Con una mirada dura, una que jamás habían visto en él y con largas zancadas, se interpuso entre Victoria y su familia. Su pecho ardía de lo enfurecido que se sentía, tanto, que no se dio cuenta en qué momento soltó las cosas que llevaba sosteniendo entre sus manos. Fue tan grande la impresión que se llevó al ver a esa mujer, cerca de ellas, que en lo único que pudo pensar fue en protegerlas, olvidándose de todo.Al escuchar aquella masculina voz, que evidentemente irradiaba furia, Victoria volteó a ver a Guillermo, apreciando los angulosos rasgos de su rostro, que anunciaban a simple vista, peligro. De no ser, porque se encontraba resguardada por sus escoltas, hubiese retrocedido de inmediato, pero no lo hizo, contuvo el aire para disipar el escalofrío que la recorrió, anulando el atisbo de temor que se asentó en la boca del estómago. Al contrario, irguió su robusto cuerpo y elevó la cabeza con altivez, intentando denotar dominio y poder.Guillermo no pudo evitar hacer una mueca, al p
Guillermo caminaba a grandes pasos, intentando llegar a su vehículo, el cual Bruno su chofer, ya lo había acercado a la entrada del centro comercial. Su corazón latía acelerado, al ver como Isa, presionaba con fuerza los párpados y tocaba su vientre, presionando con fuerza sus labios.—Resistan —suplicó en su interior. Al ponerla de pie para que ingresara a la camioneta, Isabella abrió los ojos de par en par y se llevó ambas manos a su boca. — ¿Qué ocurre? —preguntó lleno de temor.—Se me rompió la fuente —anunció con voz temblorosa.Observó hacia el suelo, sintiendo que la respiración se agitaba, al ver mojado.— ¡No puede ser! —exclamó angustiado, se acercó a ella, para ayudarla a subir a la camioneta—, todo va a estar bien —mencionó al tiempo que se acercaba para depositar un breve beso sobre su frente.En cuanto subieron a la SUV, Bruno salió del centro comercial, intentando sortear el tráfico de la ciudad.— ¿Se van a poner bien mi hermanito y mi mamá? —preguntó Maria, sentada en
— ¡Isabella! —exclamó Guillermo lleno de terror, al notar la forma en la que la mano que había acercado para acariciar una de sus mejillas, perdía fuerza y caía sobre la camilla. Un gran nudo se asentó en la boca de su estómago, acompañado de un gran escalofrío. — ¡No me dejes, te lo suplicó, mi amor! —gritó, entonces, una de las enfermeras lo separó de su mujer.—Tiene que salir —solicitó la mujer—, no podrá estar en el parto, lo lamento —expresó, colocando la manos sobre sus hombros, para hacer que le prestara atención, sin poder conseguirlo, pues Guillermo se encontraba paralizado, con la vista enfocada en el cuerpo de su chica, viendo como se acercaba su doctora, y el personal.—Su presión está descendiendo —escuchó que otra de las enfermeras comunicaba.¡Dios! Un fuerte escalofrío recorrió lo invadió, sus piernas comenzaron a temblar, al observar la forma en la que le colocaban una mascarilla, y otra mujer le suministraba algo en la solución salina, al mismo tiempo, la ginecólog
—Tengo que colgar —Victoria dijo, en ese momento fue como si un balde de agua helada le cayera de forma estrepitosa, pasó saliva con dificultad, al ver la manera en la que Oliver, su primogénito la miraba. Nunca antes en toda su vida la había visto de esa forma. — ¡Deja que te explique! —elevó ambas manos—, las cosas no son como lo estás pensando.Su pecho se agitó con fuerza, y su respiración se comenzaba a dificultar, después de escuchar aquellas palabras en boca de su propia madre. Como pudo se estaba aflojando el cuello de la camisa, por más que intentaba jalar aire como necesitaba, no lograba saciar la necesidad que tenían sus pulmones.Su mirada se tornó acuosa, como en mucho tiempo no le sucedía, al descubrir que Isabella, su Isabella, la única mujer que había amado en la vida, decía la verdad. Nunca lo había traicionado, tal y como le dijo, era incapaz de engañarlo, porque lo amaba. De forma imprevista un gran cúmulo de lágrimas rodaron sobre sus mejillas, cayendo hasta las ba
—Es el efecto de la anestesia. —Se acercó su compañero—. He visto pocos casos que despiertan antes del tiempo estimado, pero a los pocos minutos vuelven a caer en un sueño profundo. —Estoy agotada, necesito descansar —expresó la médico—, ya no pienso con claridad.—Emitió un largo resoplo, pues en verdad, se había asustado. Aún sabiendo que aunque todo el equipo tenía la preparación adecuada para emergencias como las de ese día, no estaba en sus manos la vida de los pacientes. De ellos, no dependía que vivieran o murieran. Lo siguiente que hizo fue dirigirse al área de aseado, para retirarse la ropa e higienizarse. Momentos después, la mujer caminó hacia la sala de espera para informar a la familia, quien debía estar pasandola mal, ante la incertidumbre de lo ocurrido, desde la distancia donde estaba, al salir del ascensor, observó al esposo de su paciente caminar impaciencia, tenía la experiencia para poder distinguirlo. Estaba afligido.Era la tercera vuelta que Guillermo daba, rec
Horas más tarde.Guillermo esbozó una tierna sonrisa al ver el pequeño cuerpecito de su pequeño dentro de aquella incubadora, su pecho se estremeció al ver que llevaba un pequeño antifaz colocado en sus ojos, para protegerle la vista—Gracias por resistir, mi guerrero, falta poco para que salgas de aquí y te pueda estrechar en mis brazos —le habló con ternura—, en un momento voy a visitar a mamá, le encantará saber que vine a conocerte, mi príncipe. Me muero por tenerlos a ambos en casa, María tu hermana también te espera con mucha emoción —Limpió una lágrima solitaria de su mejilla—. Te amamos. —Pegó su mano sobre la incubadora y trazó cuatro círculos entrelazados entre ellos, como símbolo de su familia.Prosiguió su camino por un largo pasillo, observó su silueta a través de las luminarias del techo contrastando con las relucientes baldosas marfil. Al llegar al área de UCI, pasó por tres unidades médicas, hasta llegar a donde se encontraba su amada Isabella.Se detuvo en la entrada,
Las brillantes baldosas de la funeraria reflejaban la vestimenta oscura de las personas que se encontraban acompañando a la familia Weber, en realidad no eran tantas, los amigos que tenían, no eran muchos. En cuanto los paparazzi se enteraron, comenzaron a llegar y esperar a las afueras del sitio, esperando que alguien les diera alguna razón de lo sucedido.Victoria se encontraba sentada en uno de los sillones, había tenido que tomarse un calmante para resistir tan doloroso momento. Aún no podía creer que su hijo estuviera dentro de aquel féretro que estaba al centro de la sala funeraria.Su barbilla temblaba al mirar hacia él, no podía dejar de pensar en el último enfrentamiento que tuvieron, verlo caer al suelo, tocando su pecho, era algo que sabía que jamás iba a poder olvidarlo, ni tampoco superarlo, parte de ella, se había ido con su hijo.Desvió su mirada al ver que se acercaba una joven, sosteniendo un ramo de alcatraces, se acercó al féretro y se recargó sobre el cristal, desb
Pasó la noche sin poder dormir, se enfocó en hacer algunas llamadas a su equipo de abogados, para que comenzaran a trabajar en el caso, y descubrir lo que traía entre manos ese malnacido, que no tenía escrúpulos. Después de aquellas declaraciones, estaba seguro que no tardarían en llegar a Isabella, y sacar conclusiones erróneas, todo el mundo, hasta a los que no les importaba la situación, opinarían, los acosarían, la certeza de no saber qué es lo que sucedería, lo agobiaba.Desde la cama donde se encontraba, observó un poco inquieta a su mujer, a pesar de que habían dado un sedante, para que durmiera, en ocasiones se quejaba, por lo que se acercaba a ella y acariciaba sus mejillas para ayudarla a relajarse.—No temas, estoy aquí contigo —susurró.Al escuchar que entraba una llamada, corrió para tomar el móvil, para que no la fuera a despertar. Era su hermana; siendo cerca de las dos treinta de la madrugada, no pudo evitar afligirse, temiendo que le pasara algo.—¿Qué pasa? —preguntó