Capítulo 0005
Cuando Juliana estaba a punto de apartar a Camila, la chica que la sostenía de repente cambió de expresión y, frunciendo el ceño, la soltó.

Camila examinó la cintura de Juliana y dijo: —Hermana, ¿no te queda un poco suelto este vestido? Parece que te queda grande.

En este círculo de élite, asistir a una cena era una competencia en sí misma.

El vestido y las joyas solo eran para lucirse.

Quién llevaba qué vestido de diseñador o qué joyas era siempre tema de conversación entre ellas. Si usaba un vestido de la temporada pasada, inmediatamente era excluida, por no mencionar si, por error, usaba una imitación.

Un vestido que no quedaba bien era, obviamente, también considerado como un desliz embarazoso.

La gente alrededor comenzó a burlarse abiertamente de Juliana.

—Para ser la señora Torres, ni siquiera tiene un vestido que le quede bien. ¡Qué lástima!

—Seamos comprensivos, ella acaba de regresar de tan lejos del extranjero. Que tenga un vestido decente para usar ya es bastante. Mira su cabello, tan anticuado. ¡No es de extrañar que el señor Torres no la quiera! Sólo me pregunto cuándo se divorciará de ella.

......

Camila parecía no escuchar y se quejó a Emiliano: —Emi, ¿cómo le conseguiste ese vestido a mi hermana?

Juliana ya sabía que algo así pasaría y observó con indiferencia la actuación de Camila, pensando en lo infantil que parecía.

Para sorpresa de todos, Emiliano comenzó a explicar: —No tuve tiempo de preguntarle las medidas a Julita. Pensé que tú y ella tendrían tallas similares, así que le pedí al diseñador que lo hiciera con tus medidas. No imaginé que no le quedaría bien, y no hubo tiempo para ajustarlo.

Los murmullos cesaron de inmediato.

La sonrisa en el rostro de Camila casi desapareció.

Ella ya sentía las miradas burlonas de la gente alrededor, como si estuvieran resaltando que ¡era más gorda que Juliana!

Y ese vestido... lo había deseado desde que se presentó en el desfile de moda de Sprince. Aún no estaba disponible al público, solo se podía conseguir directamente del diseñador.

No esperaba que Juliana fuera la primera en usarlo.

Lo que menos esperaba era que Emiliano, además de darle ese vestido a Juliana, defendiera a esta mujer.

Respirando profundamente, Camila trató de mantener la compostura y reprochó a Emiliano: —Entiendo. Pero la próxima vez debes ser más considerado.

Emiliano bajó la mirada, su atención se posó en Juliana y simplemente asintió en respuesta.

Camila apretó los dientes y volvió a sonreír mientras tomaba a Juliana del brazo: —Ah, por cierto, hermana, Emi me envió varios vestidos para esta ocasión, todos de diferentes tallas. Si no te importa, puedes cambiar el tuyo. No se ve bien cuando no te queda a la medida.

Juliana originalmente había planeado rechazar la oferta.

Aunque el vestido no le quedaba perfectamente, le resultaba cómodo. Sin embargo, cuando estaba a punto de hablar, sonrió y dijo: —Está bien.

—Los vestidos están en la habitación donde solías quedarte. Escoge el que te guste. Hay más invitados aquí, así que no te acompañaré. —Camila retiró su mano.

Juliana asintió: —Nos vemos en un rato.

Cuando levantó el dobladillo de su vestido para caminar, alguien detrás de ella lo levantó por ella.

Emiliano, con el rostro inexpresivo, dijo: —Te acompaño.

Por instinto, Juliana miró hacia Camila.

El destello de celos en los ojos de Camila no pasó desapercibido para Juliana. Pero cuando volvió a mirarla, el rostro de Camila mostraba solo coquetería: —Emi, mi hermana ya me dio un regalo de cumpleaños, ¿y el tuyo?

Juliana retiró su vestido de las manos de Emiliano y lo miró de reojo: —Cuando una chica se enfada, es difícil calmarla. Mejor ve y busca tu regalo.

Se alejó sin dudar.

Inconscientemente, Emiliano apretó sus dedos, pero el suave tejido se deslizó entre ellos. Al levantar la vista, sólo vio a Juliana caminando hacia la mansión.

En el segundo piso de la villa, Juliana se dirigió directamente a la habitación más alejada.

Antes de que Camila regresara, Juliana solía ocupar la suite principal con balcón en el segundo piso. Pero cuando la verdadera heredera regresó, por supuesto, tuvo que ceder ese espacio.

En aquel entonces, Camila no ocultaba su desagrado por Juliana, quejándose constantemente de lo difícil que había sido su vida fuera de la mansión. El hecho de que no hubiera relegado a Juliana a una habitación de sirvienta ya era un acto de generosidad por parte de Camila.

Pero más que la lejanía de la habitación, lo tortuoso era sentirse como una intrusa en la mansión. Aquellas horas solitarias en esa pequeña habitación eran sus momentos más relajantes del día.

Con estas reflexiones, Juliana abrió la puerta.

En el instante en que encendió la luz, la puerta detrás de ella se cerró bruscamente, escuchando cómo se retiraba la llave por fuera.

Instintivamente, se dio la vuelta, y su brazo fue agarrado con fuerza por alguien...

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