–Vamos bebé, abre la boquita que tienes que comer todito para ser un niño grande y fuerte. – Pidió Hugo con suavidad haciendo un puchero mientras que levantaba una cuchara con sopa. – ¿Quién es la cosita bonita de papi? – Preguntó con ternura y escuchó un gruñido.–¡Deja de tratarme como si fuese un bebé, “Huguito” o te juro que encontraré la forma de meterte la cuchara por ese lugar donde no te da el sol! – Gruñó Felipe molesto antes de abrir la boca para tomar la sopa. –Encima que te cuido con todo mi amor y cariño, ¿te quejas? – Preguntó Hugo fingiendo estar indignado. – Eres muy gruñón Lipe, jamás has sabido valorar las cosas que hago por ti. – Se quejó Hugo esbozando una sonrisa picará. – ¿Acaso te has olvidado de tu primera borrachera cuando te sujeté el cabello mientras que vomitabas hasta el alma en un baño de aquella discoteca de Sevilla? – Preguntó con un tono dramático y Felipe se rió. –No exageres las cosas, jamás he llevado el cabello largo y si no recue
Días más tarde Felipe entraba por la puerta de su departamento en Madrid, agarrado del brazo de su hermana, que lo iba guiando para que no se chocará con nada mientras que se reían porque Beatriz parecía ser más torpe que él. –Te vez muy sexi con las gafas oscuras, hermanito. – Bromeó Beatriz mirando a su hermano con una sonrisa tierna ya que él debería llevar las gafas durante un tiempo por sensibilidad de sus ojos y Felipe sonrió con satisfacción colocando la mano sobre la mano que tenía Beatriz en su brazo.–Me veo muy sexi con cualquier cosa, Bea porque soy muy lindo. – Contestó Felipe caminando a su lado, pero tropezó cuando llegó unos escalones que bajaban a su salón y Hugo corrió hacia ellos para ayudarlos, ya que él había decidido no apartarse de Felipe hasta no estar seguro de que estaría bien. – No creo que este departamento sea la mejor opción para mí en este momento. – Murmuró mientras que Hugo lo ayudaba a sentarse en el sillón.–Tendrás enfermeras que estarán contigo to
Kelly se giró para pedir a la enfermera que los dejará a solas y la mujer lo dudó por unos segundos, pero Kelly logró convencerla, después ella se acercó a Felipe que parecía estar aturdido.–Necesito que me escuches. – Pidió Kelly con el corazón en la mano, rezando a Dios que Felipe no reaccionará como en el hospital, pero solo lo vio negar con el semblante triste.–Y yo lo que necesito es que te marches, por favor, Kelly. ¡Vete! – Contestó Felipe con la voz rota porque nada le dolía más que Kelly lo viese en aquel estado tan deprimente, y más le dolía saber que la lástima que le tenía era mucho grande que el amor que había sentido por él, porque solo en aquella triste situación Kelly se había decidido buscarlo. – Te pedí que me dejarás en paz, así que márchate, Kelly. Vamos a dejar esta historia morir de una buena vez, por favor. – Suplicó Felipe con la mirada perdida mordiéndose el labio inferior por los nervios que sentía de estar tan cerca de ella y también porque estaba cansado
–¿Estás realmente seguro? Porque si no recuerdo mal hace unos días estabas decidido a no hacerlo. – Preguntó Eros un par de semanas después, sentándose al lado en una silla al lado de la cama de Felipe en la clínica privada de Suiza, donde realizarían su operación.–Tenía miedo, pero más miedo tengo de ser un lastre para mi hija. – Murmuró Felipe y Eros bajo la cabeza pensando en la pequeña, que era el nuevo miembro de la familia Oliveira. – Para mí sería una tortura vivir sin poder verla y que esto sea lo único que pueda ver ella de mí. Zoe se merece tener un padre de verdad, que pueda jugar con ella, cargarla en sus brazos sin la ayuda de nadie, protegerla cuando tenga miedo y ahora mismo yo no soy capaz de protegerme ni a mí mismo.–Sé que es una operación complicada, pero yo también prefiero que lo hagas primo. – Contestó Eros colocando la mano sobre el hombro de Felipe y este puso la suya sobre la de su primo. – No sabes lo feliz que me hace saber que la nueva princesita de esta
Un mes después Zoe jugaba en el jardín con Iker mientras que sus padres se habían apartado un rato de ellos para tomar unas cervezas y así descansar un poco después de haber estado horas jugando con los niños.–¡Muy bien cariño, enseña al conejito que tú eres una cazadora! – Exclamó Felipe viendo comoZoe iba detrás de Iker amenazándolo con su pistolita de agua y Hugo le dio un codazo suave. – ¡¿Qué?! – Preguntó mirando a su amigo. – No me mires con esa cara porque es la verdad, mi hija es toda una Oliveira. –¡¡Es una Guerrero!! – Exclamó Abraham saliendo al jardín, llamando la atención de los dos amigos, que se miraron girando los ojos.–¿Qué hace el pitbull con cara de princeso aquí? – Preguntó Felipe mirando a Hugo que se encogió de hombros. –No tengo ni idea, este metiche siempre está en todas partes, aparece de la nada sin que lo inviten. – Se quejó Hugo y Abraham lo miró molesto.–¡Esta es mi casa payaso, así que ustedes dos son los que sobran aquí! –Exclamó Abraham acercándos